1.

2.6K 295 28
                                    

Mirando los rábanos una oleada de nostalgia invadió a Wei Wuxian. Su pequeño rábano había sido sacado de su lado hace quince años. Años en los que había logrado todo lo que quiso hacer con los Wen. Tenían un lugar seguro en donde vivir, había ayudado gente que lo necesitaba y sobre todo, ya no era perseguido. Después de su escape todos creyeron que se había lanzado por un acantilado buscando el fin de sus pecados.

Tenia que decir que en parte era cierto, el había saltado con su hijo en brazos. Pero todo en medio de la desesperación de que el talismán de teletransportacion funcionara correctamente.

-Daoren Wei.- Escucho ser llamado.- ¿Qué le parecen las cosechas de esta temporada?

- Son fantásticas laoren, hace mucho no veía un rábano que no fuera negro, este color le hace ver un poco más apetecible.- se burlo un poco.- Excelente trabajo.

- Todo es gracias a Daoren Wei, sin su ayuda no tendrían suelo ni semillas que jerminar.

-Por favor, yo solo me encargo de que estén sanos, son ustedes quienes nos mantienen vivos gracias a su fantástica comida.

La señora mayor algo sonrojada acepto los alagos de su señor. Pero lo que decía era totalmente de corazón, hace quince años cuando escapaba de cualquier persona con espada, que le intimidaba y aborrecía por su apellido Wen. Fue entonces cuando mientras ella y su hijo mayor huían de una horda de personas. Se habían topado con un joven atractivo y su pequeño hijo. Los habían llevado a un refugio escondido bajo un manantial aparentemente congelado. Allí se encontró con más Wen y personas que los apoyaban.

- Daoren Wei - Una segunda voz le llamó a sus espaldas.

- Ateng deja de llamarme de esa manera con Wei Ying es suficiente. - Contesto mirando al joven que lucia avergonzado.

-Daoren Wei -Murmuro derrotado.- Sabe que no puedo hacer eso.

- Esta bien. Como quieras, ¿Qué es lo que necesitas?

- Ayian requiere su presencia, esta en su habitación.

Wei Wuxian sonrió ante la mención de su hijo.

-Iré. Laoren siga así, la comida será perfecta para esta noche. - Le hablo a la mujer mientras dejaba las huertas  y tomaba su camino para encontrase con su hijo.

De camino se topó con más personas a su cuidado, todas ellas le saludaba con absoluto respeto. Wei Wuxian no perdía su tiempo y murmuraba algunos saludos. Cuando llego junto al reconstruido lago de loto que construyó inspirado en uno de sus antiguos hogares. Junto al lago estaba una pequeña casita, nada diferente a las otras al rededor, su única distinción era el lagito antes mencionado.

-¡Ayian, Baba está en casa! - Se anuncio tan pronto abrió la puerta.

-¡En la cocina! - Escucho de regreso.

Wei Wuxian no dejó su sonrisa mientras estaba en la cocina. Su niño de diecinueve años estaba cubierto de rastros de arroz integral en su rostro y en todo el suelo.

- Baba, creo que el arroz me detesta.- Lloriqueo con un pequeño puchero en sus labios.

-Ay mi niño. - Le consoló mientras lo atraía en un abrazo. - El arroz es malo solo cuando no tienen picante, ¿Cuántas veces te lo he dicho?

- Pero a Aying le da dolor de estómago cuando Baba usa demasiado condimento y además Baba... - Sus palabras quedaron en nada cuando notó una expresión extraña en su padre. - ¿Baba?

Wei Wuxian se había quedado estático. Mientras escuchaba a su hijo justificarse por su desastre. Hace años había perdido su núcleo dorado, pero extrañamente, justo en ese momento había sentido algo fuera de lo normal. Era como un pequeño aleteo dentro de su ser. Era como sentir ser teletransportado por su amuleto.

EngañoWhere stories live. Discover now