Capítulo 1 • El castigo

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— ¿Oíste los rumores? - preguntó un muchacho a otro.

— Sí, incluso el director la castigo ¡qué increíble!

— Debió hacer algo realmente malo para que la castigaran por ser cruel.

— Esta a la altura de Maléfica.

— Es cierto, la siguiente emperatriz del mal seguramente - ambos rieron, pero el otro interrumpió.

— Cuándo Mal se entere comenzará a escupir fuego de la rabia.

— La hija de la reina malvada a superado a la hija de Maléfica.

— Shh, ahí viene Mal - ambos voltearon y quedaron sorprendidos al ver a Mal e Evie juntas y riendo en camino a la sala de castigos.

— ¡Ja, ja! Evie, no puedo creer lo que me cuentas - rió a carcajadas la pelimorada —. Te comerán viva.

— ¿Es sentido figurado verdad? - la descendiente de Maléfica no borro su sonrisa y siguió mirando al frente —. Es sentido figurado ¿verdad? - suplico una respuesta, pero no recibió ninguna.

Mal ya había sufrido un castigo con anterioridad cuando sus travesuras en el Palacio del Dragón se salían de control, pero era la primera vez de Evie. Existían rumores de que había bestias hambrientas de carne y sedientas de sangre que te acaban a la menor provocación, que el castigo era sobrevivir a esas bestias, dichos rumores fueron esparcidos por Mal y Jay, siendo los únicos tan crueles y malos para ser castigados todos les creyeron.

— Llegamos - Mal soltó el hombro de Evie y la dejo en la puerta para entrar al sótano donde estaba la sala con las bestias.

— Mal, sé sincera por una vez en tu vida y dime ¿realmente hay bestias abajo?

Mal sonrió con dulzura, pero en sus ojos se veía la malicia. Con voz serena le dio unas últimas palabras.

— Suerte, Evie - El Doctor Facilier, director de la academia tomó las llaves y le abrió la puerta a Evie

— La veo del otro lado, Señorita.

No sabía quién de los dos la angustiaba más. Las bestias que seguramente Mal y Jay habían inventado para alzarse como los más fuertes y valientes de la Isla o El Doctor Facilier. Evie sentía que un castigo como ser comida por bestias era absurdo solo por cuestionar el sentido de la moda del director, ese chaleco púrpura con pantalones naranjas y ese feo sombrero definitivamente no eran su estilo.

La puerta se cerró detrás de ella. El castigo solo consistía en sobrevivir a las supuestas bestias que se escondían en la oscuridad. La puerta se abriría otra vez en una hora, solo debía quedarse ahí una hora y sería libre.

— Que tontería, Mal y Jay no tienen palabra, es imposible que realmente haya bestias aquí adentro.

Escucho unos gruñidos, semejantes a los de un león, pisadas grandes como las de un oso. Con el rabillo del ojo, vio unas orbes brillantes color amarillo que desaparecieron al instante en que se giro para verlas.

— Es tu cabeza, solo es tu cabeza - murmuró para sí misma.

Un gran rugido la hizo temblar y correr a la puerta para golpear la puerta pidiendo ayuda.

— ¡POR FAVOR, SEÑOR FACILIER ABRA LA PUERTA, NO VOLVERÉ A REÍRME DE SU HORRIBLE FORMA DE VESTIR!

Gruñidos y golpes que se acercaban más a ella. Evie golpeó más fuerte la puerta y trato de forzar la cerradura con los conocimientos que sus amigos le habían transferido.

La habitación era tan oscura que ni siquiera podía distinguir las siluetas que caminaban cerca de la ventana, la única fuente de luz.

Cayeron unos tubos de hierro que resonaron con fuerza en el suelo e hicieron eco en la habitación. Evie comenzaba a creen en Mal y Jay, entendía porque ellos solían merecer el castigo, entendía que ellos realmente eran los más fuertes y valientes de la Isla, entendía cómo ellos sobrevivieron, y ella definitivamente no se creía con la fuerza para ser igual a ellos.

Sentía que la bestia iba a saltar sobre ella en cualquier momento, de hecho sintió el aliento apestoso de la bestia sobre su cuello.

Por reflejo intento golpear a la bestia cuando la tenía detrás de ella, y así lo hizo. Golpeó y acertó en su nariz, de inmediato escucho un lamento, pero no el de una bestia.

— ¡Arg, Mal, Mal, enciende la luz! - oyó a Jay quejándose. Las luces se encendieron y vio a sus amigos con ella. Mal seguía riendo.

Jay quito las manos de su nariz y un hilo de sangre se derramó.

— ¡Auch, que buena derecha Evie! - exclamó la pelimorada.

— ¡¿Qué?! ¿Qué hacen ustedes aquí?

— Nuestro trabajo - dijo Jay sosteniendo su nariz.

— ¡¿Su trabajo es matarme de un susto?!

— No, nuestro trabajo es asustarte. Verás Evie, sí hay una bestia aquí - Mal señalo una jaula donde un viejo perro cazador descansaba —. Bestia es la mascota de Gastón. La gente malentendio lo que dije sobre que había una bestia, pero fue beneficioso para mi imagen de chica mala así que exagere las cosas y dije que pelee contra una bestia salvaje porque el verdadero castigo era tratar de sobrevivir. Jay descubrió mi truco y el rumor se hizo más grande, Facilier nos llamó para que cada vez que castigaran a un estudiante nosotros fingieramos ser la bestia. La escuela se gana el terror de los alumnos, nosotros nos llevamos una buena paga. Todos ganan ¿no?

— Ya sabía que ustedes eran unos mentirosos.

— Aún debes quedarte aquí una hora - dijo Jay al ver a la peliazul dirigiéndose a la puerta —. El castigo es la soledad, así que ahora que nos descubriste nos vamos.

Mal abrió la puerta detrás de un librero muy pesado y apagó de nuevo la luz. Evie ya estaba más tranquila, ya no había una bestia que pudiera comerla, pero ahora se sentía realmente aburrida.

(***)

Salió del castigo y los alumnos se sentían aliviados de que la chica más guapa de la escuela no haya sido destrozada por la peligrosa bestia.

— ¿Cómo te fue en tu castigo? - preguntó Mal con una paleta en la mano —. Se la robe a un bebé ¿Quieres?

— No, gracias - gruñó la peliazul.

— Sobreviviste a la bestia - dijo Jay en modo de burla. Mal le siguió el juego.

— Sí, de hecho pude golpear su nariz - Jay se cubrió con discreción la nariz. Seguía roja y ahora estaba un poco hinchada.

— No esperaba menos de la hija de la Reina Malvada - la ojiverde la sostuvo de ambos hombros —. Realmente eres digna de ser hija de tu madre.

La fue empujando a la salida de la escuela, hacía el cementerio que recibía diariamente a los estudiantes.

— Carlos ha estado lloriqueando por ti todo el día - menciono Jay.

— Se alegrará tanto de que sigas viva.

Evie decidió no discutir con ellos. Si decía la verdad sobre la bestia le haría daño a la ya dañada reputación de sus amigos y sobretodo a su propia reputación que recién estaba formando.

La Isla de los Perdidos.Where stories live. Discover now