Palabras del silencio

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Veo la lluvia caer en mi ventana empapada, lluvia que acompaña las lágrimas que caen de mis ojos al leer la última carta de mi hermana May, en el que narra aquella fatídica noche en la que tuvo su última pelea con Miguel mi esposo...

He aprendido a tener el mismo afecto, por aquellos que me han lastimado y he entendido que no todas las personas saben valorar el cariño que en algún momento se les ha dado.

No todas las cosas que parecen ser especiales lo terminan siendo. Y hoy lo entendí. Su mirada me lo demostró, sus labios me decían.

—Te quiero, pero—, sé que después de un pero siempre hay una excusa de por medio—, tenemos que hablar, tengo que confesarte que yo...—después de casi 7 años de un matrimonio relativamente feliz, me he acostumbrado a saber que cuando Miguel me va confesar algo siempre trata de algo malo—, yo te engañe con Amanda—.

Baja la cabeza y sus ojos están aguados, pero mi mente no puede procesar esa confesión.

Amanda es mi hermana, mi única hermana, mi mejor amiga, y quien me crió pues mi mamá murió cuando yo solo tenía 6 años y mi padre por su trabajo casi siempre estaba ausente.

— May yo...—no lo deje terminar y comencé que hablar.

— Por favor, no digas nada no necesito explicaciones ya suponía que me engañabas, y aunque aún no puedo procesar que haya sido con mi hermana debo entender que tu cariño por mí, ya está muerto—, dije con voz seria increíblemente sin ganas de llorar pero sí decepcionada.

— Yo te amo, eso sólo fue un error–, replicó el con la cabeza gacha.

— Por favor vete, si aún te queda aquella pizca de cariño que dices tener hazlo por mi bien.

El solo se va en silencio sin agarrar, nada de sus cosas. Yo subo a mi habitación tan calmada que ni yo puedo creer mi sensatez cuando debería estar alterada.

Me dirijo hacía una de las gavetas de mi mesilla de noche, y tomo mi único relajante y estimulante en mis horas de tensión. La droga específicamente la heroína.

Me hace volar y resuenan las palabras, que me dijo cuándo comienza a surtir efecto la droga.

Te quiero pero yo te engañe con Amanda.

¡Ja! Si en verdad me hubiese querido no me hubiera engañado. Y hoy mis afectos y deseos hacía el no han cambiado, pero sus palabras silenciaron mi ser y se ahogó mi alma y hasta hoy seré una muerta entre los vivos.

Después de allí se suicidó, tomo una pequeña aguja y se comenzó a perforar el cuello, estoy segura de que eso hizo pues cuando llegue Miguel tumbo la puerta y la encontramos ahí tirada en su propio charco de sangre, y su cuello agujerado. Y aún escucho su voz gritándome— ¡Perra!— y aunque soy feliz con el que era su esposo pido que donde este me perdone.


Escritos del maldito vacío. ✅Där berättelser lever. Upptäck nu