Cumpliendo un objetivo

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—Padre...

La pequeña Kanata veía preocupada el charco de sangre que su padre había tosido

Kagaya solo sonríe.

—He sido al que más tarde se le han presentado los síntomas de la maldición, 23 años, papá a esta edad ya estaba ciego y no se podía ni mantener en pie.

Amane empieza a atenderlo.

—Deberías guardar reposo, nosotros nos haremos cargo de los cazadores durante al menos tres días, si no mejoras se lo diremos a los pilares ¿Vale?

La sonrisa de nuestro ShippMaster se amplía.

—Vale.

Con en enfermedad avanzando, el cuerpo inicialmente débil de Kagaya ahora se hace aún más.

Pero él era optimista.

[ · · · ]

Tras el susto que Kyojuro les dio, los planes dejaron de desarrollarse.

La reunión de pilares complementó el desarrollo de los planes, aunque sería pesado el resistir con algunos pocos pilares menos.

—Al fin descansaré... y veré a un universo agradecido.

Kagaya, de cara al crepúsculo distante, susurra en voz baja.

—¿Qué haces?

Amane lo mira bastante extrañada.

—Mis niños ya no necesitan de mi ayuda para juntarse, perdí mi razón de ser.

—Oyakata-sama...

Kagaya ríe.

—Hace tiempo no me llamabas así.

—¿Eh?

Ambos se miran.

—Mi visión se hace cada vez más nula, bien podría decir que no veo mucho más allá de mis manos.

La mujer a su lado deposita su mano sobre la de él, tomándola con fuerza.

—Aquí sigo.

Una sonrisa aparece en la cara tranquila de Kagaya, luego él se recuesta levemente sobre su esposa.

—Esta paz me parece muy ajena a mi puesto.

Amane se acomoda para que él esté mejor posicionado.

—Migu ga hana, Oyakata-sama.

—No es lo que esperaba, realmente.

Ambos ríen en voz baja.

El entrenamiento de pilares sucedía mientras ellos esperaban ese día.

Ese trágico día.

—Iré a dormir.

Amane aprieta la mano que en ningún momento soltó.

—Eres realmente alguien maravilloso, Kagaya.

Él parece sorprenderse cuando escucha sus palabras, luego sonríe tiernamente.

—También te quiero mucho, Amane.

—No lo decía por eso...

Kagaya se separa de ella y puesto en pie, vuelve a ver hacia el atardecer.

—Estoy satisfecho por tener un final tan bonito.

—... habría querido uno aún mejor.

En el corazón de Amane se desarrollaba una intensa batalla personal.

Entre insultos a los dioses, como ideas de cómo cumplir el objetivo sin necesidad de ir al extremo.

Pero todo decantaba en lo mismo: nada.

No había otra.

Aprieta sus dientes y también se pone de pie.

Su mano se extiende para detener a Kagaya, pero al final se detiene.

—Cumpliremos un objetivo. Un lugar mejor para las generaciones siguientes.

La voz tranquila de Kagaya sonaba en el fondo triste, pero Amane no diría nada.

—Lo haremos. Te aseguro... que lo haremos.

Esa noche alguien visitó al ShippMaster, un familiar suyo.

Y la perspectiva de esta historia, escrita gracias a él... acabó.


FIN.

The ShippMaster: SpecialsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora