18.

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Se derrumbó en la cama de su hogar y dejó caer su cabeza entre sus manos.

¿Qué había hecho?

Todas las imágenes de la tarde golpearon su cabeza dejando un pesar y un gran remordimiento en su pecho. Había sido un estúpido y un imprudente, jamás volvería a tomar una sola gota de alcohol en su vida. Todo lo que había hecho era traerle más desgracias.

Su vida no era la mejor, pero había logrado sobrellevarla.

Ahora que una parte indispensable de él se había roto, ya no sabía que más hacer.

Jungkook ahora sabía todo.

Derramó nuevas lágrimas por la impotencia de no saber cómo actuar y dejo que solo la brisa del viento que golpeaba la ventana de su habitación fuera su único consuelo. A los pocos minutos, supo que no podía seguir viviendo aquí en el mismo lugar que el hombre que lo lastimaba.

Suspiró y salió de su habitación viendo a su pequeño hermano colorear con ánimo un dibujo que él había hecho sobre un lago de la ciudad capital. Sonrió con tristeza y atrajo la atención del niño.

— Jin, hermanito... ¿Por qué lloras?

El pequeño se levantó enseguida y corrió hasta su hermano con preocupación. Nunca antes había visto a su hermano menor derrotado y llorando de esa forma, ni siquiera cuando Jimin se fue por primera vez del pueblo. Seokjin solo negó con su cabeza riendo y trato de que su voz no sonara tan rota al hablar.

— Junnie, iré con el señor Song y le diré que voy a renunciar.

El niño abrió sus ojos asombrado y después llevó un dedo hasta su mentón con duda.

— Jin, ¿Qué es renunciar?

— Ya no voy a trabajar, Jun.

— ¿Por qué?

— Porque tú, mamá y yo, nos iremos con Jimin a la capital.

El pequeño estuvo feliz por ese comentario, extrañaba a su hermano mayor y también quería ser parte de las vivencias que él tenía estando en la capital. Jimin nunca olvidaba enviarle cartas a Yeonjun con una bonita postal nueva narrándole maravillas de esa enorme ciudad.

Y Yeonjun solo suspiraba con emoción murmurando que algún día él también podría ver eso con sus propios ojos.

— ¡Sí, sí, sí! ¿Mami sabe, Jin?

Jin se inmuto por unos instantes mientras pensaba en aquello con lo que no quería lidiar en estos momentos. Su madre claramente no sabía aún sobre su decisión apresurada pero sabía que le dejaría ir sin problema alguno porque era una madre que no limitaba las acciones de sus hijos.

Lo que no sabia si funcionaría era sobre el que ella y Yeonjun se mudaran con Jimin y con él también.

— Aún no... pero espero que diga que sí.

Susurró lo último esperando con ansias que su madre aceptara y llevó consigo a Yeonjun para visitar la taberna del señor Iseul y notificarle de su decisión de dejar su empleo. No quiso llevar a su hermano pequeño a un sitio como aquel por lo que vería estando dentro, pero no fue necesario entrar cuando el viejo Iseul salió fuera asombrado y sonriente viendo a ambos hermanos.

— Junnie, estás más grande cada día. ¿Es esa la entrada de un enorme bigote lo que veo?

El niño sonrió feliz yendo a abrazar al hombre mayor con cariño, Seokjin miraba todo con profunda tristeza y antes de preguntarse si lo que estaba a punto de hacer era correcto, prefirió mirar hacia dentro en donde podía ver a Kyunsun trabajar con fervor.

Tan lejano como el oeste; KookjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora