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Tanto los adultos Park como los Kim se encerraron en el gran comedor, dispuestos a debatir y preparar todo para el ensayo de la boda de sus hijos.

Seokjin, curioso como un niño pequeño, camino por el enorme salón, apreciando a lo lejos un piano solo y poco usado. Su tutor, min yoongi, le había enseñado a tocar alguna que otra canción cuando era sólo un pequeño.

Su nostalgia le pudo, y se acercó silenciosamente a las teclas, acariciandolas con cariño. Quizás, si se aventuraba sólo un poquito, podría disfrutarlo.

Se sentó, revisando que nadie estuviese viendo su travesura, tocó con cuidado algunas notas, siendo rápidamente envuelta por una hermosa canción. Sus dedos, apasionados, disfrutando del sonar.

«Vaya viejo aburrido» Pensó Roseanne al bajar de las escaleras y encontrarse frente a frente con su prometido. Ya, de entrada, le causaba rechazo lo joven que era y su piel de porcelana. ¿Cómo podía casarse con un hombre que incluso era más bonito que ella?

Seokjin tan ensimismado que estaba con la canción, se aterró al ver la sombra de la chica en el suelo y salto, tirando el banco al suelo y casi destrozando el pequeño florero.

«Encima asustadizo» Roseanne había esperado un menor pretendiente. Sin duda alguna.

-Lo siento.-Se disculpó el chico y Roseanne le brindo una de sus mejores falsas sonrisas.

-Tocas hermoso.- Le alabó, obviamente siendo mentira. A ella le importaba un bledo y medio que su prometido tocase el puto piano, su cara ya decía lo tonto que era.

Ella era demasiado guapa para ser desperdiciada de esa manera.

-Fue muy descortés de mi parte, cuánto lo siento.-Volvio a disculparse Seokjin, acomodando el banco de madera intentando evitar a toda costa el contacto visual.

-Mi madre no me deja tocar el piano, dice que desborda pasiones.-Susurro Roseanne, intentando sonar tan tímida y dulce como pudiese. Debía causar una buena impresión.

-Señorita Roseanne, ¿Dónde está su dama de compañía.?
-inquirió Seokjin, incómodo al estar a solas con la agraciada muchacha. Rose suspiró, cómo si compartir el mismo aire fuese tener sexo o algo así, ese chico no hacía nada más que lucir más ridículo.

-Tal vez, y en vista de las circunstancias, podría llamarme rose.-Susurró ella, acercándose lentamente mientras observaba con disimuló su cuerpo.

Seokjin aclaró su garganta, desviando la mirada.

-Si, supongo que tienes razón.-seokjin rió con nerviosismo, realmente incómodo ante la cercanía de su prometida, y se aferró a su propia ropa.-Es extraño, creo, mañana estaremos, UHM, ca...

-Casados, si.-rose estaba harta, ni cinco minutos con su futuro marido y ya sentía que le tiraría algo por la cabeza. Ella no toleraba ese tipo de personas, le gustaban impotentes, fuertes y decididas, no nenitós que aún no dejaban el biberón.

Sonrió-¿Sabes? Desde niña he soñado con el día de mi boda, esperaba enamorarme profundamente de un hombre y pasar toda mi vida a su lado. Qué tontería, ¿No?-Añadió, tomando asiento en el piano mientras lo miraba a los ojos.

-Si, algo tonto... ¡No! ¡No quise decir eso!-Seokjin, tan perdido había estado en la ilusión de un matrimonio perfecto que estuvo a punto de arruinarla con su prometida. Asustado, se sentó a su lado tratando de sonar menos nervioso, más relajado, y en su torpeza tiro aquel jarrón, mojando parte del piano y arruinando las flores en el proceso.

Rose suspiró, controlando la mueca de irritación que quiso dibujarse en su rostro, y acomodo el florero en su lugar, poniendo las flores en ella.

-Lo lamento.-Se disculpó Seokjin, limpiando con la parte baja de su manga de su traje todo el reguero que había provocado, acercándose más de lo debido a su prometida.

Sorprendentemente, ambos estaban incómodos.

-¡¿Qué falta de decoro es está!? ¡No deberían estar juntos a solas!-La señora park entró a la sala, inundando con sus gritos aquel cuarto, separando los bruscamente el uno del otro.-¡Entren a ensayar, ya! El pastor Sehun los está esperando.-Ordenó, volviéndose hacia la sala refunfuñando entre fuertes taconazos.

