𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 4

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—Los dos días siguientes pasaron sin incidentes, por lo que ambos hombres estuvieron agradecidos, y la mañana del viernes amaneció brillante y soleada. Gulf estaba lamentando su decisión de salir con Shea esa noche a bailar, y ella lo sacó de su mente cuando lo llamó alegremente.

—Te veo esta noche a las siete, Gulf
—dijo antes de salir por la puerta delantera.

—Suspiró y continuó limpiando el pollo en la cocina antes de pasar a la mesa del comedor. Los hombres ya se habían ido, y tenía todo el día libre delante de él hasta las siete. Todavía tenía que limpiar arriba. En realidad, ni siquiera había subido todavía al piso de arriba. 

—Así que, sintiéndose culpable y curioso a la vez, fue subiendo vacilantemente. La barandilla era blanca y se dirigía en línea recta hasta el primer piso. Era una barandilla perfecta para deslizarse hacia abajo, y casi podía imaginar a Mew y a Shea discutiendo sobre quién lo haría en primer lugar. Sus labios se curvaron en una sonrisa cuando imaginó a Mew con su pelo rubio y ojos verdes claros lanzándose por la barandilla de madera, dejando escapar un grito de guerra a su paso. 

—Y, por supuesto, a Shea, discutiendo sobre el hecho de que ella también podía hacerlo, mientras lo seguía por la barandilla. Imaginar su insistencia en ser tratada como una igual, le hizo reír. En el transcurso de los últimos días, había visto cómo Mew trataba a Shea como si fuera de cristal y se fuera a romper en cualquier momento. La frustración de la chica no tenía fin, e incluso se sentó con Gulf una noche que no podía dormir y le contó que no quería dejar el rancho, pero Mew la había obligado a ir a la universidad.

—Se preguntaba si Mew siquiera sabía cuánto quería estar Shea aquí, en el rancho con él, en vez de estar preocupada por tener que alejarse.

—Gulf se detuvo a lo largo de las escaleras para estudiar los cuadros que colgaban de las paredes. Había una foto de un hombre de buen aspecto y una mujer vestida de novia. Debían ser los padres de Mew y Shea. No tenía el valor de preguntarlos dónde estaban.

Estudió la imagen, y vio que Mew tenía las características de su padre y Shea las de su madre, salvo que apostaba con toda certeza que la chica había sacado la terquedad de su padre, porque el mentón era el mismo, fuerte y robusto. —Las siguientes fotografías que había a lo largo del pasillo eran fotos de Mew y Shea en distintas etapas de sus vidas. Una mostraba a Mew en la escuela secundaria con una gran sonrisa, sosteniendo un balón de fútbol. Había otra que era del baile del instituto.

En ella, había una chica con brillantes rizos rojos apoyada a su lado, con una amplia sonrisa que marcaba sus rasgos. —Se veía muy guapo con el esmoquin, alto y apuesto. Pero Gulf observó a la chica de la foto y suspiró con resignación. El hombre nunca estaría interesado en alguien como él, con problemas mentales, y sin poder hacer nada físicamente. —Así que continuó subiendo las escaleras hasta llegar al rellano del segundo piso. Sólo había cuatro dormitorios en la planta alta, junto con un cuarto de baño.

El primero debía ser el cuarto de invitados, estaba intacto, por lo que continuó hacia la habitación de al lado. Esa habitación era sin lugar a dudas la de Shea. Había banderines de Harvard en las paredes, una gran cama con dosel en el centro de la habitación contra la pared, un juego de dormitorio blanco, un tocador lleno de maquillaje y perfumes, y un asiento en la ventana que era perfecto para ver el rancho, mientras se leía un libro. —Las paredes eran de un color morado claro con un borde de margaritas amarillas en la parte superior de la pared. 

Hizo una breve pausa y sonrió. A pesar de que trataba duramente de ser considerada como otro vaquero, en realidad en su corazón era una mujer femenina. No parecía que el espacio necesitara ser limpiado y Gulf se retiró de la habitación, cerrando la puerta detrás de él. Tragó con dificultad, sus ojos fijos en la puerta blanca en el extremo del pasillo, mientras caminaba lentamente hacia ella.

𝓣ó𝓬𝓪𝓶𝓮 𝓢𝓾𝓪𝓿𝓮𝓶𝓮𝓷𝓽𝓮Where stories live. Discover now