Capítulo 1

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Debería pensar en dónde trabajaría si me despidieran en algún momento.
Nunca me paré a pensarlo demasiado, siempre he hecho las cosas como me las han dicho.
- Señor Wilson, tengo que hablar con usted. - Mi jefe se acercaba.
Oh no, no ahora, todavía no he pensado que haré después de que me despidieran. Por favor, ¿No se puede esperar unos meses?¿Tan poco tiempo me dejará para buscar otro trabajo? Fue difícil que me escogiera en esta editorial, encontrar otra será igual de difícil que esta.
- Si, Señor Brown. - Me levanté de mi asiento.
Todos mis compañeros me miraban con curiosidad mientras llegaba al despacho del director.
El despacho era amplio. Se encontraban demasiados dibujos de sus hijos en cada pared en la que observabas y algún que otro poster de los libros que sacaba nuestra editorial.
Me acomodo en uno de los dos asientos que se encontraban en frente de su escritorio.
Me sudan demasiado las manos. Me encuentro demasiado nervioso por las palabras que puedan salir de la boca de mi jefe.
Tenía la mirada perdida, esperando sus palabras. Él me miraba con curiosidad.
- Necesito a alguien para ascender. - Se encontraba con una sonrisa mirándome fijamente. - Tu y tus compañeros deberían acordarse de que actualmente había despedido a mi antiguo escritor por las mierdas de ideas que se le ocurrían.
Suspiré con alivio cuando escuché sus palabras. Los hombros se me relajaron. No me esperaba que me iban a ascender en estos momentos tan complicados de la editorial. Tenían más personal a la que ofrecer esta gran oportunidad, pero me la ofrecieron a mi, tan solo 24 horas después de que despidieron al antiguo escritor de la editorial.
- ¿Me está ofreciendo ascender a escritor de la editorial? - Estaba tan emocionado que se me notaban brillos en los ojos.
Nunca había esperado una gran noticia tan emocionante. Poder escribir cada escena que sale de mi cabeza o historias ficticias donde se encontraban dragones; se sentía tan emocionante.
El director asintió a mi pregunta y estas fueron sus palabras:
- Te he visto fantasear muchas veces en horas de trabajo que a veces no estás editando, si no que te encuentras escribiendo otras cosas que no se asimilan a las palabras que editas. - Se le formó una gran sonrisa. - Y no me enfado por eso, ya que esas fantasías tuyas me han gustado mucho y me han inspirado.
- Muchísimas gracias, Señor Brown. Le prometo que no le defraudaré. Mis historias serán tuyas. - Sonreí y me levanté del asiento alzando mi mano hacia él. - Tienes mi palabra.
Estrechamos nuestras manos.
Salí del despacho con una sonrisa de oreja a oreja que se notaba que me habían dado grandes noticias.
Tiger, un compañero de trabajo (Y uno de mis mejores amigos), se acercó donde me encontraba sonriéndole a la nada.
- ¿Buenas noticias? - habló cuando se encontraba a mi lado. - Nunca te he visto sonreír de esa manera, ni con tu novia. - Se burló.
- Me han ascendido. - le dije cuando dejé de mirar a la nada para mirar hacia Tiger.
- Muchas felicidades, Yael. Ya estaba tardando ese ascenso. Te lo merecías. Llevas demasiado tiempo en esta editorial, más que todos los presentes aquí. Ya era hora de que te lo dieran. - Me abrazó con bastante ilusión.

- ¿Lo celebramos? - preguntó al separarse del abrazo.
- Tiger, somos bastantes mayorcitos para estar haciendo fiestas como adolescentes. - Suspiré con cansancio.
- ¿Quién ha mencionado la palabra fiesta? Yo hablaba de ir a surfear con los chicos a la playa de siempre. Después del trabajo.
- Entonces nos vemos en la playa de siempre después del trabajo. - Afirmé. Nos volvemos a abrazar de despedida.
Cada uno fue a su mesa para seguir trabajando en lo que estuvieran editando.
No sabía qué hacer después de que me habían ascendido. Estaba entre si seguir con el trabajo que me asignaron o empezar a escribir para mandárselo al director.
El señor Brown se había acercado a mi mesa y se puso a mirarme. Giré mi silla para verle a la cara y no darle la espalda.
- ¿Qué haces trabajando en esta mesa? Ya no eres editor. Ahora eres un escritor, tienes que tener tu propio espacio para poder pensar y crear. - Enarcó una ceja mientras me sonreía de oreja a oreja.
- ¿Me estás diciendo que tengo mi propio despacho? - Me levante de la emoción.
- Es todo tuyo. Los escritores necesitan espacio para escribir sin escándalo.
No sabía que decirle, seguía emocionado. Tendría mi propio despacho y nadie estará hablando mientras trabajo.
Recogí mis cosas de mi mesa, pero al estar tan nervioso, se me cayeron algunas cosas.
El señor Brown se rió de mí por estar tan nervioso.
- Eres un poco patoso cuando te dan buenas noticias. Eso hay que mejorarlo. - Se volvió a reír.
- Perdoname. Es que no suelo tener tan buenas noticias. Esta es la primera en 20 años. - Agarré las cosas que se me cayeron con ayuda del señor Brown.
Nos dirigimos a mi nuevo despacho y me asombré al verla. Era un sueño estar en ese lugar.
Era grande, no tenía ni un solo compañero, había una mesa con un ordenador, una impresora, una montaña de papeles, una libreta y detrás una estantería grandísima (de pared a pared) repleta de libros.
Era como estar en un sueño.
- Ahí tienes el telefonillo por si en algún momento me necesitas o yo a tí. - Señaló a un teléfono que se encontraba en la pared.
Asentí.
- Puedes llamarme Ethan. No hace falta que me llames señor Brown. Ahora tendremos más confianza.
- Si, Señ… Digo, Ethan.
Sonrió y salió del despacho.
Haber ascendido era lo mejor que podía haberme pasado en toda mi vida. Ahora cobraré más que antes y podré alquilar un mejor piso.
Mi teléfono empezó a sonar en mi bolsillo trasero. Lo agarré y miré el nombre en la pantalla.
Era Elena, mi pareja.
- Hola amor. - Le saludé al descolgar.
- Yael, mañana tendremos una cena familiar. - habló sin ánimos.
- ¿Otra vez?¿No les caigo bien a tus padres para poder casarme contigo o que?
Hace unos días le había pedido matrimonio, pero se había tardado en contestar la respuesta.
Sus padres al enterarse de la noticia no les gustó nada. Les pareció tan mal que no piensan ni en pagar parte de la boda.
- No es eso. Solo quieren saber cuándo será la fecha y cómo serán los preparativos.
- ¿No les dijiste la fecha? Si ayer nos dijeron la fecha disponible.
- Pero también hay que hablar con los invitados.
- Tampoco has dicho cuales son tus invitados. - Le había contestado de mala gana. Estaba cansado de que yo tenía que hacer todo para la boda.
- No tengo que hacerlo todo. - Se quejó.
- Son tus invitados, Elena.
- Me ayudas cuando salgas del trabajo. - Me ordenó y yo suspiré de cansancio. - Y ya que di el tema. Tu jefe me contó que hoy salías más tarde del trabajo.
- ¿Desde cuándo hablas con mi jefe? - Estaba demasiado confuso.
- Yo… me ha llamado él. - Sonaba algo nerviosa.
- Entonces no me esperes despierta, saldré tarde.
- Hasta mañana. - Habló bostezando.
- Hasta mañana, Te qui… - Había colgado antes de que pudiera terminar de hablar.
Empecé a mirar todo el trabajo que le había quedado al anterior escritor. Miré la pila de papeles de partes del libro que estaba escribiendo el antiguo escritor.
Llamé al director por el telefonillo.
- ¿Qué necesita? - Me preguntó al descolgar el telefonillo.
- ¿Qué hago con lo escrito del antiguo escritor?
- Tiralo. No tenía futuro y su pluma ya no estaba mejorando.
Colgué e hice lo que me había dicho. Tire la pila de papeles en la papelera que se encontraba debajo de mi mesa.
Estuve escribiendo palabras hasta que volvió a sonar mi teléfono. Esta vez era Tiger.
Lo descolgué.
- ¿Qué necesitas ahora? Sigo en horario de trabajo.
- ¿Todavía? Son las 18:56. Sal de la editorial ya. Solo te quedan 4 minutos para acabar tu horario laboral. - Se escuchaba que estaba con los chicos.
- ¿Ya te has encontrado con los chicos?
- Si y te lo estás perdiendo todo por no estar aquí con nosotros. - Esta vez sonó la voz de Lexis.
Empecé a recoger mis materiales y mis cosas personales.
- Ya estoy saliendo de la oficina. Esperarme con las tablas preparadas.
Los chicos se despidieron y colgaron.
Por el camino al ascensor me encontré a Ethan en la cafetería con un café en la mano. Me seguía con la mirada.
- ¿Ya te vas? - Me sonríe dándole un sorbo al café.
- Voy a celebrar mi ascenso con unos amigos.
- ¿Fiesta? - preguntó curioso.
- Surf en la playa. - corregí sus palabras.
- ¿No te gustan las fiestas?
- Si me gustan, pero prefiero una fiesta en la playa surfeando que una discoteca con un montón de borrachos restregándose contra mi mientras bailan. - Hice una mueca al pensarlo.
- Se nota que no te gusta salir de fiestas. Se te ve en la cara y ya se sabe porque entraste en una editorial a trabajar, sabiendo el tiempo de trabajo que da. - Me volvió a sonreír y salió de la cafetería en dirección al ascensor.
Cuando se cerraron las puertas del ascensor solté todo el aire que estaba aguantándome y apoyé mis manos en mis rodillas porque estaba a punto de caerme.
Tomé una taza de café y me fui por donde se había ido Ethan hace unos minutos.
Me despedí del chico de recepción, que se encontraba terminando de recoger sus cosas.
Agarré las llaves de mi coche y entré en él.
Me dirigía a la playa de california, Mission Beach, una de las mejores playas para surfear.
Al llegar a ella me encontré a mis amigos con los neoprenos puestos y las tablas de surf en una de sus manos. Me daban la espalda, miraban el atardecer.
- Muevanse, que las olas no esperan por ustedes. - Me acercaba a ellos corriendo.
- Habló el que llega 30 minutos tarde. - Tiger me había dado una palmadita en los dorsales.
- Desde la editorial hasta aquí es muy lejos. - Le aparté la mano. - Además, lo deberías saber. Tu también llegaste de la editorial con el coche.
- Pero el mío es más veloz que el tuyo.
- Siempre te gano en las carreras, asume ya tus derrotas. - Me defendí.
Tiger se alejó para agarrar mi neopreno y tirarlo a la arena.
- Tiger, las cosas se entregan en la mano.
- Tú no sabes de esas cosas, Yael.
Tiger se había enfadado. Parecía un crío por las cosas de las que se enfadaba.
Me puse el traje y agarré mi tabla de surf.
- ¡El último que llegue coge las olas más pequeñas! - Gritó Lexis corriendo hacia el mar.
Todos corrimos detrás de él.
Habíamos llegado todos antes que Lexis.
- ¡Eso no es justo! Tenía que ganar yo. - Se quejó el nombrado.
Entre las olas todos gritamos de felicidad por hacer lo que nos gustaba.
Me deslicé por la pared de la ola bajo la brillante luna que nos alumbraba. Caí en el agua y abrí los ojos. No se escuchaban sonidos y se sentía tan bien. Parecía una película en cámara lenta.
Me impulsé hasta la superficie con una sonrisa de oreja a oreja. Me sujeté a la tabla y mis amigos estaban al lado de mi tabla con una sonrisa en sus labios.
- Se ve que necesitabas un poco de esto. - Lexis se acercó a mi lado.
- Deberíamos irnos ya. - Tiger fastidió el momento. - Se nos va ha hacer tarde y nuestras parejas nos están esperando. - Tiger se iba yendo poco a poco a la orilla y todos le seguimos. -¿Vienes con nosotros o te quedarás un rato más?
- Me quedaré un rato más, vosotros podéis marcharos.
Tiger asintió a mi respuesta y lo vi desaparecer de la playa con los demás. Parecían adolescentes , se ponían a saltar encima de cada uno entre risas.
Cuando ya tenía los dedos de los pies arrugados, salí del mar en dirección a mi coche.
Saqué un libro que se encontraba en el portabultos del coche, no sin antes secarme el cuerpo. Me quité el traje y me puse una ropa más cómoda.
Me volví a dirigir a la playa con el libro en la mano.
Me senté un poco más alejado de la orilla para poder leer con tranquilidad y sin el miedo de que el libro se pueda mojar con las olas que llegaban a la orilla.
El sonido de las olas rompiéndose en la orilla era muy tranquilo, daba paz y tranquilidad. Era como escuchar música.

Después de un rato volví a mi coche para coger una libreta donde apuntar anotaciones y el portatil para hacer el libro que me había pedido el jefe.
Me volví al sitio donde me encontraba antes, pero un poquito más alejado del mar.
Estuve pensando por un buen rato y empecé a escribir sin importarme la noción del tiempo…

Dos horas más tarde de haber estado sentado allí mientras escribía, se hicieron las 2 a.m.
Me dio el impulso de levantarme y dirigirme al coche para volver a mi dulce hogar.
Cuando llegué a casa, entré sin hacer ningún tipo de ruido, pero me encontré con la luz del salón encendida. Me acerqué a él y vi a Elena durmiendo en el sofá.
La agarré en mis brazos y la llevé a nuestra habitación. La puse en la cama con cuidado de no despertarla.
Me di una ducha y me acosté a su lado.
Antes de acostarme, tendría que contaros cómo la había conocido…
Eran las 7 de la mañana y estaba esperando un vuelo que iba a coger para ir a Seattle. El vuelo se había retrasado por los temporales.
Una mujer de unos 30 años se acercó hasta mí con una foto en sus manos.
- Señorito, estoy buscando a mi sobrina. - Sonaba demasiado preocupada. - Tiene unos 10 años y no sé dónde se ha metido. Me tiene bastante preocupada.
- ¿Puedo observar más de cerca la foto? - Le pregunté para poder prestarle algo de ayuda. Asentí. - La vi hace un momento en un restaurante que está a unas 3 tiendas al pasar.
- Muchas gracias. - Me agradeció con una sonrisa y un abrazo.
Luego corrió a buscar a la niña de la foto.
Me quedé fijamente mirando a la mujer que se alejaba, que no me había dado cuenta de que una chica se había chocado contra mi espalda.
- Perdone, yo… Lo siento. - Se disculpó mientras trataba de sacar la suciedad que acabó en mi camiseta.
- Hey, tranquila, solo te has chocado. ¿A dónde vas con tanta prisa? - Pregunté curioso.
- Acaban de avisar que mi vuelo está a punto de salir, ya que han pasado los temporales.
- ¿Vas a Seattle?
- Si, ¿Vas al mismo sitio? - Asentí. - Ya no me sentiré sola en el vuelo. - Sonrió de lado.
Y sin más que decir, surgió el amor…
La verdad que mi historia no es nada del otro mundo, pero me pareció muy romántico cuando me había chocado con ella. (Típica película americana)
Pero hace tiempo que Elena se comporta de manera diferente.
Ya no es la misma que hace 2 años. Casi siempre estamos peleando o me manda al sillón sin ningún motivo.

Escrito entre las olasWhere stories live. Discover now