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–Deja de venir. —le sugirió el alto—No ganas nada, solo sufres. No podré recordarte, me duele la cabeza al intentarlo.—una pequeña chispa de felicidad se encendió en él al escuchar solo la parte más importante, según él. Lo había intentado, había intentado recordarle.

–No te obligaré a recordar ahora. —se encogió de hombros picando más fruta—Puedes hacerlo lentamente, tómate tu tiempo.

Así transcurrieron dos semanas. Nunew le iba a visitar con entusiasmo, aun si no le recordaba, aun si le despreciaba.

Le dolía el pecho al ver como los ojos color café de su amante se iluminaban al ver a Nat. Al hablar con el pelinegro era en demasía amable, tierno y sonreía bobamente por él.

–Siempre ha sido igual de hermoso. —dijo al aire al verle salir. Nunew apretó sus labios volviéndoles una fina línea.

–Lo sé... —no pronunció palabra alguna después de eso. Picó la fruta y se la dio con algo de lechera y crema de leche, tal y como le gusta.

El resto del día solo se dedicó a mirarle fijamente, a detallar cada facción de su rostro, a admirar cada pequeño detalle de su cuerpo. Zee era hermoso en muchas maneras.

Cuando le dieron de alta, obviamente, se fue con Nunew a su pequeño hogar. Zee miraba la estancia, recordaba ese lugar. Vivía allí desde los diecinueve, pero no lograba recordar cuándo el pequeño castaño se había mudado con él.

–Si necesitas algo, llámame. —sonrió dejándole solo en la habitación que antes compartían.

Zee se forzaba a recordar algo que estuviera relacionado con Nunew, pero le dolía fuertemente la cabeza al hacerlo. De cierta forma le dolía ver como el más bajo sufría en silencio, pero no podía hacer nada.

                              (...)

–Traje galletitas de chocolate caseras.—Zee sonrió amplio al escuchar la voz de Nat en la estancia. Salió de habitación y bajo las escaleras delicadamente, recomendación del doctor, no llevar a cabo acciones que exijan demasiado.

–Gracias —se escuchó la delgada voz del mayor.— ¿Las comemos con leche? —vio como el pelinegro asentía enérgicamente.

–Hola —se limitó a decir recostado en la pared sin despegar su vista del chico con hermoso hoyuelo. Nu miró a ambos con ese dolor en el pecho que se presentaba seguido.

–Hola. —correspondió el saludo alegremente.—Veo que estas mejor. —el rubio se encogió de hombros acercándose un poco más.

–Gracias a los cuidados de Nunew estoy bien. —el castaño sonrió por el cumplido indirecto. Volvió su vista a los vasos en donde vertía la leche.

Después de unos minutos, los tres se hallaban descansando en el sofá, riendo de ocurrencias por parte de Nat. El que más reía era Zee, eso sólo le recordó a Nu, aquella etapa que vivió cuando el alto se enamoró perdidamente de Nat.
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Todo volvía a ocurrir...

La noche llegó y Nat se fue a casa. Se despidió de ambos agitando la mano felizmente. New recogió los utensilios ensuciados y los dejo en el lavabo. Mañana los lavaría, ahora solo quería descansar.

–Nu....—el mencionado le miró parado en el umbral de la puerta que daba a la habitación.

–No te preocupes, iré a dormir al sofá. —el rubio asintió, eso no era lo que iba a preguntar.— ¿Qué sucede? ¿Necesitas algo?

Zee dejó ver el hermoso puchero que hacía cuando se sentía nervioso o avergonzado, Nunew rió suavemente, imperceptible para el alto.

–Es... —le miró directo a los ojos— ¿Nat está saliendo con alguien? —soltó sin más preámbulo, Nunew sintió como un balde de agua fría le caía encima. Sonrió y negó.

Unknown|| ZeeNunew|MaxNat ✓Onde histórias criam vida. Descubra agora