Capítulo 40

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No había más que hacer, un hecho desafortunado hizo que su secreto mejor guardado dejara de ser privado y ahora le tocaba lidiar con las consecuencias. Levantó el mentón, se paro derecho y caminó por los pasillos a sabiendas de que aún cuchicheaban o se burlaban, eso no impidió que avanzara orgulloso hasta su clase.

Llegó hasta Eloi recostado sobre su pupitre, tocó su hombro y este lo miró.

— Quiero que escuches algo.

— Tom yo...

— Solo escucha, tú eres mi mejor amigo y te aprecio por todos los años en los que me apoyaste y ayudaste. Aunque realmente no puedo entender porque te molesta tanto lo que hago y odio eso, odio que por una cosa así dejemos de ser amigos, pero si así tiene que ser, esta bien, no quiero estar cerca de alguien a quien una cosa tan simple le molesta.

— Si tú intentaras escucharme. Pero es imposible razonar contigo.

— Bien dime, ahora soy todo oídos.

— La gente como tú lleva vidas horribles, en Nueva York por ejemplo, se la pasan drogandose, teniendo orgias y robando para costear su "estilo de vida"

— Deben haber algunas personas así pero no todas, también hay gente que no se trasviste y hacen todo lo que mencionaste.

— En todo caso esta prohibido, es un acto abominable, no puedes ir contra la naturaleza.

— ¿Por qué?

— Porque es una norma social y así lo dicta la biblia.

— ¿Sabes que más era una norma social? La esclavitud.

— Callense y traiganme una dona. — dijo el profesor al entrar al salón —

— ¿De dónde podríamos sacar una dona?

— Si no puedes darme una entonces solo shh.

— Será mejor que regreses a tu sitio. — dijo Eloi sin verlo —

— Seguiremos con esta charla luego.

— No quiero seguir hablando contigo, jamás llegaremos a un acuerdo.

Tom sonrió y soltó un suspiro desganado en esta acción.

— ¿Cómo es tan fácil para tí alejar a un amigo?

— Tú ya no eres mi amigo Tom, dejaste de serlo hace mucho.

Sintió frustración al pensar que el camino para convencerlo de que aquello no era algo malo era muy largo, sin embargo ya se había rendido, lo miró por última vez y recordó cuando lo conoció, con el cabello tieso de tanto gel que usó para intentar imitar a su padre y tío, lo miró por última vez y agradeció en silencio todos los buenos años comiendo pizza frente al televisor, lo miró por última vez y supo cuando no le devolvió la mirada que su amistad había terminado.

— Adiós Eloi, fue un placer.





































— Si necesitas algo puedes llamarnos.

— Gracias por su amabilidad.

— Tomalo como una forma de disculpa por no haber hecho nada cuando los molestaban.

— Fue algo cruel que me dieran la espalda, pero de acuerdo, les creo.

— Lo siento muchísimo, no hay excusa válida.

— Yo también, si Austin o alguno de esos idiotas hace algo otra vez yo misma iré a golpearlo.

— Confío en que así sea. — respondió Lili riendo —

« Cuando llega el otoño » Where stories live. Discover now