Capítulo 3

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Carlota Baskerville

Desperté en la mañana y me preparé para ir a la escuela, realmente no tenía ganas, haría lo que fuera para faltar, la única razón por la que quería ir era una personas, era él, aquel chico con unos ojos encantadores y una sonrisa radiante. 

Me puse un vestido que como de costumbre me llegaba hasta el tobillo y no era extravagante, la simpleza es mejor ante todo. Peiné mi cabello alborotado por apenas haber despertado, así es, las princesas también despiertan con todo el cabello alborotado. Solo acomodaba mi cabello para verme bien para él. Tal vez empezaba a sentir algo por Timmy, también le había puesto un apodo, genial, que se note mi sarcasmo, ahora estoy loca.

Escuché al mayordomo llamarme, bajé por las escaleras de mármol, caminé por el gran salón y luego lo encontré. 

-Señorita, alguien le mandó una carta -sentí mariposas en mi estómago-. Fue sellada por una T y una letra O, ¿sabe de quién se trata? 

-Por supuesto que sí -me dio la carta-. ¡Gracias!

Corrí a mi cuarto y sentada en el sillón de mi ventana, abrí la carta, anoche Tim había venido y creo que ya sabía por qué, dejó la carta, no solo vino a desearme las buenas noches. 

Abrí la carta con delicadeza, saqué la carta del sobre y empecé a leer. 

Hola Car, ahora que estás leyendo la carta quiero agradecerte por haber aceptado pasar el día conmigo, fue increíble. Con cada palabra, sonrisa o mirada tuya mi ser se llena de emociones inexpresables por palabras humanas.  Me gusta esta junto a ti, platicar contigo, reír contigo. Dicen que lo bueno nunca se olvida, creo que nunca voy a olvidarte...

Atentamente: Timotheé Olaf Capell.

Una sonrisa estaba dibujada en mi rostro, tomé la carta y el sobre, busqué bajo mi cama y saqué la caja en la que antes había guardado una carta, metí el sobre y la carta nueva, lo puse bajo mi cama otra vez y bajé al comedor para desayunar e irme a la escuela. 

-Lo más probable es que salga en una semana, iremos a hacer el acuerdo y entonces volveré -escuché decir a mi padre. 

Algo iba a hacer, algo importante, pero no me querían dar detalles, siempre al preguntar evadían la pregunta, cambiaban de tema o respondían de la forma más corta que podía existir. 

-Buenos días padre -entré al comedor y me senté en mi lugar-. El otro día me decías de unas personas que podrían ayudar mucho en algo, ¿quiénes son? ¿los conozco?

-Sí hija, los conoces desde hace mucho tiempo pero también ha pasado mucho tiempo que no los haz visto..

-Ajá, ¿hace cuánto los conocí? -pregunté alzando las cejas. 

-Los conociste cuando Abby estaba viva. -apreté la mandíbula, odiaba que lo dijera como si eso no fuera nada. Después ya no quise decir nada.

Mi madre entró al comedor acompañada de su asistente quien le iba diciendo sus pendientes, entre ellos ver al sastre por que tenía que hacerle unas medias, a mi también me las tenían que hacer pero no sabía para qué las necesitaban.

-Carlota, te peinaste. -habló sorprendida.

-¿Crees que no me importa mi aspecto, cómo los demás me ven? -En realidad me importaba un bledo si me veía bien o no, a los demás qué les importaba si yo estaba bien vestida o peinada, yo soy yo, yo debo estar feliz conmigo sin que me importen los demás, a fin de cuentas su opinión se me olvidaría pronto ya que tengo memoria de pez. 

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