El primero de marzo me cogió desprevenida, pero que se puede se puede.
Les invito a pasar el cumpleaños número cuarenta y dos de uno de nuestros pelirrojos favoritos. Tendremos a Harry y uno que otro problemita de la vida diaria.
Disclaimer: ningu...
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2 de Marzo de 2022.
Después de la pizza y mucha más charla decidieron ir a Hogwarts porque Harry quería saludar a los niños.
Mandaron una carta a McGonagall con la certeza de que la mujer respondería no mucho después. Ron había llamado a Lily y James para verse el día siguiente.
Dos horas después la pareja llegaba vía flu al despacho de la directora de Hogwarts.
—Buenas tardes señor Potter, señor Weasley —la mujer hizo un leve movimiento acompañando los saludos— me alegra verlos de nuevo, los niños deben estar en el patio o en alguna parte. Creo que son expertos con los pasadizos de Hogwarts para buscarlos.
Los dos sonrieron y saludaron para finalmente irse.
Volver al castillo era una buena experiencia, los recuerdos —tanto buenos como malos— regresaban a sus mentes y adornaban sus labios con sonrisas melancólicas. Caminaron durante dos pasillos y encontraron algunos alumnos por aquí y por allá. Al principio los ignoraron pero luego una que otra mirada fue hacia ellos; primero interrogante, luego sorprendida para pasar a la admiración y en algunos de miedo o emoción mal contenida. Los dos sonrieron replicando el gesto de aquellos que los hicieron primero y respondieron saludos. Como el chisme volaba en Hogwarts, a la hora de salir al patio vieron muchos grupitos hablando en susurros y las miradas intensas sobre ellos.
Efectivamente Abigail estaba allí jugando con unos compañeros voleibol, Harry se iluminó al verla y estuvo a punto de correr hacia allá de no ser por el brazo de Ron reteniéndolo.
—¿Qué-
—Creo que va a ser raro si llegas de la nada y la llamas en frente de medio colegio...
—Pero-
—Amor.
El moreno lo pensó; para él, como un chico que siempre (incluso después de saber que estaban muertos) había anhelado que sus padres llegaran hubiera sido maravilloso estar un día compartiendo y verlos llegar, que abrieran sus brazos para él. Pero Ron tenía un poco de razón, estaba en plena adolescencia con sus cosas de «Ay, soy grande y responsable, no los necesito» y había visto al pelirrojo pasar vergüenzas que en realidad sus padres no querían hacer a propósito...
—¿Entonces? ¿Esperamos hasta más tarde?
—Sí.
—Vale, busquemos a Hugo.
∆°∆°∆
Hugo soltó una risa ahogada contra el cuello del moreno, risa que fue reemplazada por un débil gemido. Alessandro se rio también y se separó del cuerpo de su novio al sentir pasos viniendo de alguna parte cercana.
