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— ¡VENGA CHUUYAAAAA! —

— ¡YA VOY, CABALLA, ESPERATE! —

Chuuya siempre tarda demasiado en arreglarse, sobre todo por su pelo, o simplemente porque no le convence el conjunto de ropa.

Dazai suspiró. — Chuuya a este paso te cortaré el pelo mientras duermes. —

— ¿Ah? —

Dazai volteó al sentir al pelirrojo hablar más cerca de él, y así fue. Chuuya estaba detrás de él, era hermoso.

Tenia un lazo azul atando su delicado cabello. Un traje grisáceo con una corbata azul marino. Sus pantalones conjuntaban con el color de la chaqueta del traje. Y sus zapatos eran de un negro puro y hermoso.

Dazai le miraba con cara de bobo, poco más y se pondría a babear.

— Podría contemplarte todo el día... — dijo el castaño hipnotizado.

Las mejillas de Chuuya se ruborizaron. Se acercó bruscamente a Dazai, tomó su mano y, tirando de él, salieron de aquel descuidado piso.

La pareja caminaba por aquél atajo que Dazai decidió tomar. No parecía que mucha gente hubiera ido por allí, pero bueno.

— ¿Seguro que es por aquí? — dijo Chuuya ya sospechando que se habian perdido.

— Siii... ¡Confía en mis instintos Chuu! —

— Algo me dice que no debería confiar en ellos... —

— Tonterías. Tú solo sigueme. — dijo orgulloso y lleno de valor el castaño.

Pero al dar el siguiente paso ambos cayeron en un agujero en mitad de la tierra.

— Ugh... — se quejaba Chuuya. Se puso rápidamente en pie y sacudió sus ropas ahora llenas de suciedad.

— Aah... — suspiró Dazai cansado. Aquella situación de por sí ya le daba pereza.

— ¡¡MIRA COMO HEMOS ACABADO POR CONFIAR EN TUS INSTINTOS!! — Chuuya regañó a Dazai durante un largo rato.

— Chuu.. no es momento de pelear. Salgamos de aquí primero, ya me estoy cansando y ni me he levantado... —

— ¡Tsk! — gruñía Chuuya. — ¿Y cómo salimos, Don listo? — dijo Chuuya tratando de hacer burla a Dazai.

— Las burlas no se te dan eh... —

— ¡TE VOY A MATAR! — Chuuya trató de lanzarle una patada instintiva a Dazai, pero aunque este la esquivara, él notó que eso nunca lo había aprendido antes. — ¿Eh? Yo no... — en ese momento Chuuya recordó algunas lecciones de defensa y ataque de la mafia. Sus horas de entrenamiento y más. — Osamu, ¿la mafia siempre fue tan dura respecto a los ataques? —

— ¿Qué? ¿A qué viene eso? Ah. Seguramente recordaste algo. —

— Sí, lo hice. ¿Sabes? La cara de la persona borrosa... puedo ver una venda tapando su ojo, además, es muy vago. —

Auch. ¿En serio el primer recuerdo no borroso que Chuuya tenia de él tenía que ser así?

— Bueno... ¿Y tus preciadas técnicas recordadas pueden ayudarnos a salir de aquí? — dijo Dazai con tono bufón.

— ¿Ah? ¿Intentas burlarte maldita caballa? —

Una sonrisa victoriosa se dibujó en la cara de Chuuya. Se dio la vuelta y, con toda la fuerzas y velocidad que tenía, saltó a las paredes de tierra, corriendo por ella hasta llegar a subir a la superficie.

— ¡JA! ¡BURLATE AHORA MALDITA MOMIA! —

— SÍ, SÍ. HAS GANADO PERO SACAME DE AQUÍ. —

Chuuya aún sintiéndose mejor que Dazai, estiró su brazo y ayudó a Dazai a salir de aquél enorme hoyo.

Una vez Dazai llegó a la superficie, suspiró y sacudió su ropa, quitando toda la suciedad posible.

— Necesito un baño después de esto... —

— Ahora que lo dices... —

Un silencio algo incómodo se formó.

— Comemos en mi casa mejor.

— Sí. —

Sin más que decir se retiraron de allí. Esta vez mirando mejor donde pisaban. Ambos tenían mucha hambre y querían llegar a su casa lo antes posible.

Dazai abrió la puerta de su casa de un golpe, aspiró todo el aire y dedicó la típica frase.

— Hogar, dulce hogar. — soltó el aire que había aspirado y se dirigió a la cocina a hacerse algo para desayunar.

Chuuya entró y al ver que Dazai iba directo a la cocina le detuvo.

— ¿¡A dónde crees que vas caballa!? ¡Dúchate primero, guarro! —

— Que quisquilloso eres Chuuya... —

Dazai cambió su camino al baño, con un Chuuya vigilando desde detrás. Ambos entraron en el baño. Chuuya se desnudó primero y abrió el lavabo para llenar la bañera de agua.

— ¿Me baño primero yo o tú? — preguntó el pelirrojo.

— ¿Qué dices? Los dos a la vez~ Así ahorramos agua, Chuuya —

La cara de Chuuya se turnó a un color rojo chillón y tartamudeando se negó varias veces mientras que Dazai seguía insistiendo, tirando del brazo de Chuuya dentro de la bañera.

El pelirrojo cayó dentro de la bañera junto a Dazai. Ambos sentían sus cuerpos mutuamente. Dazai estaba relajado pero Chuuya se encontraba demasiado nervioso. El castaño notó eso.

— ¡Relajate Chuuya! Ya nos hemos duchado juntos antes, aunque puede que no lo recuerdes. —

Chuuya suspiró y decidió relajarse. Apoyó su cabeza en el pecho de Dazai y cerró sus ojos en signo de paz. Dazai se alegró por la acción de Chuuya y, cerrando también sus ojos, sacó su mano del agua y masajeó suavemente la cabeza del pelirrojo.

Recuerdame, ChuuyaOnde histórias criam vida. Descubra agora