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La clase había terminado. Ambos se sentaron en las gradas para calzarse.

― ¿Necesita que lo lleve? Hoy puedo hacerlo yo mismo ―se ofreció el pelinegro.

―No será necesario, he venido en auto, pero muchas gracias.

―Lo acompaño, yo también he traído el auto.

Baji se puso de pie y se quitó la parte de arriba del judogi dejando a la vista su torso desnudo. Kazutora apartó la vista rápidamente con la cara más caliente que un plato de sopa recién hecho. Baji lo notó.

―No se asuste de mí, no tengo nada que usted no tenga ―dijo riéndose.

―Ah... ya, es solo que me pilló desprevenido, y... no quería incomodarlo.

―Pues yo creo que el que está incómodo es usted. ¿Nunca se ha cambiado delante de otros hombres? ―preguntó mientras subía la cremallera de una sudadera azul oscuro que se había puesto sin poner por debajo ninguna camiseta.

―Claro que sí, solía ir al gimnasio y a la piscina, pero no sé... supongo que me entró vergüenza ―respondió el rubio.

―Después de haberse pasado una hora tirándome al suelo ya no debería sentir vergüenza.

Baji hablaba con Kazutora con total tranquilidad. Como si se conocieran de toda la vida, si no fuera por ese trato de usted. Kazutora se preguntaba en qué punto comenzarían a tutearse.

El sensei lo acompañó en el ascensor, donde volvió a sacar ese libro y a leerlo delante del profesor, ignorándolo completamente. Al rubio le molestó que volviera a leer cosas así en su presencia con tanto descaro, pero aprovechó su distracción para echarle miradas furtivas. Era demasiado atractivo como para dejar de mirarlo.

Al pasar por la recepción, el chico que allí se encontraba paró a Baji para darle unos papeles y recordarle la hora de unas reuniones que tenía. Al hombre parecía no gustarle nada tener que asistir a ese tipo de eventos, su cara lo decía todo

―Me tengo que ir ya.

― ¡Baji! Esta reunión es importante, debe preparar los papeles para el viernes. ¡No se olvide o se las verá conmigo!

―Si, si...

Kazutora lo esperaba viendo toda la escena desde la puerta porque al salir del ascensor el sensei había insistido en acompañarlo hasta el coche. El de mechas rubias no pudo evitar sorprenderse al ver como el que debía ser el empleado de Baji lo trataba como si fuera un niño pequeño. Aunque Baji parecía más que un niño, un adolescente pasota.

―Vámonos antes de que se acuerde de que tengo que hacer algo más ―dijo mientras pasaba al lado de Kazutora y salía del edificio.

― ¡Baji! ¡Espera! ¡Te olvidas los papeles de la reunión! ¡Vuelve aquí! ―gritó el recepcionista― ah... un día de estos va a matarme de estrés.

Los dos profesores se pusieron camino al auto del joven maestro.

―Parece que es un hombre ocupado, Baji.

―No, es solo que el se preocupa demasiado, esos papeles se pueden rellenar en dos minutos.

Cinco minutos fue lo que tardaron en llegar a ver el auto del profesor.

―Ahí está mi coche, muchas gracias por acompañarme.

―No es nada, tiene un auto bonito, yo tenía uno muy parecido hasta que mis socios me regalaron uno nuevo.

―Tiene buenos socios.

―A mi me gustaba mi antiguo auto, pero ellos no lo soportaban, les daba vergüenza venir conmigo a los sitios.

teacher's; bajitora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora