Capítulo 21

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Estoy regresando a casa

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Estoy regresando a casa. La conversación en la camioneta de Eriko, y ver como tenia 99 llamadas perdidas de mi madre me agotaron por completo. Justo cuando ya estaba listo para sumirme en mi propia misera me entra la llamada de Jerry.

Me dijo que mi señor padre le puso un ultimatum o si no lo despediría... si no fuera por el seguiría en la calle, pero no puedo dejar que Jerry pierda su trabajo por mi culpa, ¿como podría? Tiene una esposa y dos hijos, uno de ellos esta por entrar a la secundaria y el otro esta por cursar la primaria. Se casó joven, su esposa no pudo tener hijos hasta que tuvieron casi 30, ¿porque lo se? Cuando iba a la escuela Jerry me contaba cosas de su vida, ¿porque lo repito? Tal vez solo me gusta escuchar historias de amor de personas grandes. Mis padres nunca me contaron como se conocieron o porque se casaron.

Mi madre era pobre y mi padre lo había corrido mi abuelo por algo... solo se eso. A veces me pregunto porque siguen juntos, desde que tengo memoria ellos siempre pelean a "escondidas" aunque puedo escucharlos. Son muy diferentes y les gusta fingir que todo es una maravilla, yo por desgracia no herede el talento de la actuación.

Vi de nuevo mi celular para apreciar una vez mas las 99 llamadas perdidas de mi madre, mi buzón de voz estaba lleno y había algo que no me sorprendió en absoluto; no había ninguna llamada ni mensaje de mi padre y aun así se atrevió a amenazar a Jerry con quitarle su trabajo si no me regresaba a casa.

—¿Se divirtió en la fiesta, joven Mondragón? —me pregunto Jerry dándome un vistazo desde el retrovisor. Sonreí un poco de lado y volví a ver por la ventana como las calles sucias se convertían en calles modelo.

—Un poco, si —Ya no volvimos a hablar hasta que tuve que despedirme para entrar a la casa.

Necesite un par de segundos para mentalizarme, la reacción de mi madre seria una bomba. Cerré los ojos antes de poner mi mano que seguía teniendo puesto el guante de cocina de Yeya. Tuve la suerte de que cuando entre no encontré a mi madre, estaba muy asustado de que eso pasara. Después de que Hara me viera con horror me fui a mi habitación.

Perdí mi saco y mi corbata... seguro que mi padre comenzara a gritarme después. Me quede parado en la entrada viendo mi normal cuarto. Blanco y con las cortinas de una tela transparente, el aire que entraba por la ventana las hacia moverse un poco.

Me quede en blanco.

¿Como se supone que iba a volver a la normalidad? Todo el mundo me vio tocando a todos, me vieron besar a Cesar, vieron como Flor y Renata me pusieron brillos en la cara, mi lengua se soltó mas de lo debido. Camine hasta mi espejo...

Mi reflejo era diferente, estaba desordenado, sucio. Me quite mi camiseta despacio... Así lo recordé; mi cicatriz. Casi le digo a Cesar lo que paso...

Suspire con pesadez y con una mezcla de alivio por haber parado mi lengua antes de tiempo. Seguí quitándome la ropa para ir al baño.

No me importo que la agua estuviera fría, me sumergí en ella sintiendo como cada centímetro de mi cuerpo se congelaba y temblaba buscando calentar mi cuerpo. Chasqueo los dientes, cierro y abro mis manos para evitar que se entumezcan. ¿Porque me hago esto? Tal vez es un especie de castigo... ¿mi vida habría sido mejor si hubiese hablado? ¿Que habría pasado? ¿Lo hubiesen castigado?

Nunca me dijo nada... pero yo sabia que algo estaba mal y no hice nada, solo me quede ahí como idiota viendo como mi amigo moría y aun así tuve el descaro de llorar en su funeral. No tenia derecho.

Por cada pensamiento que corría por mi cabeza, me sumergía un poco mas al agua. Dulces sueños, Jacobo.

