Prologo

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Sicilia, Italia.

Hace unos años atrás...

Alessandra Vitali.

Cada vez que me paraba aquí, cada vez que sentía la música vibrar por mi cuerpo me sentía viva, me sentía otra, esa necedad de sentirme diferente... o tal vez no diferente, sino única haciendo esto.

A veces cuando intentas arreglar todo en un mismo tiempo determinado, terminas perdiendo absolutamente todas las malditas piezas para poder enterder como volver a reconstruirlo.

Así era mi vida.

Las luces rojas se iluminan en el lugar, creando un ambiente de sensualidad hacía las bailarinas y hacían a mi.

El infierno.

Así se miraba... como el infierno.

Muevo mis manos al ritmo de la música  siguiendo los pasos de las demás chicas, la música se expande por mi cuerpo, me encanta sentir todo eso, me gusta que me vean, que me vean bailar sobre las tarimas, el que me vean disfrutar y sobre todo me gusta que me vean porque no me tendrán, mis ojos se cerraban buscando la satisfacción de escuchar a muchos aplaudir.

No distinguía a los hombres y mujeres que estaban presentes y suerte casual que a mí cuando me gusta hacer una fiesta nocturna nada sale como lo esperado.

La música termina cuando mis manos tocan a las demás chicas así terminando una de mis canciones favoritas, a veces sentía que yo era el remolino de mi propia vida, yo misma me causaba una pequeña destrucción que al final siempre la tendría que volver a reparar a como me cueste, mis ojos se desviaron y entonces lo ví.

Distinguí ese antifaz...

Ni siquiera me quede, ¿por qué hacerlo? ¿por un hombre? Tan rápido como pude me escabullí para irme a los pasadizos de mi antro.

— ¡Hey! — gritaron detrás de mí, pero no le hice caso.

Camine lo más rápido que pude pero un brazo jalo de mi hasta pegarme a una firma pared.

— Otra vez tú — musite sobre su rostro.

Sus ojos verdes me observaban, sus ojos eran preciosos, pero esos ojos trasmiten mentira y ustedes saben como odio las mentiras, recuerden que siempre es diferente una mentira que ocultar la verdad por bienestar a los demás y por ti sin dañar a nadie, pero el me daba mucha curiosidad, tanto el como su forma tan repentina de aparecer y hacerme suya.

Me aprisiono contra la pared poniendo sus manos en mis caderas pegando su pecho con el mío.

Acercó su rostro y me dio un beso húmedo en el cuello, era de esas primeras veces que te gusta sentir eso.

Era muy raro en mí tener esas sensaciones, solté un gemido y negué cambiando de posición, aprisionando a él.

Observe su collarín, un collarín metal de luces verdes, era discreto, eso me daba entender que voz no era su voz.

— ¿Cuando te conoceré, infierno? — esa voz robótica me daba un poco de risa.

Por eso les decía que el me daba curiosidad. Había mentira en él.

¿Quién eres ojos lindos?

Sonreí y negué, ese apodo decía mi verdad, ese apodo me quemaba en mi ser, hacía que quisiera matar a medio mundo por decírmelo, porque no cualquiera lo hacía, no cualquiera me decía infierno.

Lo odiaba, pero lo odiaba porque sabía que ese apodo tenía tanta razón, me acerqué a su rostro hasta llevar mi boca a su oído.

— Molti credono che l'inferno sia un luogo orribile, sadico e doloroso. Forse lo è, ma dalla mia esperienza posso assicurarti... L'inferno non è un luogo, è una persona. (Muchos creen que el infierno es un lugar horrible, sádico y doloroso. Quizás lo sea, pero por experiencia propia te lo puedo asegurar... El infierno no es un lugar, es una persona.) — susurré y me di la vuelta para dejarlo ahí.

—Mi interessa conoscere quella persona.(Me interesa conocer a esa persona) — habló en mi natal idioma.

Alce una ceja y pare mi caminata y lo mire sobre mi hombro.

— Non di credo, ojos lindo. (No te creo)

Ví como sonrío y negó, no lo volví a ver y comencé a caminar dejarlo ahí.

La soledad siempre será mi aliada, puesto que cada vez que dejo entrar a una persona a mi vida... jamás sale bien.

¿Necesitas una razón?

Al final nadie necesita de nadie, siempre serás tú, siempre lo serás cuando no hay alguien que te entienda.

Entro a mi despacho y me quito la peluca, el antifaz, los pupilentes, me desmaquillo y tomo un albornoz para cubrir mi cuerpo con lencería, el cansancio se esparce y me tiro al sillón rojo.

Me siento de la mierda.

Cuando no.

Sonreí y negué y mire a la mesa que tengo a lado, bebo del Whiskey que estaba en ese vaso, sepa de quién coño sea.

Abren la puerta de un jalón, haciendo que suene demasiado hasta para calar mis oídos.

— Bailaste muy bonito..., pero hay problemas.

Ladee mi cabeza y sonreí.

— ¿Me importa?

— Alessandra... tene...

— Cállate — espete y me paré quitando mi albornoz de un tirón, dejando la lencería a la vista de él.

— No saldrás así.

—¿Me importa? — volví a preguntar.

Él no dijo nada.

Tome mi saco de piel, cubriendo mi piel y agarre mis dos armas plateadas, una para cada mano.

Las mire y recordé a mi padre.

Adrianno Vitali.

Camine y pase por el hasta salir y caminar sin esperarlo.

— Camina Arman. — espete.

Llega a mi lado y nos reímos un poco.

— ¿Quién era el?

Sabía a quién se refería.

— Sigue caminando Arman.

Me aprisiono sobre la pared, yo no entiendo cuál es la mañita...

— Sabes lo que pasara, ni lo pienses.

Sonreí— No eres nadie para decirme que hacer.

— Soy algo más Vitali.

— Soy la Boss, La dama del puto infierno, no tienes porque decirme algo que ya se Belov. Asi que muévete.

Él me dejo ir y seguí caminando al igual que el...

— Los Vitali son una mierda de tercos.

Sonreí — Me alabas Belov.

— ¿Llevaras el Mercedes? — pregunta alzando una ceja.

Observó su barba... malditas barbas como me gustan.

— Sería un desperdicio que no lo hiciera...

— Claro — dijo burlón — ¿Cuál era tu lema?

Sonreí sacando mi celular para mandarle mensaje a mi equipo y que me trajiera mi carro.

— Sin Mercedes no hay Misericordia, — voltee a verlo — pero Infierno no la tiene.

Y el infierno soy yo.

FUEGO INFERNAL © [LIBRO 1]Where stories live. Discover now