Capitulo 25

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Calculo que el atardecer ya había caído cuando dos mujeres y un hombre cruzaron la puerta de las mazmorras. Yo me encontraba medio dormida cuando el hombre se acerco a mi y sin ningún tipo de cuidado me libero de las cadenas que sujetaban mis muñecas. Mire por encima de mi hombro para buscar a Evelyn y Danika en la celda mientras me frotaba las heridas. Ellas me miraron con atención y Evelyn me hizo un seña para que me calmara. 

--Tienen dos horas -Soltó el hombre- No mas y no menos. Todo lo que necesitan esta en el cuarto del fondo. 

El hombre salió con grandes zancadas y azoto la puerta detrás de el, un poco de polvo cayo desde el techo cuanto lo hizo y este casi me hizo estornudar. 

--No se lo tomen a pecho -Solté mientras me frotaba los ojos con las palamas de mis manos- así es de idiota y gruñón. 

--Arriba- dijo con voz fuerte y exigente- ahora. 

--y veo que no es el único. -hago una mueca- 

Trato de ponerme de pie, pero mis piernas tiemblan con brusquedad. La chica bufa al ver mi intento deplorable de ponerme de pie, me toma del brazo con brusquedad y me jala. Suelto un grito ahogado cuando pone una mano en mi espalda en mis heridas todavía abiertas por los azotes que recibí ayer en la noche después de la visita de Peter. Evelyn la única sanadora de la manada estaba encerrada así que no había nadie quien pudiera sanarme. 

--Calíope  -dice Evelyn desde los barrotes de la celda- escúchame por favor...

La chica de cabello castaño, delgada y con una horrible cicatriz de garras en la mejilla ignoro completamente a Evelyn y me guio hasta adentrarnos cada vez mas y mas al fondo de las mazmorras.  Mire por ultima vez a Evelyn que no despegaba su mirada de mi. Su cabello rubio fue el ultimo resplandor que vi cuando me hicieron adentrarme en la oscuridad. 

***

--desnúdate 

Soltó Calíope mientras su acompañante encendía unas cuantas velas en el pequeño lugar donde nos encontrábamos. La luz ilumino el lugar que al igual que el resto de las celdas olía asqueroso, había humedad en todos lados y podría jurar que vi una rata pasar por un montón de heno justo detrás de Calíope.  

--Lo lamento, pero no me van las chicas. -Me encogí de hombros- 

Calíope gruño y yo solo puse los ojos en blanco. 

--El alfa quiere que te preparemos para esta noche. -Soltó la acompañante de Calíope- Ahora veo porque lo dijo. Apestas a mierda. 

--Estas segura que no te estas olfateando a ti misma. -Solté y de nuevo un gruñido como respuesta-  

--No estamos jugando niña -sentencio Calíope- ahora desnúdate rápido y metete en la tina a no ser que quieras latigazos como motivación para que lo hagas. 

Perra! La mire a los ojos, la rete, pero al final accedí. No podía arriesgarme a que esos nuevos latigazos echaran a perder mi plan de escape. 

Con cuidado me deshice de la parte de arriba de mi vestido ya echo girones, apenas lograba tapar mis senos que se estremecieron al sentir el frio del lugar cuando los descubrí. El vestido cayo en el piso húmedo y sucio al igual que el, la sangre que lo adornaba apenas podía camuflarse con la oscuridad que nos rodeaba. Por extraño que fuera no sentía vergüenza alguna al mostrarme desnuda, tal vez porque ellas eran mujeres o tal vez porque la poca vergüenza  que me quedaba me la quitaron a latigazos. Con pasos firmes, pero cautelosos entre a la tina de hierro frente a mi. Calíope abrió la llave de agua a un lado y esta llego a mi congelándome por completo. 

--Comienza de una vez Briseida- Ordeno Calíope a su compañera.-

Briseida me tomo del brazo con brusquedad y comenzó a tallarlo con fuerza con una de esas esponjas naturales que si no mal recuerdo se conocen como zacate. Algunas lagrimas recorrieron mis mejillas cuando Briseida comenzó a tallar mis muñecas, sobre las heridas que los grilletes me provocaron y mis lagrimas se convirtieron en gritos de agonía cuando esta siguió con mi espalda. 

Gran Lobo FerozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora