Todo cae en su lugar

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Luego de un hermoso fin de semana de esparcimiento, Draco con sus amigos y Herms con sus amigas, ella estaba lista para regresar a trabajar al ministerio.

Draco por otro lado, debía dedicarse a la empresa familiar, o lo que quedaba de ella, estaba planteándose usar el capital que restaba para invertir en una empresa muggle completamente nueva, antes debía hacer una investigación de mercado claro y si todo salía bien y la misma crecía, podía dejar a Aidan encargado de ella si no se encontraba a gusto en el mundo mágico. Porque sería su hijo, pero eso no significaba que fuera a vivir de brazos cruzados esperando a que le llueva el dinero, no señor, tendría una educación formidable, digna de un Malfoy y luego estaría listo para salir al mundo, el que quisiera, muggle o mágico.

Mientras tanto Herms paseaba por el ministerio en busca del sector de investigación de linaje mágico, había tomado una muestra de cabello de Aidan y pedido unos cuantos favores, para realizar la investigación y que no quedara registrada en el papeleo del ministerio.

Pero nunca habría estado lista para los datos que recibió.

Aidan era un niño con ascendencia magica, la misma que ella, era el hijo de la hija del primo de su padre, al entender eso un dolor inexplicable se apoderó de su pecho y tubo que sentarse. Ese bebé habia perdido a sus padres en una guerra que nada tenia que ver con ellos, eran muggles inocentes y lo peor es que no tenía más parientes, la madre de Aidan era hija única, al igual que su padre, por lo que quedaba el propio padre de Hermione, o ella misma y en su corazón había tomado esa decisión la primera vez que lo visitó.

Tenía que hablar con Draco, le temblaban las piernas y debía volver a su oficina, pero la cabeza se le partía al medio de dolor, por lo que decidió pasar por enfermería del ministerio para pedir una poción y que el dolor de cabeza se fuera.

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En la enfermería
-Granger, es bueno verte, ¿Qué te trae por aquí?- dijo Pansy más simpática que en la escuela-.

Hermione estaba sorprendída de no haberse visto con ella antes al trabajar en el ministerio las dos, aunque si hacía memoria se la había cruzado una que otra vez y siempre pensó que venía de visita, ahora veía que era enfermera en el ministerio.

-Parkinson, buenos días, busco una poción para el dolor de cabeza.

-¿Tan temprano? Parece un día difícil- le dijo mientras buscaba entre los suministros.

-No te imaginas cuanto, pero ya todo está cayendo en su lugar.

-Aquí está, pero el bote contiene dos dosis, no vayas a tomarlo todo junto, ¿de acuerdo?

-Claro, ya que te veo déjame consultarte como va la misión de los aurores, si suelen salir lastimados quiero decir.

-Si te preocupa Weasley deberías preguntarle tu misma -dijo acusadora- pero por esta vez puedo decirte que yo no lo he visto por aquí. Al que veo seguido es a Potter, deberías decirle que se cuide más.

-Harry puede cuidarse muy bien, tal vez viene por otra cosa- dijo cavilando- bueno, muchas gracias Parkinson.

-Dime Pansy, gracias a tí por darle otra oportunidad a ese rubio cabeza dura que tengo por amigo- dijo antes de cerrarle la puerta en las narices a Herms para que no tenga oportunidad de preguntar más nada.

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