Capítulo 19. Instrumento roto

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El sol golpeaba con fuerza mi habitación ese día, aunque solo deseaba esconderme bajo las cobijas y desaparecer del mundo, mantenerme lejos de todo y que el mundo estuviera igualmente lejos de mí

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El sol golpeaba con fuerza mi habitación ese día, aunque solo deseaba esconderme bajo las cobijas y desaparecer del mundo, mantenerme lejos de todo y que el mundo estuviera igualmente lejos de mí.

Después de llegar a casa de esa manera y que mamá me pidiera perdón, sentí que finalmente había dado todo de mí, que podía rendirme, así que me tumbé en la cama y dejé que mis ojos se perdieran en el cielorraso. Me sentía como un vacío, como si haber llorado tanto me hubiera dejado sin sentir. Era como el hueco más oscuro y sin fondo que pudiera existir.

Cuando me di cuenta, ya era de día; debí haberme quedado dormido. Aunque no me sentía tan mal como ayer, tampoco deseaba específicamente interactuar con nadie.

Pensé que era egoísta sentirme mal conmigo mismo, alejando a los demás y probablemente entristeciéndolos, pero no quería que lidiaran con mi pésimo humor. O al menos eso pensaba hasta que oí a alguien entrar a la habitación, seguido de pasos acercándose. No sé cómo explicarlo, pero algo en mí creyó saber quién era.

—¿Cómo entraste? —pregunté.

—Admito que fue difícil, tu mamá me hizo un interrogatorio algo extraño, pero... —y al oír su voz lo confirmé.

—Adam —mencioné, interrumpiéndolo.

—¿Si? —sus ojos posaron su atención en mi figura hecha bolita sobre la cama.

—¿Qué...qué sentías cuando tu padre te golpeaba?

—Bueno, es un poco raro decirlo —hubo un asomo de sonrisa en su boca al tiempo que se pasaba la mano por la nuca—. Al principio era doloroso, pero con el tiempo me acostumbré tanto que dejé de sentirlo.

—Y si pudieras cambiar los papeles, ¿lo harías? ¿Preferirías ser el que golpea en lugar de soportar el dolor de ser golpeado?

—Ethan, ¿por qué me preguntas algo como eso? —se sentó en el pie de la cama al tiempo que salía de las cobijas y lo miré con temor. Se removió y tragó saliva al ver lo rojos que estaban mis ojos.

—No puedo hacerte prometer que no dejarás de hablarme después de esto, en realidad yo si fuera tú lo haría, pero quiero decírtelo porque eres mi amigo y ya no lo soporto, ya no soporto mostrarles esta cara de mí.

—E-entonces dilo —percibí la angustia en su rostro.

Respiré hondo y luego solté el aire, bajando la mirada.

—Antes de venir aquí, solía vivir con mi padre —empecé.

—¿Entonces el hombre con el que vives no es tu padre biológico?

Negué con la cabeza.

—No, él solo me adoptó cuando se casó con mamá y me dio la opción de tomar su apellido. Obviamente dije que sí, pero antes de eso, vivía en un barrio. Fue ahí donde conocí a Theo, los dos éramos muy pequeños en ese entonces, y creo que él la pasó peor que yo. En ese lugar nos obligaban a robar y a hacer cosas atroces para sobrevivir. Un día... —suspiré—. Ellie era muy pequeña en ese entonces, así que probablemente ya no lo recuerde, pero esa noche fue un hombre a visitarnos. Decía que era amigo de mi padre, aunque yo desconfiaba, pero temía lo que pudiera hacer si le pedía que se marchara.

El Cristal del Príncipe  [Cristal#1]Where stories live. Discover now