Día 18: La cena

52 7 48
                                    

¿Qué caracteriza a las personas? ¡Ya sé! La supervivencia. Los seres humanos nacen con un propósito en común: sobrevivir. Cada individuo vela por su propia seguridad, por su propio bienestar... ¿En serio crees que alguien se preocupa por ti? No debemos ser ingenuos. Ayudamos a los demás para recibir algo a cambio, interactuamos con otros para beneficiarnos, y nos alejamos cuando somos perjudicados. No hay familia, no hay amigos, no hay compañeros, no hay confianza. Recuerda: sobrevive, así tengas que pisotear a los demás.


ʘ          ʘ          ʘ          ʘ


Estoy contemplando un bello paisaje a través de la ventana. Vuelvo a despertar más temprano de lo usual.

Hay una brisa tranquila, poca iluminación en la habitación, y el sonido de unos ronquidos perrunos. 

Volteo la cabeza y observo a Toby. Ese animal duerme más de lo que respira.

El juego continúa, los peones se mueven de forma sigilosa. Cada uno tiene su estrategia, un plan, una misión.

¿Qué será de mí cuando termine todo? ¿Lograré estar en paz?

Un tiempo después...

—¡Tom! —dicen al unísono.

Los dos sujetos aparecen.

—¿Qué hacen aquí? —pregunté con una voz animada.

Nessa jugaba con su cabello, Nadir masajeaba su cuello. Se les notaba un poco incómodos.

—Se suponía... —él hace énfasis en esta última palabra—. Que yo debía cuidarte hoy... —mencionó antes de ser interrumpido.

—Exacto, se suponía... ¡Pero hoy tengo el día libre! —explica ella—. Así que aproveché para estar con mi tesoro. 

—¿Ambos me cuidarán? —demuestro serenidad al hablar—. Me parece bien, muy bien. 

Me levanto de la cama, yendo hacia Nadir.

—¿Podemos ir al jardín? —le pregunto—. Quiero pasear a Toby. 

—¡Me gusta esa idea! —responde, y acto seguido agarra al perro.

Caminé hacia Nessa.

—Y tú, ¿podrías cargarme al primer piso? —mi voz es tranquila—. Nadir tiene las manos ocupadas.

—¡Por ti me comería una mierda! —exclamó ella.

Nadir y yo la miramos fijamente.

—¿Qué ocurre? —se nota confundida—. Así es como hablan los jóvenes, ¿no?

El silencio predominó. 

Minutos después...

Quiero desaparecer. Estoy en la situación más incómoda de mi vida.

Me encuentro sentado en el césped. En un lado está Nessa, aferrándose a mi brazo izquierdo. En el otro lado está Nadir, aferrándose a mi brazo derecho. Los dos jalándome de vez en cuando para estar más cerca de mí.

—Oye, pelo de zanahoria —dice ella con una voz soberbia—. Creo que estás tocando demasiado a mi tesoro, tengo miedo de que lo contagies de tu idiotez... ¿Podrías hacer el favor de soltarlo? Y ya que estás, puedes ir directamente a un acantilado y saltar. No te preocupes, no le harás falta a nadie. Ve con toda confianza. 

El hombre suelta una risita.

—Pequeño retoño, ¿escuchas algo? —decía Nadir, mirando a todos lados menos al lugar donde estaba ella—. Creo que hay un chillido bastante molesto, pero no logro saber de dónde proviene. No importa, solo es cuestión de ignorarlo y desaparecerá.

La Mansión de los Deseos LuctuososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora