Capítulo 3

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Narra Narrador

Después del desayuno Dominico cruzó la puerta para llegar a Esperanza. La casa blanca que una vez se había quedado destruida por culpa de un terremoto. La casa que de alguna forma había terminado en lo que ahora es el pueblo de Esperanza. El chico camina contento con una sonrisa por el lugar. La casa, viva como la de Encanto, mueve las losetas para llevarlo a la entrada. El chico respira hondo para acomodar los botones de su chaleco y tras eso abrir la puerta.

Desde el momento en que abre la puerta varias personas hablan con él. Tras unos momentos sus hijos aparecieron. El hombre escucha pacientemente lo que los residentes le dicen. La actitud positiva de él es demasiado notoria. Su gesto fruncido ahora es menos que antes e incluso su paciencia. Al escuchar cada petición les pidió a sus hijos de forma amable que deberían hacer. El hombre daba una palmada en la espalda de sus hijos para animarlos.

Al pasar del día, era más que obvio el cambio del humor de la persona presente. Dominico ayudo en la construcción de casas, Luisa fue a ayudar a seguir con la construcción lo cual la hizo mucho más fácil. El líder del pueblo se queda contento recorriendo las casas. El milagro de Encanto, como en Esperanza se recorre por todo el pueblo. En el pueblo de Encanto la magia hace que las casas se vuelvan de colores mucho más vibrantes, pero en Esperanza la magia vuelve las fachadas de las casas blancas al paso de los días. Las calles empedradas de todo el pueblo. Las hermosas flores de todo el lugar, las flores color fucsia que adornan todas las casas de la zona. Todas, menos una casa llena de rosales.

- Buenas tardes. - Dijo tocando la puerta de la casa.

- Oh, milagro verte. Es un milagro ver al gran líder del pueblo aquí. - Dijo la mujer contenta, sus cabellos ondulados y largos, con una rosa en su cabello. La bella mujer le da una sonrisa. - Pasa, Pedro está dibujando en la sala.

- Gracias. - Dijo pasando a la casa. Un niño de cinco años se encontraba tirado boca abajo pintando. El niño de piel morena con cabellos lacios pintaba contento. Solo dio una sonrisa al hombre que entró a su casa. - Tu hijo cada está más grande rosa, parece un niño muy feliz.

- Lo es, tuve que pintar las paredes de nuevo porque a mi pequeño artista se le ocurrió pintar en ellas. - Dijo viendo al niño. - Es igualito a su madre. ¿Café?

- Por favor. - Dijo Dominico.

- Vaya, en serio te ves muy feliz. ¿Te reconciliaste con Camilo? - Dijo la mujer viendo contenta al hombre.

- No diría eso, pero pasamos una bella noche. ¿Qué hay de ti? Me sorprende que sigas aquí y no hayas ido a Encanto con Isabela, Rosa.

- Pedro prefiere estar aquí. Siempre ha desde que conoció le ha gustado más esta ciudad que estar en Encanto. Aunque su madre sea de Encanto. Por algo su puerta salió de este lado.

Rosa, la joven que alguna vez había estado molestando a Camilo por su interés únicamente monetario en Dominico. Fue la primera persona en querer irse del pueblo. Ella decidió irse a vivir al naciente pueblo de Esperanza y dentro de la comunidad se volvió muy querida. Ella se volvió la pediatra del lugar. Había estudiado eso y ejerce cuidando a los pequeños del pueblo. Lo sorprendente fue su cambio de actitud y su relación con una joven Madrigal, después de un tiempo su amor floreció y tras una boda un bebe llegó a este mundo. El pequeño Pedro quien fue nombrado así en honor a su bisabuelo.

- ¿Por qué no vienen a vivir a la casa? Hay cuartos disponibles y la puerta de Pedro se encuentra de este lado. - Pregunta el joven adulto viendo al infante que le entrega un dibujo suyo. A pesar de su edad es muy bueno dibujando y le encanta usar colores, por eso se encuentra relacionado con su don.

- No creo, sé que los Madrigal viven en la misma casa, puedo vivir ahí. Aunque tener esta casa me ayuda mucho, puedo atender a todos los niños. Es como mi oficina. - Dijo la mujer viendo a su hijo. - Ahora cuéntame, ¿Qué sucedió con Camilo?

Noche de VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora