Placer Mortal.

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𝑷𝒍𝒂𝒄𝒆𝒓 𝒎𝒐𝒓𝒕𝒂𝒍:

Eran las 12 AM estaba acostado en mi habitación fumando marihuana, que era lo que generalmente hacía a esa hora de la madrugada. La prostituta que siempre contrataba llegaría un poco más tarde de lo habitual; mientras yo comenzaba a alucinar aunque ya era lo normal.


No se cuanto tiempo había pasado, pero sentí que pasaron años y me levanté para tomar mi teléfono que estaba en mi mesilla de noche que se separaba de mi por unos diez metros de distancia de la cama; tambalee un poco pero pude ponerme firme y seguí caminando, llegue a la mesilla y cogí mi celular, pero no tuve que llamar pues inmediatamente entro ella a la habitación.

Me miró y como si me hubiera leído el pensamiento me dijo:

-Ya se que me tarde mucho, pero es que tenía otros clientes.

- Solo la mire con indiferencia por que odiaba que me recordara que yo no era el único en su vida.

Yo ya estaba en ropa interior pues acostumbraba a esperarla de esa manera, ella estiro su mano esperando que le pasara el cigarrillo, pero no lo hice y solo le dije:

-Ven y has tu trabajo-, la mire con molestia mientras le ordenaba con la mano que caminara hacia mí y ella solo siguió las ordenes.

Comenzó a hacerme sexo oral, mientras yo seguía fumando y todo era como acostumbraba a ser. Después de unos diez minutos, sentí un brusco pellizco y ella levanta su boca que noto ensangrentada y esta sosteniendo con los dientes un pedazo de piel, mire hacia mi miembro y veo que un notable pedazo de él ha sido despegado.

Me levanto adolorido mientras ella solo me mira fijamente, con sus ojos penetrantes que están casi incoloros y una mueca grotesco que me eriza.

Trato de correr adolorido hacía la puerta, pero no puedo por que me jala la pierna izquierda con todas sus fuerzas, yo con todas mis fuerzas, le tiró una patada con la pierna derecha y puedo jurar que le quebré la mandíbula, pero solo giro un poco su cráneo y mordió mi pierna izquierda tan fuerte que sentí que me estaban cortando y estuve en lo cierto.

Increíblemente mi hueso se veía y yo no pude moverme, ella se arrastro en dirección a mi espalda y con todas sus fuerzas me dio un cabezazo en la espina dorsal, grite pero este se ahogo en el momento en que sentí la última mordida en mi cuello, para que luego se levantara y me enterrara el tacón de su zapato en el mismo lugar.

𝐷𝑒𝑠𝑑𝑒 𝑎𝑙𝑙𝒊́ 𝑛𝑜 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑒𝑟𝑑𝑜 𝑚𝑎́𝑠 𝑦 𝑣𝑖𝑣𝑜 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑒𝑙 𝑓𝑢𝑒𝑔𝑜 𝑦 𝑙𝑎 𝑠𝑎𝑛𝑔𝑟𝑒...

Escritos del maldito vacío. ✅Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum