Parte 12

50 9 8
                                    

Despierto recibiendo los rayos solares directamente sobre mis ojos, las cortinas están mal colocadas sobre el dosel. No recuerdo cuándo fueron movidas de esa manera, pero la idea es inmediatamente desechada al descubrir lo que se siente otro despertar entre los brazos de Ethan.

Me envuelve, su cabeza con cabellera despeinada sobre mi pecho, sus manos alrededor de mis senos, su pierna aplastándome.

Se hallaba profundamente dormido e irradiaba un calor sofocante. Demasiado sofocante.

Acaricio sus cabellos suavemente. Intento incorporarle. Ufffff, es muy pesado, nunca antes lo había sentido así. Finalmente, abre los ojos, de un rojo vino muy apagado.

- ¿Ethan? – me preocupo incorporándolo por los hombros – ¿Qué tienes?

- Nada. – responde desplomándose sobre mí una vez más –

- Estás ardiendo.

- Así es. – agrega restándole importancia –

- Ethan. – le regaño –

- ¿Qué? – me abraza – De repente estás preocupada por mi seguridad. Hubieras pensado en ello antes de decidir arruinar mi existencia de por vida. ¿Tienes idea de todo con lo que tengo que lidiar ahora mismo? – niego con la cabeza – No estoy acostumbrado al estrés. Y desde tu llegada mi vida se ve reducida a eso: estrés.

- Ethan...eres pesado y me estas asfixiando. – me quejo –

- Tu presencia es pesada y me asfixia. – arremete – No haces más que molestar y no traes beneficio alguno. – me abraza con más fuerza –

Se me escapa un gemido de dolor ante el fuerte abrazo que recibo. Resistirme no es una opción.

Rodeo la espalda de él con mis manos y comienzo a tararear un cántico. Su temperatura se eleva aún más mientras hunde su rostro en mis pechos. Haciendo que contenga el aliento.

- No me gusta discutir con Ellie. – susurra – Me deprime.

- Lo siento. – hablo con dificultad, su respiración sobre mi piel no me está haciendo nada bien –

Deja de abrazarme y se incorpora parcialmente para mirarme.
Lo sé. Soy lo más cercano a una manzana madura que una humana. Es el efecto que causa sobre mi cuerpo con su sola respiración. No puedo evitarlo.

Él me dedica una sonrisa torcida, de esas que colocan un hoyuelo muy bonito en su mejilla.

- ¿Por qué estás ardiendo? – pruebo a distraerlo –

- No comí nada durante el día de ayer, discutí con mi hermana terriblemente, tuve que ceder a su voluntad, estuve y estoy bajo mucho estrés y no dormí muy bien que digamos. – enuncia – En resumen: mi cuerpo está agotado y así lo expone.

- ¿Quieres algo de comer?

- No quiero levantarme de la cama.

- Voy yo. – propongo –

- No quiero, ni pienso moverme de mi posición actual. – dice impasible –

- ¿Qué tal si me muevo yo? – niega con la cabeza – Así te verías libre de mi asfixiante presencia.

- Tu presencia en mi cama no me parece asfixiante en lo absoluto. – ríe maliciosamente – Al contrario, me encanta, eres increíblemente cómoda. No pienso dejarte ir, no quiero. – dice mirándome directamente a los ojos –

- Ethan. – regaño –

- Evangeline. – alega juguetonamente –

Mantenemos el contacto visual durante unos largos minutos. Gris contra gris. Cierro los ojos suavemente y sonrío.

Luz Where stories live. Discover now