CAPÍTULO XLV

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Al llegar a casa pude escuchar a la banda tocar desde el estudio. Tenía horas afuera. Ya faltaba poco para anochecer, pero aún así me sorprendía la destreza y talento que tenían para adaptarse tan rápido a las canciones escritas por Julliethe. Y era impresionante lo perfectas que eran para ellos.

Caminé hasta llegar a la puerta y me quedé mirándolos desde ella. Jull le hacía señas al resto de vez en cuando como guía. Sonreían y disfrutaban cada segundo, dándose la oportunidad de experimentar y volver aquel ritmo suyo. Ya no era de una sola persona, era de todos.

Era de Different Worlds.

Cuando terminaron de tocar no lo evité, empecé a aplaudir demasiado, resaltando mi presencia.

— ¿Te gusto? —Jull fue la primera en preguntarme, muy ilusionada.

— ¡Me encantó!

La mayoría suspiró como si se hubieran quitado un gran peso de encima al oírme.

—Siento que aún puedo hacer más en el coro —dijo Hera con las manos en el teclado, no estaba muy convencida —ensayemos solo una vez más.

—Está bien —aceptó Parch, y al oírlo sentí una presión diferente en mi pecho que causaba haberlo extrañado.

Sabía que solo había pasado horas sin verle y aún así no podía evitarlo. No podía imaginar cómo serían las vacaciones en Londres con él en Los Ángeles. Mis ojos no querían dejar de visualizarlo. Se veía muy apuesto en una sudadera negra y pantalones gastados. Su cabello rubio estaba desordenado como si acabara de levantarse, cayendo sobre su frente.

Y cuando me miró y sonrió la presión se volvió calor y mariposas.

—Toquemos una vez más, así Jull se va a casa y nosotros nos organizamos para la fiesta.

Di tres pasos hacia él sin poder creerlo.

— ¿Si tocaran para Mónica? —mi voz salió molesta, no pude ocultarlo.

Me resultaba tonto, muy tonto.

—Sí —su mirada enfocada en mis ojos transmitieron demasiado en un segundo. Él tampoco estaba muy contento con la idea —no tenemos muchas opciones.

— ¿Por qué?

—Ella afirmó en sus invitaciones que nosotros ya aceptamos, y si no vamos quedaremos mal —explicó Auggie.

—De seguro dirá que le dejamos plantados —aseguró Hera.

El único que no parecía de acuerdo era Raion, quien se evito opinar.

—Bueno, un ensayo más —les guió nuevamente Parch señalando a Jull que se había alejado un poco del micrófono.

—Cuando terminen acá, ¿puedes subir a mi habitación? —pedí al chico rubio ocasionando que el resto lo mal pensara y empezaran a silbarnos, riéndose.

—Tan inocente que se ve —se burló Auggie.

Incluso Parch rió mientras que yo estaba exageradamente sonrojada.

— ¡No es por eso! —me excusé.

Parch me guiñó.

—A penas termine voy, conejito.

Me puse aún más roja.

— ¡No me digas así!

Todos se estaban riendo de mi cara y yo moría de vergüenza así que, señalándolos a todos empecé a caminar hacia atrás.

—Son crueles —los acusé justo antes de chocar mi espalda contra unas cajas llenas de baquetas y otros materiales que casi se caen, dando fuerza a la risa de mis amigos y a mí más razones para huir —perdón.

Mirando La Lluvia CaerWhere stories live. Discover now