𝕱𝖑𝖆𝖒𝖆

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Kaz Pitch

—Perdimos tantos días... —.Sy muerde mi cuello, aparta mis mechones del lugar y continúa—. Tantos...

Estar aquí abajo, en las catacumbas, en plena oscuridad de la noche y con ella; había sido mi sueño adolescente imposible.

—No creo que hayamos perdido el tiempo en absoluto —replico jadeante—. Es decir, lo hubiera dado todo hasta hace menos de un año para estar justo como estamos pero... —ella detiene los besos con sutileza, como si no deseara romper este momento, así que con me busca con la mirada despacio—, creo que tú y yo vivimos lo que debíamos para saber que aquí y ahora es dónde pertenecemos.

—Por Crowley —. Su nariz se pega de nuevo en mi piel. Me provoca cosquillas—. No sabes lo mal que me pone cuando usas tu cerebrito vampírico para convencerme de algo... —me respira profundamente y una vez habiendo exhalado, agrega: —Bueno, como me ha puesto siempre, cuando hablas elegante e intelectualmente... —apenas desentierra su nariz de mi clavícula para decirlo—, es tan Kaz.

<<Mi yo de 13 años estaría temblando, y muy probablemente llorando al oírla decir esto...>>

—Sy —la tomo por el cuello con ambas manos, sus ojos me buscan. Yo la puedo ver a través de la pesada oscuridad, pero ella no a mí. No tiene esta habilidad única de vampiro—, ¿profanarías tierra sagrada conmigo?

Sus manos cálidas bajan hasta mi cintura y ríe—. ¿Alguna vez planeaste decir eso? Porque sonó como una frase de novela eróticas cliché.

Comienza introduciendo sus manos debajo de mi ropa. Las mías ni siquiera sé donde las tengo, con ella al mando, soy demasiado vulnerable y, decir que poseo autodominio sería mentir.

Amo como incluso en estas condiciones intenta burlarse de mí. Miro hacia abajo, hacia ella. Su estatura sugiere que yo sea quien tome el mando en la situación, pero no es así. Tampoco quisiera en lo más mínimo cambiar de posición.

—Amo tu humor —susurro.

Me recuerda aquellos viejos tiempos cuando nos molestábamos; y a los nuevos, en los que con picardía nos amamos.

—¿Amas mi sentido del humor o te prende mi sinceridad? —cuestiona.

Finalmente dejo de jugar y atrapo sus labios. Sí, amo esa honestidad suya que la hace tan real.

Éste es el primer beso del día así que lo aprovecho... desde ayer que se siente tan lejano el acto.
Siento su aliento demasiado cálido entre mis fríos labios, ambientando mi temperatura. Los colmillos bajan.

—Me prende saber que indirectamente apruebes mi propuesta de novela erótica cliché —respondo.

Sus manos me aprietan fuerte consigo, haciendo que sus caderas se peguen a mi cintura y que su pecho encuentre lugar bajo el mío.

Su respiración ya no es humana, es salvaje, como el aliento de fuego de un animal.

Sy, me besa.

Estar consciente de que nos enrollamos en tierra sagrada, frente a mis ancestros en las catacumbas y en el lugar exacto donde suelo alimentarme tras cazar, desata ciertamente ese morbo del que ella habla, en mí.

Con cuidado envuelvo mi lengua en la suya, impidiendo que mis caninos corten sus labios.

Me deja guiar sus movimientos y hago que descienda conmigo hasta quedar sentadas en el suelo de roca. Sy pasa sus piernas por encima de las mías, posicionando sus rodillas como soporte para descansar y entonces mis dedos sujetan sus muslos fuerte, lo suficiente para marcarla pero no lastimarla con mi fuerza sobrenatural.

SnowBaz/ SnowKazWhere stories live. Discover now