Capitulo 10

3.4K 341 51
                                    

–Tengo una sorpresa para ti. Ven. Volvieron  al  coche  y  unos  minutos  después  entraban  en  el  garaje  de la   casa donde Jungkook se quedaba y subían hasta el ático en el ascensor. Había  una  botella  de  champán  esperándolos,  y  Jungkook  la  descorchó  y sirvió dos copas.

–Enhorabuena  –le  dijo,  brindando  con  el  y  dando  un  sorbo  a  su  copa antes de darle un beso. Jimin estuvo a punto de derretirse con aquel beso.

–Esta   debe   de   ser   la   mejor   manera   de   beber   champán   –comentó    Jimin cuando por fin se separaron.

–A  mí  se  me  ocurren  otras  –le  respondió  él,  pensando  que  echaría  de menos  su  pasión  y  su  entusiasmo–,  pero,  antes,  te  he  dicho  que  tenía  una sorpresa. Tomó  su  mano  y  lo llevó  a  su  dormitorio,  donde  había  un  traje  colgado de una percha.

–He pensado que te gustaría ponerte esto para cenar. Jimin  dio  un  suspiro  ahogado  al  ver  el  traje vinotinto, Se giró a mirarlo.

–¿Y   me   lo   has   comprado   porque   te   he   dicho   que   no   tenía   nada   que ponerme para la cena? Podía haber buscado algo en casa.

–Pero  eso  no  habría  sido  divertido  –le  dijo  él,  tomando  sus  manos–.  He comprado  esto  para  ti  porque  te  lo  mereces.  Porque  eres  un Omega precioso  y mereces cosas preciosas, y porque estoy orgulloso de estar contigo.

–¡Oh,  Jungkook!  Eres  el  hombre  más  increíble  que  he  conocido  jamás. Gracias. Le dio un beso y él sintió que se excitaba todavía más.

–Te  dejaré  solo para  que  te  cambies  –le  dijo,  con  la  voz  ronca  de  deseo–, pero  ya  te  advierto  que  no  me  hagas  esperar  mucho,  o  no  llegaremos  a  la cena. Jimin  se echó a reír.

–No te haré esperar.

Haciendo  honor  a  su  palabra,  Jimin salió  por  la  puerta  veinte  minutos después.

–¿Qué te parece?

–Impresionante –respondió él, y era verdad. El  traje le quedaba a la perfección ceñido a su espalda con una pretina ancha que acentuaba su cintura, le sorprendía como Jimin podía tener el cuerpo marcado por el trabajo del ejercicio pero al mismo tiempo delicado

–Yo sí que he encontrado un tesoro hoy. Pareces  un ángel, un ángel creado por la diosa Luna para volver loco a cualquiera que te mire .

Tocó  sus   perfectos  hombros  y  lo  apretó  contra  su  cuerpo  mientras se embriagaba de su olor a vainilla y de su calor aquel olor que lo volvía loco a él y a su lobo. Jimin se echó a reír.

–En  ese  caso,  tú  serías  un  desendiente de la diosa Luna  –le  respondió–.  El  día  que  nos conocimos  dijiste  que  hacíamos  buena  pareja,  ¿recuerdas?  Que  el  mundo sería un lugar más seguro entre nuestras manos. Él  dejó  de  acariciarlo y  se  apartó.  Porque  lo  recordaba  demasiado  bien. Recordaba    sus    planes,    la    emoción    de    la    caza.   

Jimin había    mordido    el anzuelo  enseguida,  había  creído  sus  mentiras,  y  en  esos  momentos  era  suyo  y, de repente, Jungkook estaba deseando que el juego terminase.

Consiguió  sonreír  y  darle  un  beso  en  la  mejilla  a  pesar  de  que  se  sentía incómodo. Se dijo que eran los nervios.

–Ven –le dijo–. Debes de estar muerto de hambre. Lo llevó  a  un  restaurante  que  había  en  el  ático  del  edificio  vecino  al  suyo, con vistas a la ciudad. Jimin   estuvo  muy  animado  durante  toda  la  cena,  hablando apasionadamente  de  su  trabajo,  de  su  amor  por  la  historia.

DULCE VENGANZA |KookMin|Where stories live. Discover now