Mi fiesta de cumpleaños era un asco, tuve que ver a muchas personas y estrechar sus manos... pero estaba feliz de que mi amigo Jacobo aceptara venir, no le gustaban las fiestas, decía que eran muy aburridas y ruidosas, sin embargo esta aquí por mí, la fiesta de su amigo Arquímedes, el chico del nombre raro.

Lo busque por toda la fiesta, estaba desesperándome, había mucha gente aquí y ninguno de los dos conocía a nadie ademas de mis padres, los suyos solo lo dejaron aquí encargado de mi madre, pero ella estaba muy ocupada y no podía encargarse de todo.

—Arquímedes, ¿A quien buscas? —me pregunto una señora muy elegante de cabello rubio.

—Busco a mi amigo, se llama Jacobo... —Procedí a describírselo: Cabello negro, nariz pequeña, tenia una ceja partida por un partido de futboll y ojos café.

Tuve suerte de encontrármela, me dijo exactamente donde se había ido, tal vez buscaba el baño y se perdió un poco...

Seguí caminando hasta el final del pasillo, era raro, no había nadie circulando por ahí. Habían muchas puertas blancas como el resto del pasillo, era un salón extraño. Mis manos me sudaban por lo que podría encontrarme, parecía una clásica película de terror. Iba a reírme por lo que había pensado hasta que escuche eso.

Parecía que alguien quería gritar pero, tenia la boca obstruida... asustaba la manera en la que se quejaba. Al fondo había una puerta entre abierta, solo dejaba ver una ligera luz amarilla en el marco y a paso lento me acerque.

A cada paso que daba los quejidos se hacían mas fuertes. Empuje la puerta, solo un poco para ver lo que pasaba dentro...

El señor Hugo estaba ahí adentro.









—¡Arquímedes! —gritaron afuera del agua... ¿Es mi mama?

Saque la cabeza lo mas rápido que pude, recupere el aliento y la vi en la puerta de mi baño. Con ojos rojos y despeinada.

—¡Te llame toda la noche! —Quería ocultar su angustia con ira, caminaba hasta mi tina con el celular en la mano. —¡No me contestaste ni una vez!

—Perdí mi celular un momento...

—¡Ya son las 8 de la mañana! ¡Donde chingados estabas? ¿Sabes lo preocupada que estaba? —Ya estaba en frente de mi, si fuera otra pensaría que estaba a punto de darme una cachetada, la cual merecía.

—Lo siento... Fui a una... fiesta.

— Fiesta... ¿Puedo saber quien te dio permiso?

—Las circunstancias del momento, eso creo... —Me levante y tome mi toalla para enredármela en la cintura.

—¡Circunstancias! Pudimos hablarlo, yo pude hacer algo, y decidiste ir a una fiesta y casi matarme de un susto —Aquí va otra culpa, mi madre se soltó a llorar en frente de mi.

Un nudo se formo en mi garganta, no me gustaba ver llorar a mi madre, era mi mamá. Era buena y siempre trataba de entenderme aunque eso fuera imposible.

—Perdóname... —pronuncie con voz quebrada, no podía normalizarla, iba a llorar igual que ella. —Hice cosas estúpidas anoche que quisiera borrar, pero no se puede.

Ella movía la cabeza negando. Mientras yo sin poder retenerlo mas, deje salir las lagrimas que estaba tratando de ocultar.

—Estoy sucio...

—No, hijo, no lo estas...

—Si lo estoy, mamá... No importa cuanto lo intente... el cloro no va a quitarme esta suciedad, no puede borrarme esta mancha —puse mi mano hecha puño en mi pecho.

—¿Puedo intentar arreglarlo? —Esas palabras solo me golpearon mas fuerte en la cabeza. ¿Cuantos años mi madre a tratado de arreglarme? Creo que también es culpa mía, no la he dejado que lo intente lo suficiente.

Asentí lento. 

CLEAN BOYWhere stories live. Discover now