Prólogo

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(T/n) se alejó del lienzo después de dar algunas pinceladas en la superfície, examinando los garabatos que acababa de hacer con la esperanza de ver algo que le agradase, sin embargo, su ceño se frunció insatisfecha por el resultado y, sin pensarlo...

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(T/n) se alejó del lienzo después de dar algunas pinceladas en la superfície, examinando los garabatos que acababa de hacer con la esperanza de ver algo que le agradase, sin embargo, su ceño se frunció insatisfecha por el resultado y, sin pensarlo dos veces, dejó los pinceles en el vaso de agua, tomó la tela y, con la ayuda de su rodilla, rompió por la mitad el cuadro inacabado.

Lo botó al suelo, en una esquina donde se encontraban más lienzos destrozados y se sentó en el taburete que estaba frente al caballete.

Llevó sus manos al pelo, frustrada y decepcionada de ella misma por no ser capaz de hacer ni un miserable dibujo bien hecho.

Enojada con ella misma, cerró todos los tubos de pintura, salió de la habitación y se puso la chaqueta para salir a fuera no sin antes coger el monedero, el celular y las llaves.

Se adentró en las calles de la ciudad donde vivía hace menos de dos años, aunque ya conocía todo el lugar como si fuera su palma de la mano.

Su ceño aún estaba fruncido y tenía su mirada fija todo el rato en el suelo sin tomarse la molestia de ver hacia delante por si estorbaba a alguien.

Tenía sus manos escondidas en los bolsillos de su campera, resguardándose del frío que cada día iba siendo menos notable.

Sus pensamientos solo se centraban en buscar alguna idea que pudiera plasmar en el lienzo, que tuviera un gran significado y se hiciera notar el gran esfuerzo y tiempo que hubiera dedicado a ese dibujo, pero su cabeza estaba por explotar.

Estaba por gritar del enojo, no obstante, sus ojos se abrieron de par en par al sentir una presencia estar a su lado.

Inmediatamente volteó su cabeza sin detener su caminata, viendo como se cruzaba con un joven de pelo azabache y ojos de azul marino.

Los pocos segundos, que transcurrieron cuando ese chico había pasado a su costado, fueron suficientes para que la belleza de él cautivara a la peli(t/c), la cual en seguida giró ciento ochenta grados con la intención de dirigirse a él.

— ¡Oye! .— exclamó antes de alcanzar la manga del jersey del pelinegro, pero no tuvo éxito, ya que se tropezó con sus pies, cayéndose.

El sonido seco hizo llamar la atención de él, girándose sobresaltado al percatarse que una extraña estaba de cara al suelo.

Poco le importó (T/n) la escena tan ridícula que acababa de hacer. Separó su cara del piso, aguantando su peso con sus brazos mientras que las manos estaban en el pavimento. Ignoró totalmente la sangre que caía de su nariz a causa del golpe que se había hecho. Sus ojos brillaban con confianza.

El chico no sabía qué hacer exactamente, si preocuparse por ella, visto que la parte afectada de su rostro se veía doloroso o si escapar de ahí por ser observado con tanta intensidad de parte de una total desconocida.

— ¡Sé mi modelo, por favor! .— la gente que iba caminando se la quedaron mirando para que después dirigieran sus ojos al joven esperando la respuesta.

El de ojos azules, sin embargo, no sabía cómo actuar ante eso y solo fue capaz de enarcar una ceja sin acabar de entender qué estaba sucediendo.

El de ojos azules, sin embargo, no sabía cómo actuar ante eso y solo fue capaz de enarcar una ceja sin acabar de entender qué estaba sucediendo

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Trazos de pintura sobre la superfície || Fushiguro MegumiWhere stories live. Discover now