16• La fuente de los deseos

489 29 8
                                    

        Thamara

El viaje no fue tan largo, pero me hubiese gustado que lo fuera. Sentirme tan cerca de Danna se sentía tan cálido, era como si lo malo no existiera por un momento. Ella me hacía sentir así, y eso me asustaba.

Durante el camino pensé en hablar con ella sobre lo que estoy sintiendo. Durante este tiempo que pasé con ella, desde que nos conocimos hasta ahora, aunque no lo crean, traté de no sentir esto y de no acercarme tanto a ella, pero fallé en todo.

Cada vez sentía más y cada vez me acercaba más a ella.

Es tan confuso, porque no sé que es sentir cosas bonitas y no quiero hacerlo. Luego de eso solo hay dolor, llantos, insomnio y muchos malestares más. Danna no iba a ser la excepción en eso. Aunque hasta ahora lo ha sido. No quiero tocar mucho este tema, pero es necesario.

Y también necesitaba saber algo sobre ella, sobre sus sentimientos.

Entre tantos pensamientos, pude darme cuenta de que la moto se detuvo en un pequeño y bonito parque.

—Llegamos, puedes bajar si quieres. — Danna me miraba por sobre su hombro.

Mis manos que seguían aferradas a su cintura, se saltaron de su agarre. —Oh, es cierto.

Bajé con mucho cuidado, y una vez que estaba de pie, esperé a que la pelinegra estuviera a mi lado para empezar a caminar.
 
—De pequeña solía venir aquí, ahora lo han modificado un poco, pero sigue siendo mágico. —Musitó la pelinegra mientras miraba el lugar con nostalgia.

Me pareció muy dulce que compartiera algo así conmigo. Este era su lugar, tal vez un escondite al que venía cuando no sabía a donde ir.

Dylan comentó que la vida de Danna fue difícil desde pequeña y que ha tenido que salir adelante. Quizá por eso tenía esas actitudes. Pero no lo sé.

—Es un lugar muy bonito.— respondí finalmente.

—Lo es...— Danna se quedó parada en un sitio pensando —Tengo que mostrarte lo más lindo del lugar, ven.

No pude decir nada porque la pelinegra tomó mi mano y comenzó a correr, haciendo que yo también corra.
Se me hizo imposible evitar la risa que se escapaba de mis labios.

Y nos recordé jugando en la cabaña, como niñas, y ahora aquí.

—¿A dónde vamos?— pregunté entre risas.

—Espera, ya verás.— musitó riendo.

La pelinegra se metió entre unos árboles, era muy bonito.

—No nos perderemos, ¿no?— comencé a preocuparme cuando ya no se veía el parque, y a nuestros alrededor solo habían árboles.

La pelinegra se frenó de golpe y casi caemos —No te preocupes, conozco este lugar más que nadie.— se acercó un poco a mi rostro y dejó un pequeño beso en mis labios.

Por alguna mágica razón dejé de preocuparme y asentí sonriendo.

La pelinegra continuó el camino, pero esta vez lo hizo caminando a mi lado.

—Cierra los ojos. — ordenó.

—¿Para qué?

—Sólo hazlo, confía en mí.

Quise bromear —No voy a aceptar ser tu novia.

—¡Ah! ¿Por qué no?— Danna fingió estar ofendida.

Abrí mis ojos sorprendida —¿Era para eso?

—No, no quiero ser tu novia, rubia.— la sonrisa arrogante apareció en su rostro y quise golpearla.

Nuestro lugar seguroWhere stories live. Discover now