Marizza

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Esa noche todos lograron volver a conciliar el sueño, o por lo menos eso parecía.
Todos volvieron a dormir, excepto yo.

Una persona no puede dormir, comer ni morir en un sueño, no podía evitar repetir eso en mi cabeza, era lo que el supuesto "Tomás" nos había explicado, y justo ahora no puedo dormir.

¿Casualidad?

Yo no creo en eso de las casualidades.

Y es que luego de ese sueño tan extraño no pude volver a pegar un ojo, me era imposible para mi. No quería volver a dormir nunca más.

Soñé que Mia era mi hermana, cuando en realidad me desagrada bastante ¿y Manuel? De las tres personas que hay en esta casa es el que peor me cae, aunque en el sueño querían acercarme a él ¿yo llevarme bien con Manuel Aguirre? eso jamás.

Por último Pablo, mi Pablo.
En el sueño era un simple desconocido.

Pero yo se que lo amo, siento en el fondo de mi corazón que amo a Pablo Aguirre con locura. Nadie me haría creer lo contrario.
¿Cómo pude olvidarlo en el sueño? si él es todo para mí.

Ellos tres volvieron a dormir y yo me quede en la cocina, limpiando, ordenando las alacenas y moviendo cada mueble de su lugar.

Soñe con dos personas que me desagradan y no con las personas que realmente amo.
Mi madre Sonia, mis hermanos Lujan y Nacho, quienes fallecieron hace pocos años, y no recuerdo ni siquiera sus rostros.
No tenía mi lujoso auto, ni mi extenso guardarropa, mis zapatos de diseñador, mis maquillajes traídos de estados unidos ni ningún otro lujo.

Nada de lo que me hacía feliz, solo Pablo.

Cuando ya no quedaba ni un rincón por limpiar decidí cocinar.
Así es, arruinaría mi manicura perfecta y dejaría de lado mis anillos de oro solo para cocinar.

No se puede comer en un sueño, eso ya lo veremos.

Hice torres de hot cakes, y una bandeja de muffins de chocolate. Era para demostrarme a mi misma que esta era la realidad, pero no me animaba a intentarlo, no me pasaba un solo bocado por la garganta, tenía un nudo. Sentía un vacío.

Ya había amanecido, la noche paso muy rápido para mi, deje el desayuno listo en la mesa, y cuando fui a lavar mis manos al fregadero un recuerdo llegó a mi mente.

Era un chico, diciéndonos que todo era un sueño. Yo le creía, pero Manuel, Mia, Pablo y una chica más lo trataban de loco.
El primero intentaba lastimarse a sí mismo, pero nada sucedió, y luego salto por la ventana, para demostrar que nada era real.

El chico de ojos verdes intentó suicidarse solo para que nosotros le creamos.

Tuvo razón, porque luego desperté y ya no estábamos en el Ne, sino que estábamos en casa de Pablo.

Pero no podía dejar de pensar en que esto también podría ser un sueño ¿que tan loca estoy?

Tome una cuchilla del cajón, la más afilada y reluciente que había, y tal como hizo el chico de mi sueño, la pasé a lo largo de mi brazo.
Ardía, y mucho.
Segundos después la sangre comenzó a correr.

Esta es la realidad.

Arroje la cuchilla al lavamanos con nerviosismo, mis manos estaban temblorosas, odiaba la sangre, sin razón alguna, simplemente la odio. Abrí el grifo, dejando que el agua corra sobre mi nueva lastimadura.

Odiaba los raspones, las heridas o moretones, no combinan con ningún vestido.

—¿Qué estás haciendo?— preguntó Pablo detrás mío, al verme lastimada —¿Qué te hiciste, Marizza?—

MemoriaWhere stories live. Discover now