𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 7

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-Cuando Gulf se terminó de cambiar, volvió a salir para reunirse con Shea. Al acercarse, la vio sacando un caballo ensillado fuera del establo. Un caballo ligeramente más pequeño que Mantacor, que tenía pelaje rojo cobrizo, como si fueran llamas, una melena marrón oscura, y movía la cola mientras caminaba.

-Shea le sonrió y le indicó que se acercara a donde se ella encontraba, de pie al lado del caballo. Se acercó cautelosamente, manteniendo sus ojos en el animal. 

-Esta es Brandy. Tiene dos años y es muy dócil y tranquila. Es muy adecuada para aprender. Acércate y extiende la mano para que te huela, es la forma más sencilla de que te conozca.

-Gulf, a regañadientes, levantó la mano, pasando la palma por el hocico de la yegua. 

El animal frotó la nariz contra la palma de su mano, y pudo sentir los pelos de su nariz haciéndole cosquillas. Sus labios se curvaron en una sonrisa y sus ojos comenzaron a brillar con diversión y alegría. 

-Es muy hermosa.

-Ahora, sólo tienes que montarla por el lado izquierdo. Agarra las riendas con la mano izquierda. 

-Shea le entregó las riendas, y se las puso en su mano izquierda, moviéndose nerviosamente de un pie a otro mientras ella lo colocaba al lado de la yegua -. Bueno. Ahora coloca tu mano izquierda, sosteniendo las riendas, en el asiento, o también puedes agarrarte de la melena. No hay terminaciones nerviosas conectadas con la melena, por lo que no tienes que preocuparte de hacerle daño. 

Hizo lo que le indicaba y esperó para recibir más instrucciones. 

-Bien, ahora coloca tu mano derecha en la parte posterior de la silla. Justo así. Bien. Pon el pie izquierdo en el estribo. -Ahora rebota tres veces, y luego tira de ti mismo, balanceando tu pierna sobre la silla mientras lo haces.

-Gulf casi soltó las riendas y tuvo que intentarlo varias veces mientras trataba de seguir sus instrucciones. Por último, consiguió sentarse en la silla, jadeando por el esfuerzo de tratar de montar sobre la yegua. -Se agarró a la silla y a las riendas con fuerza, dándose cuenta de lo lejos que se veía la tierra desde donde estaba sentado. Estaba a una altura considerable. La yegua se movió y Gulf dejó escapar un chillido, agarrándose a la melena del animal fortísimamente.

-Shea se echó a reír, sus ojos arrugados en las esquinas y un hoyuelo en la esquina de su boca. -Relájate, Gulf. La yegua nota si estás nervioso y se pone nerviosa.

-Se obligó a relajarse, disminuyó poco a poco su agarre de la melena y vio como Shea daba la vuelta al otro lado del animal para asegurarse de que su pie estuviera bien colocado. Instintivamente deslizó su pie en el estribo.
- Ella le ajustó la longitud de la pierna, asegurándose de que se apoyaba ligeramente contra el costado del animal.

-Ahora te llevaré al corral, desde allí daremos un tranquilo paseo. ¿De acuerdo, Gulf?

 Cuando Shea empezó a caminar con la yegua, Gulf apretó las piernas y se tensó. Los movimientos de la yegua le daban miedo, y la idea de que podría caerse pasó por su mente.

-Afloja las piernas antes de que le cortes el suministro de aire.

-Oyó la voz profunda hablándole cerca. 

-Gulf giró su cabeza para encontrarse a Mew sentado en la valla, con las manos apoyadas en el tablón donde estaba sentado y sus piernas en un tablón más abajo. -Los ojos de Mew estaban encendidos con algún tipo de emoción que Gulf no podía identificar, y apartó la mirada inquieto.
Trató de concentrarse en el animal debajo de él y en las instrucciones de Shea, que caminó guiándolos alrededor del corral varias veces, dejando que se acostumbraran uno al ritmo del otro.

𝓣ó𝓬𝓪𝓶𝓮 𝓢𝓾𝓪𝓿𝓮𝓶𝓮𝓷𝓽𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora