Santeria

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Cielo Drive, Los Angeles, California. 1953

Fallen Angels Capítulo 13:

❝No tuviste compasión con mi agonía

Tú sabiendo que mi alma se moría

La ambición y el delirio de grandeza hizo en mi un ser martirizado

Porque estaba locamente enamorada de ti

Amor, yo no merecía esa bajeza...

Lilith

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Lilith

―Al fin soy digna de tu belleza―susurré concentrada en el conjuro que estaba practicando  mientras levitaba en medio de la habitación.

Ese asqueroso aroma a gardenias lo acompañaba, me repugnaba a tal punto que sentía la bilis en la garganta.

―Desde aquí puedo olerla...―su perfume estaba demasiado impregnado en él.

Abrí los ojos contemplando su altar frente a mi. 

Las velas seguían encendidas pero amenazaban con apagarse en cualquier instante.

Descendí lentamente hasta que mis pies tocaron el suelo y me giré para verlo, encontrándome con su bello rostro. 

El olor que emanaba de él no era solo el perfume de ella, olía a fuego.

Aun habían restos de cenizas en su ropa y me acerqué para limpiarle el hombro.

Algo en él se sentía diferente, pude percibirlo cuando lo toqué.

Sujeté su cara con una mano y levanté un poco su barbilla para analizarlo. Me mordí el labio inferior mientras lo admiraba sintiéndome privilegiada por tener el honor de apreciar tan perfectas facciones.

Ninguna criatura se comparaba con él.

Besé su cuello al mismo tiempo que sacaba los botones de su camisa descubriendo su pecho y metí mis manos por debajo de la tela para acariciar su piel tan suave como la seda. 

Quité su chaqueta y deslicé su camisa por sus hombros despojándola de ella también. Acaricié con mis uñas todo su torso desnudo y pasé mi lengua por su pectoral lamiendo todo a mi paso hasta llegar a su cuello.

Estaba muy hambrienta y el hecho de que nada lograba satisfacerme me estaba enloqueciendo.

Lo necesitaba a toda hora. Mi cuerpo había creado una dependencia dañina hacia él, más dañino que el veneno y más adictivo que la droga.  

Blandí mis colmillos en su cuello y comencé a succionar su sangre desesperada por más.

Su sangre era tan pura que tan solo una gota era suficiente para satisfacerte por días, mi piel se regeneraba y mi cabellera se volvía más larga y frondosa. Era un elixir único que solo él podía proporcionarme.

Hᴏʟʟʏᴡᴏᴏᴅ·s Bʟᴇᴇᴅɪɴɢ  | 𝙇. 𝙃𝙚𝙢𝙢𝙞𝙣𝙜𝙨Where stories live. Discover now