Cap.6

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Viktor Volkov.

Un hombre que buscaba la ansiada felicidad que hacía muchos años no tenía. Cuando tenía veinte años, tuvo que viajar desde Rusia hasta Estados Unidos para poder buscar una vida más fácil, era el menor de dos hermanos, pero hacía ya unos cuantos años que había pasado a ser el único hijo vivo que les quedaba a sus padres.

Su hermana Aleksandra enfermó y, como no tenían suficiente dinero para pagar el tratamiento que necesitaba, su vida se fué apagando poco a poco ante la impotencia de su hermano que tuvo que verla fallecer sin poder hacer nada, ya que él aún era muy pequeño.

Su padre era un hombre perdido en la vida, frecuentaba tuburios donde vendían drogas y allí gastaba el dinero que su madre y él mismo ganaban, le daba igual la enfermedad de su hija, le daba igual su familia en general, él allí hacía su vida consumiendo sustancias y estando con mujeres lo que llevó a la familia a la absoluta ruina.

Cuando Volkov tuvo la edad suficiente para poder trabajar, buscó ofertas de empleo hasta dar con un taller mecánico donde le dieron una oportunidad, allí fué aprendiendo y ganando lo suficiente como para ayudar a su madre.

Poco le duró la felicidad de poder intentar salir adelante junto a su progenitora, ya que su padre había desaparecido y nada sabían de él, su madre enfermó también falleciendo meses después y dejándole completamente solo.

Al verse ahogado por las deudas y al recibir amenazas por parte de traficantes de droga a los que su padre les debía una suma importante de dinero, decidió coger el dinero que le quedaba y cambiar de vida viajando al pais de las oportunidades donde actualmente residía.

Cuando llegó a Los Santos, tardó un par de semanas en encontrar trabajo como ayudante en una pizzería, durmió en la calle por días, vivió la dureza de no ingerir un mísero alimento por un día entero, lloraba al recordar cuando su madre les preparaba chocolate caliente a Aleksandra y a él cuando eran niños, sentir ese calor del hogar era su único anhelo.

Trabajó duro y fué cambiando de trabajo, vivió en hostales de mala muerte durante un tiempo ya que eran muy baratos y debía ahorrar para poder alquilar un apartamento decente, todo el esfuerzo merecerá la pena, pensaba dia tras dia.

Y así fué, meses después de pasar por esa precaria situación, por fín tenía un rincón en esa ciudad al que llamarle hogar, no era un apartamento muy grande pero le servía para poder vivir agusto.

Con los años logró ser ayudante del chef, trabajó sin descanso cambiando de trabajo cada vez que le ofrecían una oferta mejor que la que tenía, escaló puestos gracias a su arduo trabajo y ahora tenía un trabajo que le había permitido comprar una casa gracias tambien al dinero que había ido guardando para ello.

A pesar de todo por lo que había pasado, era una persona cariñosa y risueña, la seriedad la guardaba para el trabajo. Había aprendido a abrirse a los demás y así poder disfrutar de la gente que le rodeaba y quería, tenía varios amigos por la ciudad y también tuvo varios amantes a lo largo del tiempo, solo los consideraba amantes por el simple echo de que nunca había sentido nada romántico para empezar algo serio con ninguno, hasta que llegó él.

El dia en que Greco les presentó a ese chico que se incorporaría a trabajar con ellos, lo supo, cuando juntaron sus manos en un corto saludo lo sintió, ese escalofrío que recorrió su espalda, esa sonsira que se formó en su rostro al mirarle, esos acelerados latidos cuando empezó a verle a diario.

Le cogió cariño bastante rápido, Horacio era un chico muy alegre que llenaba la cocina de luz, era gracioso y muy guapo, se sintió atraido por él de inmediato. Pero vió con tristeza como el chef al mando se ganó la atención de ese muchacho, vió como cada dia se quedaban juntos cuando Alanna y él se ivan, vió con la admiración con la que el menor miraba a ese engreído cocinero y tuvo que soportar durante mucho tiempo el trato que le dió a ese ser de luz.

Érase una vez...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora