𝔽𝕦𝕖𝕘𝕠 𝕪 ℍ𝕚𝕖𝕝𝕠 [Tanjiro x Tn]

꧁•13•꧂

Narra Kiyoko:

Los finos rayos del sol acariciaban nuestros rostros, ambos estábamos compartiendo mismo futón y el detalle más lindo fue encontrar un Tanjiro dormido frente a mí. Dormía plácidamente, su cabello estaba desordenado y tapaba su rostro, los retiré cuidadosamente pero éste se despertó.

- Lo lamento, ¿te he despertado? - Pregunté mientras apartaba mis dedos de su rostro.

El negó con la cabeza.

De repente, me rodeó con sus brazos en un cálido abrazo y con una voz baja y suave dijo en mí oído: "Buenos días".
Solo pude enterrar mi rostro en su pecho descubierto, pues mis mejillas ardían de vergüenza.

Un golpe de una puerta sonó de golpe, Inosuke entró y tras él Zenitsu.

- ¡Tonpiro! ¡El viejo de la posada nos ha dado comida! - Dijo mientras comía unas bolas de arroz.

- Tanjiro, ese sonido, hay otra cosa junto a tí, ¿no? - Preguntó Zenitsu, para que su teoría fuera acertada, ambos nos deshicimos de futón.

El grito de envidia se escuchó por toda la posada, solo se podía ver a tres jóvenes muchachos corriendo de un lado para otro.

- Bueno, vamos a tranquilizarnos, primero vayamos a comer algo. No se puede retomar un viaje sin haber comido algo. - Dicho esto bajé y poco después tres chicos bajaban detrás de mí.

Tras terminar de tomar el desayuno que preparo el casero de la posada, decidimos prepararnos.
Cuando estaba atando mi cinturón a mi falda, sentí unos brazos rodear mi cadera y un mentón apoyarse en mi hombro. Solo había alguien que hiciera aquellos cuidadosos movimientos y ese alguien era Tanjiro.
Sin soltarme dijo con un tono un poco melancólico: - Tú y Nezuko sois los más importante que me habéis pasado. Ella es la única familia que me queda y tú me has ayudado a preocuparme por mí. -

Me giré para poder ver su rostro y con mi dos manos, sujetarlo para poder dejar un beso en sus labios.

Tras terminar de reorganizar todo, proseguimos nuestro camino hasta llegar a un bosque donde lo único que había era un castillo abandonado.

De repente Tanjiro y Zenitsu se pararon de golpe y ambos dijeron de forma unánime: - Hay algo ahí que es demasiado peligroso. -

En verdad, razón no les faltaba, pues aquel demonio mató a todos mis discípulos sin escrúpulos.