Wanyin volvió de su ducha y la cama ya se encontraba con sabanas limpias, se sentó sobre ella y antes de poder acostarse, Hanguang Jun preguntó con seriedad.
— ¿Cómo me llamaste?
—Lo siento, Xichen...
Lan Wangji no pudo evitar mirarlo con una expresión que estuvo seguro, su hermano nunca usaría, pero encontraba tan extraño que Jiang Cheng no pareciera culpable y solo se disculpara como si hubiera confundido algo tan simple como dos tipos de té, en lugar de confundir el nombre de su prometido mientras tenían sexo y por si fuera poco, con el nombre de su hermano.
—No pongas esa cara, sabes perfectamente como son las cosas... al igual que yo.— dijo Wanyin acomodándose sobre la cama.— Ve a tomar un baño.
Hanguang Jun no entendió esa respuesta, ¿Era algo que su hermano sabría?¿ Que significaba? Le dio vueltas al asunto mientras se bañaba lo más rápido posible, volvió a la cama dispuesto a obtener una mejor respuesta, pero al acostarse Jiang Cheng parecía dormir. Se sintió frustrado y con molestia decidió dormir también, sin embargo A-Cheng se acercó a su cuerpo y somnoliento murmuró.
—Abrázame...
Wangji lo atrajo a su pecho y acarició su cabello antes de pronunciar.
— ¿A-Zhan?...
—Ya lo sabes...— Confesó Wanyin en su susurro—Me gusta tu hermano, como a ti te gustaba Guangyao, pero lo siento si fue extraño...
Oírlo decir eso fue tan sorprendente e inesperado que no pudo dormir, su mente era un caos y no supo porque su corazón comenzó a latir desenfrenado. La sonrisa en su rostro lo tomó desprevenido. ¿Por qué sonreía al escuchar su confesión? ¿Por qué seguía sosteniéndolo entre sus brazos cuando hace mucho se había quedado dormido? Eso estaba mal, se dijo, sus sentimientos y los del cuerpo su hermano estaban confundiéndolo.
Así que decidido se apartó de Jiang Cheng, debía regresar con su esposo, tenía que romper esa maldición y volver a su vida de siempre. Olvidar la confusión de ese momento y los sentimientos que no debía sentir.
Por lo cual, cuando el Líder Jiang salió del Hanshi al otro día, buscó a su hermano para encontrar la manera de volver a sus cuerpos.
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—Ya te lo dije Wangji, no sé porque no hemos regresado a nuestros cuerpos. Apenas han pasado un par de semanas, necesitamos más tiempo.
—No quiero esperar más, debemos volver a nuestro cuerpo cuanto antes.— dijo con desesperación Wangji.— ¿Cómo podíamos romper la maldición?
Xichen no dijo nada ante su conducta tan extraña, solo suspiró y recitó.
—Reciban solo uno, un te amo hones...—Xichen calló ante la presencia repentina de Wei Ying, quien llegó con dos sonrisas del emperador y se sentó a su lado. Después miró a Wangji y comentó.
