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Habia entrado al baño a lavarme las manos, se me había explotado la tinta de la lapicera y era un asco.


Estaba tan en mi mundo que no me di cuenta tan rápido que había alguien más, igual no me juzguen, estaba sentadida en un rincón llorando, imposible verla apenas entraba.

Me costó reconocerla, era Nerea, la delegada del curso.
Era raro verla en ese estado, sola, llorando, con toda la cara roja y los ojos hinchados
Era raro verla así y eso que la conozco desde hace casi diez años.

— ¿Estás bien? — Que pregunta pelotuda, hasta yo me sorprendí con tremenda pregunta pero en ese momento no sabía que decirle.

Parece que no se había dado cuenta de mi presencia por el susto que se pegó.

— Si, perdona, ya me iba — dijo levantándose, si que la situación estaba jodida.

— Nerea, en serio te pregunto ¿estás bien?

— Si, ya te dije que sí — Okay, me merecía ese trato después de la pregunta tan boluda — ¿Podes... No decirle nada a nadie de que estaba llorando? Por favor.

— Eh, claro, si, tranquila

Ella se empezó a lavar la cara como para tratar de que no se note ¿Acaso no se miró bien al espejo? Tenía toda la cara roja, los ojos súper hinchados, era imposible no darse cuenta de que estuvo llorando.

— ¿Es por eso, no? — okay, no me juzguen, era muy joven, me salía de naturaleza ser tan idiota.

Me miró, miró al suelo, volvió a mirarme y asintió.

Querido desconocido...Where stories live. Discover now