XII

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Mi muñeca todavía tenía marcas de cuando solía tenerme atada.

Ha pasado una semana, pero las cicatrices son tan profundas que no se han desvanecido.
Una persona normal habría ido a la policía y les habría contado sobre una maníaca enferma a la que le gustaba torturar a las mujeres usando la excusa de un juego.

Me senté en la bañera llena del aroma de una bomba de baño. Tomé un sorbo de vino y me pregunté qué iba a hacer con mi vida ahora que no era una cautiva.

Cada día se prolongaba como cualquier otro y el aburrimiento se filtraba en mis venas.

Aburrimiento, ansiedad, depresión y pensamientos que no debería tener.

Por lo general, tomaba pastillas por la noche para dormir mejor, pero mientras estaba cautiva, no las necesitaba porque Lauren trabajaba mucho en mi cuerpo; no tenía problema para conciliar el sueño.

Tampoco tenía que pensar en mi futuro, o en lo que iba a comer. Solía ​​ser una vida libre de estrés. Bueno, aparte de los pensamientos de morir en manos de una potencial asesina en serie, no tenía que pensar en nada más.


Mi teléfono sonó en la sala de estar.

Salí de la bañera para envolver una toalla alrededor de mi cuerpo. El teléfono seguía zumbando cuando lo recogí.

- Hola mamá -

- ¡Camila! -

Sólo podía adivinar de qué se trataba.

Mis padres no me llamaban a menos que fuera mi cumpleaños, un aniversario u ocasiones como el Día de Acción de Gracias o Navidad, así que esto podría ser una diatriba sobre cómo no los había llamado para felicitarlos o podría estar en serios problemas por algo completamente diferente.

- ¿Has vuelto de tus vacaciones? -

- Sí. Regresé la semana pasada - Completamente jodida y magullada.

Preferí guardarme esa información para mí.

- ¿Fue genial? -

- Fue un cambio agradable de la rutina normal - No necesitaba saber que el breve interludio fue interrumpido por mi estupidez y la terquedad de Lauren.

- ¿Cómo estás, cariño? -

Traducción: ¿Estás durmiendo sin las pastillas? No te volverás a pinchar con agujas, ¿verdad?

- Estoy bien, mamá -

- Los Graham van a tener una fiesta en su residencia. Tu papá no puede asistir, cariño. Me preguntaba si irías conmigo -

Gruñí.

Odiaba las fiestas.

- Mamá, sabes cómo me siento acerca de asistir a fiestas. Prefiero quedarme en casa -

- No te habría preguntado si esto no fuera importante. Por favor, Camila, nunca te pido nada -

- ¿Pero por qué tienes que asistir? -

- Porque están lanzando su nueva línea de ropa y tu padre está invirtiendo en ella. Necesito asistir esta fiesta -

- Está bien, iré -

- ¡Genial! Sabes dónde es la dirección, ¿verdad? -

- Por supuesto -

- La fiesta empieza a las siete de la noche -



***


Me puse un vestido largo de raso verde mar, sin mangas con una abertura que iba desde la mitad del muslo y tacones a juego y un bolso de mano con él.

Wicked GamesWhere stories live. Discover now