Capítulo 16

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Tentaciones peligrosas

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Samantha:

—Te digo que fue así, ¿por qué no puedes creerme?

—Porque es absurdo, Samantha. — contestó Eithan, al entrar a su cabaña.

Sabía que sí, sonaba descabellado. Pero había pasado, yo vi a esa mujer.

—Ella estaba ahí. — insistí, al entrar al living con él.

Se dejó caer en el sofá, aun algo adolorido por la apuñalada en su hombro.

—Escúchame, esa mujer no existe. — reiteró y me pareció una estupidez.

Puedo estar loca, pero no tanto como para ver personas imaginarias. Nadie me sacaría de la cabeza que yo hable con ella. Aunque ahora me digan que no hay ninguna representante de la Luna viviendo en el bosque.

—Debe haber una explicación. No puede ser imposible haberla visto, si apareció dos veces. Me conocía a mí, a ti, a la abuela.

—¿Cuál es la razón según tú?

Por supuesto que eso no lo sabía. Si se fue antes de poder hacerle preguntas.

—Creo que apareció para detenerme. Si yo no me la hubiera encontrado, habría llegado a tiempo para que los Mahina me vieran.

Eithan resopló, como si fuera un completa tontería lo que estaba diciendo.

—De verdad no tengo tiempo para oír estas cosas ahora. Debo ir con Atarah y ver qué medidas tomaremos sobre lo sucedido.

—Aun te encuentras herido.

—No puedo quedarme a esperar que cicatrice. — como todo necio que es, hizo el amague de levantarse del sofá. Pero el esfuerzo le dolió.

Naisha tiene razón, Eithan no sabe ponerse límites con su salud y las responsabilidades de la aldea. Siempre pasa por alto cosas importantes, porque para él la única prioridad es mantener en balance a los Mahina y evitar más guerras. Lo he notado en su carácter.

Para su mala suerte, no dejaré que salga así.

—No saldrás con esa herida descubierta. — con un suave empujón en su hombro, lo hice recostarse nuevamente en el respaldo del sofá.

—Estoy bien.

—Sí, en tu mejor momento. — repetí con ironía — Dime donde tienes vendajes o algo para limpiarla.

Él se resignó, y me indicó donde. Le advertí que no se moviera de ahí, y fui hasta el baño por el botiquín. Al regresar lo encontré todavía en el sofá, con la cabeza recostada hacia atrás y los ojos cerrados. Al sentirme cerca los volvió abrir, e hizo una mueca como si su berrinche me fuera a detener.

Podré no tener el mejor vínculo con él. Pero no contribuiré en su forma de ser. No me parece bien que se salté pasos de su bienestar, por estar pensando todo el tiempo solo en los Mahina. No sé cuál fue la crianza que le dieron, pero hay otras cosas también importantes.

Atarah puede hacerse cargo de todo un segundo.

Acomode las cosas sobre la mesita ratona frente a él. Por suerte con el tiempo desarrollaron medidas de curación que acelera la cicatrización en nuestro cuerpo, creando remedios caseros con hierbas y flores del bosque. Alivianan el dolor en lo que vuelve a reconstruirse lo dañado.

—Quítate la camiseta.

—¿Así sin juego previo?

Busque no ruborizarme por eso, sé que lo hizo a propósito. Él se la quitó, y luche internamente por no desviar mucho mi mirada a su torso.

El secreto de la Luna (COMPLETA)Where stories live. Discover now