Tres horas más tarde, Seokjin cerro sus ojos ante los constantes regaños por parte del furioso pastor.

-Joven Kim, repita conmigo.-Gruño el hombre, dejando de golpearlo con el bastón.-"Con está mano yo sostendré tus anhelos, tu copa nunca estará vacía porque yo seré tu vino, con esta vela alumbrare tu camino en la oscuridad, con este anillo te pido que seas mía."

Seokjin asintió, tomando aire, avergonzandose ante la asesina mirada por parte de los Park, incluyendo la de su bella hija.

-Con esta vela.-Comenzó, encendiendola. O eso se suponía, más la llama se negaba a cooperar, provocando que todos los colores se subieran a su rostro ante la humillación.

-¡Continué!-Grito el pastor, siendo interrumpido ante el sonar de la puerta de entrada de los park.

-Atiende la puerta, Dahyun.-Ordeno Chan-Yeol a la dama de compañía, quien asintió obediente y desapareció tras la puerta.

-Supongo que por hoy omitiremos la primera parte, joven Kim.-Gruño el pastor.-Ha traído el anillo, ¿No?-inquirió, y como Seokjin llegase a negar se desataría el desastre en aquella sala.

Pero Seokjin no negó, saco el anillo de su bolsillo pero con la torpeza que este salió disparado, deslizándose debajo del vestido de la señora park, Seokjin, inocentemente, se metió allí para sacarlo y mostrarlo con orgullo, olvidándose de levantar la vela que estaba quemando las costosas telas.

En si, fue un desastre, la boda termino siendo propuesta por el pastor ante su incapacidad de recordar los votos. Rose definitivamente estaba indignada, al igual que cada adulto en aquella sala.

-Que buen partido, ¿No?-inquirió la dama Manobal, entrando a la sala con una notable mueca de asco en su rostro.

Y, a los ojos de Roseanne, esa dama si que era una mujer hermosa.

Seokjin se apoyó contra el borde del puente de roca, observando el río pasar con una triste sonrisa.

-Deben pensar que soy un idiota.-Susurro cerrando los ojos mientras dejaba caer su cabeza hacia atrás con cansancio. Nadie le había dicho que casarse era tan complicado, que no iba a enamorarse de su prometida y que ella iba a ser tan extraña desde un principio.

Pero el debía ser un buen esposo, el debía aprenderse sus votos y el debía volver a aquella mansión para comprometerse con su compañera de vida.

-¡Atención, atención, ensayo de boda totalmente arruinado gracias al joven Kim!-Grito el tipo con la campana, a lo lejos, en la plaza, y Seokjin suspiró antes de comenzar a caminar hacia el bosque.

No podía ser tan difícil, era simplemente unas pocas palabras, recitar cuatro frases y finalmente poner el anillo dónde correspondía. ¿ Porque resultaba tan complicado?

Intento, adentrándose más y más en la espesura de los árboles, murmurando los votos tratando de recordarlos.

Y, joder, aún así se seguía equivocando.

Llegó a un claro, dónde un viejo árbol al borde de la muerte lo esperaba. Seokjin se apoyó en el, tomando el pequeño anillo entre sus dedos, sintiendo el coraje y la decisión recorrerlo enteró. El quería ser un buen esposo.

-Con está mano, yo sostendré tus anhelos.-Hablo, fuerte y claro, orgulloso de haber recordado.-Tu copa jamás estará vacía porque yo seré tu vino.-¡Si! ¡Por fin! ¡Lo estaba haciendo bien!-Con esta vela, alumbrare tu camino en la oscuridad.-Grito, lleno de alegría, agachándose hacia una rama que para su suerte se asemejaba terrorificamente a una mano.-Y, con este anillo, te pido que seas mío.-Recito, Poniendo el anillo en uno de los dedos.

¡¿Mía!? ¡¿En qué momento su prometida se había convertido en un tipo!? Cerro los ojos, controlando la furia y frustración que había tomado su cuerpo al cometer tal error.

Pero no pudo arrepentirse por mucho tiempo, aquella rama se removió, abriéndose como si realmente fuese una mano, antes de agarrar su muñeca y tirarle hacia abajo, arrancándole un grito desgarrador.

¡¿Que está pasando!?









































El cadáver del novioWhere stories live. Discover now