Entrada 08: El anillo.

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—Jamás nos dijo que tenía algo así.

—Jamás consideré que fuera necesario.

Sherman estaba... Escondiendo muy bien su enojo.
A la mañana siguiente de haberle dado el anillo a Oliver, le habían avisado que tendría una cita con Sherman por la tarde.

Le resultaba extrañamente conveniente que ahora sí tuvieran tiempo.

—Un clase-D no puede simplemente poseer a un SCP— bufó.

—Ese anillo no está registrado en sus archivos, doctor— le recordó con un siseo, no iba a permitir que se lo quitarán.

—Usted sabe que ese anillo está registrado— Peste no dudaba que Sherman le hubiera saltado al cuello en ese momento si no fuera porque el muerto terminaría siendo él.

—No. Ustedes tienen a... ¿Cuál era el número...? 714. No es el mismo. 714 está en su lugar ¿No es así?

Sherman se quedó en silencio, apretando los dientes y mirando a Peste directamente, sin parpadear.

—¿Cuál es la diferencia entre los anillos?— preguntó entrecerrando los ojos.

—Sus cualidades— respondió secamente. La verdad era que no quería hablar ahora, sólo quería regresar con Oliver.

—¿Y sería tan amable de decirme cuales son?

Suspiró. Si eso hacia que lo dejarán tranquilo...

—A diferencia de 714, este anillo no posee las mismas debilidades. También da una tolerancia a ciertos químicos a quién lo porte, y por lo tanto evita que mi toque pueda afectarle, pero la única desventaja de éste radica en qué el portador va a empezar a tener sueño hasta pasadas 50 horas con el anillo, después de eso debe dormir 6 horas y estará como nuevo. Debo admitir que no estoy seguro de si tiene más propiedades, eso es algo que el tiempo dirá. Por otro lado 714, como usted sabrá, ocasiona cansancio a los pocos minutos y, bueno, tiene muchas más repercusiones negativas.

La cara de Sherman seguía siendo un montón de maldiciones, pero ahí estaba ese brillo de curiosidad que todos los científicos poseían.
Y se esfumó en cuanto el doctor dejo de hablar.

—¡Sigue siendo...!— tomó aire—. Sigue siendo una tontería que un simple Clas...-

—Le voy a pedir que tenga cuidado con sus palabras— amenazó. No hizo falta que levantara la voz para que sus palabras resonaran fuertemente en la sala.

Sherman se quedó en silencio un momento, con una expresión que paso del miedo a una sonrisa muy desagradable.

—Dios mío. Voy a vomitar del asco— se rio, levantándose del asiento.

El doctor lo siguió con la mirada, retándolo a decir cualquier cosa.

—¿Cómo puede ser...?— comenzó a balbucear para sí mismo, dando vueltas del otro lado de la sala—. No es justo que... Dios mío...

En un momento parecía que estaba perdiéndose en su propia mente, al siguiente había estrellado ambas manos contra la mesa, inclinándose peligrosamente al médico, respirando agitadamente y con los ojos a punto de salirse de sus cuentas, en su cuello se podía ver una vena a punto de tronarse.
Abrió la boca, y fue una sorpresa que lejos de salir un grito, saliera un lastimoso quejido.
Entonces volvió a levantarse y en esta ocasión camino dando pasos fuertes hasta la puerta, la cual abrió resbalando su tarjeta con furia y salió de la misma forma.

Todo se quedo en silencio. La anomalía se quedo sola y se preguntó qué demonios acababa de presenciar.
Pasarón 5 minutos que parecieron eternos y lo único que pudo hacer fue cerrar los ojos y esperar. Sólo quería ir a su contención, agarrar a Oliver y no soltarlo jamás. Apenas había logrado tocarlo y ahora no quería pasar ni un segundo sin sentir esa piel y ese calor bajo sus manos. Santo cielo, sólo quería que le llenarán los pulmones de lavanda, le inyectaran el tranquilizante y le pusieran las restricciones. Jamás pensó que llegara a desear eso, menos aún con tanta desesperación.

Nuevo sujeto de investigación: Emociones humanas. (Peste x Oliver)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora