𝐎𝐎𝟏.¿𝐃ó𝐧𝐝𝐞 𝐚𝐩𝐫𝐞𝐧𝐝𝐢𝐬𝐭𝐞 𝐚 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐫𝐥𝐨𝐬?

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Una tarde soleada en Sídney

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Una tarde soleada en Sídney. El sol ardía llenando de sudor la cara de un pecoso bailarín de doce años que practicaba en su garaje. ¿Su sueño? Ser bailarín profesional. Desde pequeño lo supo y no paró de bailar.

Detuvo la música y se desplomó en el suelo agotado. Aunque tuviese la puerta del garaje abierta, no le refrescaba demasiado. Su respiración irregular era lo único que se oía. Minutos después olió un exquisito aroma que cada vez se olía más intenso. Escuchó pasos que se iban acercando a él. Se levantó para ver a su mejor amiga y vecina con un envase lleno de brownies.

― Hola ¿Interrumpo tu práctica? He hecho brownies y me gustaría saber tu opinión ― dijo mientras elevaba el envase para que su mejor amigo tuviera una mejor visión de lo que le hablaba. El chico fue corriendo hacia ella para probar lo que sería un suave y esponjoso brownie.

Tras dar ese bocado, el chico comentó ― ¡¡Está delicioso!! ¿Puedo coger otro trozo?

― Por supuesto ―.

Acabaron comiéndose todos los brownies del envase. Eran pequeños en verdad, de forma rectangular y no muy gruesa. Cuando terminaron el chico le preguntó ― Oye, ¿Me podrías enseñar a hacerlos?

― Claro que si. Mañana ven a mi casa y te enseño ― dijo la chica asintiendo a su propuesta.

Al día siguiente se encontraban en la cocina de la chica, mezclando los ingredientes. Félix, con una gran sonrisa, seguía todos los pasos que le indicaba Ivory.

― No no no, no abras otro huevo, no necesitamos más. Ahora échale el azúcar ― le ayudaba para no equivocarse en la masa. Ambos tenían sus delantales puestos y la gran disposición de cocinar, sobre todo el chico, cuya emoción la podía notar cualquiera que pasase por esa cocina. Dejaron los brownies horneándose y mientras esperaban, a Félix se le ocurrió una idea.

― Oye Ivory, tienes un poco de harina en la nariz ― dijo tocándole la nariz con su dedo lleno de harina.

― ¡¡Oye!! Tú también ― se quejó la chica repitiendo la acción en su nariz. Le tiró otro puñado de harina al pelo y empezaron una pelea de harina hasta que se acabó el paquete que estaban utilizando.

Cansada, ella puso sus brazos en jarras y dijo ― Bueno ahora tenemos que recoge- ― para resbalarse con la harina que había en el suelo. Pero por suerte Félix la agarró a tiempo.

― Gracias ― sonrió avergonzada mientras recuperaba su postura sin separarse de su amigo.

Félix se quedó admirando su sonrisa, con el corazón acelerado. Embelesado por su belleza y los sentimientos que tenía por ella, Félix suspiró disimuladamente. Desde que tuvo memoria, su primer recuerdo de ella fue que le había pegado con el biberón en el jardín de infancia. Desde ese momento, estuvo flechado por ella. Aunque tuviesen uno o dos años, de eso Félix no se olvidaría jamás. Agradecía su amistad, la cual era fundamental en su vida, pero siempre la vio con esperanzas a que evolucionase a algo más. Tal vez con el tiempo sus esperanzas se harían realidad.

𝐁𝐫𝐨𝐰𝐧𝐢𝐞 𝐋𝐨𝐯𝐞 || 𝐋𝐞𝐞 𝐅𝐞𝐥𝐢𝐱Where stories live. Discover now