Capítulo 34 Por usted lo que sea

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Si las miradas matarán ninguna estaría viva, ni ellas ni nosotras

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Si las miradas matarán ninguna estaría viva, ni ellas ni nosotras. La mirada azulada de la mujer de cabellos rojos sobre mi madre y yo, a su lado Mihrimah se muestra orgullosa, su madre ha vuelto. Lo que no me sorprende teniendo en cuenta que fue la Sultana Sah quien orquestó todo, rodé los ojos con irritación.

- Es bueno volver - la mujer dijo con sonrisa sobre su rostro.

Miré a mis hermanos quienes sonreían a su madre, comprendo su alegría pero odio la razón de la misma.

- Majestad, si me disculpa me gustaría ir a mis aposentos, mis hijos esperan por mi - hablé con vista en el suelo - Considero que mis hermanos necesitan un tiempo a solas con su madre - miré a la pelirroja, sus ojos escaniandome.

- Puedes retirarte -hice una reverencia ante las palabras de mi padre.

Miré de reojo a mi madre y podía sentir su ansiedad y enojo. Salí de los aposentos del Sultán con una cosa en mente.

- Fakria tenías razón la Sultana Hurrem a regresado - dije caminando a mis aposentos temporales.

- ¿Qué haremos Sultana? - preguntó la mujer, siempre está a la disposición.

- Tengo algunas cosas en mente pero quiero ver las artimañas que usará y la aplastaré lenta y dolorosamente - una sonrisa maliciosa se filtró en mi labios.

Aunque haya confesado mi dolor, abierto mi corazón para sanar esas heridas que el solo pensamiento se siente como cuchillos contra mi piel, la venganza sigue latente. Esa mujer sin no ha sido castigada por mi mano.

Respiro profundo a sabiendas de que debo controlarme y no ser impulsiva, atacarla ahora que esta de regreso es simplemente mala idea, mi padre tendrá sus ojos en ella pero tampoco debo descuidarme, ser la Haseki la vuelve la segunda persona más poderosa del harem, estando por debajo de la Valide sultan y la cosa es que no hay una Valide por lo tanto seria la figura más poderosa.

Estoy segura que lo primero que hará será imponerse en el harem lo que llevaría a una guerra interna entre las que apoyan a Hurrem y las que apoyan a mi madre. Las puertas de mis aposentos fueron abiertas para mi,al entrar puse una sonrisa sobre mi rostro.

- ¡Mama! - el pequeño Azad corrió hacia mi con sus brazos abiertos.

Me puse rodillas sobre el suelo para recibirlo, sus pequeños brazos rodearon mi cuello apretando tanto como podía, me separé un poco de él para besar sus mejillas.

- Mi vida, Seher ven con mamá - extendí mi brazo libre hacia la niña que mira desde la distancia escondida de tras de la pierna de su padre.

- Es mi turno Azad - la niña hablo desde su posición.

Azad se giró a ver a su hermana menor y posteriormente correr hacia ella, tomándola de una mano.

- Podemos compartir, tu quieres abrazos y yo también - jaloneo a su hermana dos veces antes de esta se sacara de su agarre.

Raziye Sultan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora