Capítulo 36

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No podía dejar de pensar en Camila ni si quiera cuando estuve dentro de mi habitación, estaba preocupada por ella y lo que había visto sobre el Citalopram. Me sentí tentada de tocar la puerta de su habitación y entrar a hablar con ella al respecto o tal vez solo acostarme junto a ella unos minutos y pasar más tiempo juntas; la verdad, me preocupaba demasiado pensar que Camila tenía un problema grave y aún más que sin querer yo fuera la culpable de eso.

Si me ponía a pensar a fondo si me había dado cuenta de muchas de las actitudes de Camila que estaban fuera de lo normal, como su exagerada necesidad de beber agua, que siempre estaba muy inquieta, más nerviosa de lo que la he llegado a mirar desde hace unos meses, a veces muy tarde la conseguía despierta de alguna manera o despierta desde muy temprano. Entendía que era mamá y obviamente estaba en nosotras despertarnos temprano, pero a veces ella estaba despierta desde exageradamente temprano, como si no durmiera y me preocupaba el hecho de que no creía que Camila hablase con nadie sobre eso. Osea, si, con su psicólogo y también un psiquiatra porque esas medicinas que tomaba deberían estar recetadas por un médico para poder obtenerlas, ¿pero ella se sentía bien con eso? ¿se sentía bien hablando de eso solo con los médicos?

Me dolía pensar en que eso estuvo pasando y yo me di cuenta de cosas pero no estaba concentrada y no presté atención a lo que le sucede a mi esposa y ella es tan buena mintiendo, diciendo que estaba bien que me dejé llevar por eso y nunca le pregunté nada.

Que idiota.

Había llegado la hora de ser su esposa así como ella ha sido la mía todos estos meses y también, regresar a mi casa con ella y los chicos. Eso era lo que hablaría con ella en la mañana.

Por alguna razón, esa noche perdí el sueño. Quizás fue por las cosas sobre mi esposa que pasaron por mi mente, por la preocupación de que algo andaba mal o todas las cosas que pensé que debía organizar. Suspiré y saqué mi teléfono celular de mi bolsillo y mientras me distraía con una de mis manos acariciando mi alianza de matrimonio con la otra revisaba la galería de mi teléfono mirando algunas fotografías que tenía, pensé que quizás eso ayudaría un poco a mi mente a familiarizarse.

Me reí cuando encontré una fotografía, era yo con la máscara diabólica que Camila me había dado hace algunos meses, con Ron en la espalda pareciendo atacarme y Valentino apuntando con la pistola nerf. Era verdad lo que dijo Camila, parecía que nos encantaba jugar juntos y sobre todo ese juego y bueno, recuerdo jugarlo con mi pequeño gusano desde que tenía como tres años, siempre me decía "mami escondete escondete" y le gustaba cuando hacía sonidos de monstruo y salía a buscarla. Es mala desde pequeña, pero incluso algunas veces terminaba llorando del miedo, porque todo niño malo es llorón y mi pequeña traviesa era bastante miedosa en algunas ocasiones.

Una sonrisa suave apareció en mis labios sin poder evitarlo al encontrar una fotografía de Camila, parece que se la había tomado en un momento de distracción, estaba mirando a la cámara como si la hubiese llamado y llevaba puesta su bata médica, tenía un estetoscopio al rededor de su cuello, su cabello estaba suelto y bastante largo a diferencia de como lo tenía ahora, pero también lucía preciosa, sexy. Jamás había mirado a Camila ejerciendo su profesión, bueno, no que yo recuerde, pero ahí estaba, hermosa.

Luego vi una foto nuestra, era tomada muy de cerca, pero parecía tomada por alguien más, en ella, le daba un beso en la frente a mi esposa y ella me mantenía cerca con una mano en mi nuca, sonreía con los ojos cerrados. Muy hermosa foto. Luego estaba una fotografía con Fran, estábamos abrazados en el sofá, también había sido tomada por alguien más, pero a diferencia de la anterior está se veía más casera y sencilla, la escencia era hermosa, solo mostraba el amor que había entre los dos.

La foto que vino después de esa hizo que el aire se atorase en mi garganta. Ahogué un gemido de sorpresa al mirar a mi esposa aparentemente debajo de mi. Tenía una camisa amarilla muy corta que dejaba la vista más de la mitad de su abdomen, no tenía sujetador por lo cual se marcaban sus pezones completamente y por la calidad de la cámara se notaba demasiado, se notaba perfectamente como si la mirase en persona, podía mirar a penas unas pequeñas bragas blancas cubriendo su intimidad, aunque estaba segura de que era una tanga. Ella estaba acostada en la cama, tenía una sonrisa hermosa y el cabello revuelto, su mirada era tan suave que no gritaba la sexualidad que desbordaba el atuendo que llevaba, era hermosísima y dios, demasiado caliente, tanto que no pude evitar sentir latidos en dónde no debería. En la imagen se veía claramente que estaba oscuro y que solo el flash había hecho el trabajo para capturar a mi esposa, la oscuridad tenía tonalidades púrpuras y podía ver una de mis manos apoyada en la cama a un lado de su cabeza.

La vida es hermosa (camren)Where stories live. Discover now