Capítulo 1

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~1 DE ABRIL~

🔱 LIAM 🔱

-¿Tienes por costumbre trabajar con tus colaboradores de esta manera?

-Tengo por costumbre hacer otras cosas. Tú eres la excepción. –Respondí subiéndome la cremallera del pantalón mientras que Amber sonreía sentada aún sobre la madera del escritorio.

-Por cierto, esta noche vamos a ir algunos de mi planta al club nuevo que abrieron la semana pasada. ¿Te apuntas?

-Hmm... Pásame la hora y ya veré lo que hago. –Asintió sin perder la sonrisa antes de incorporarse para colocarse mejor la ropa.

-Espero que vayas. –Me guiñó un ojo traviesamente antes de caminar hacia la puerta de mi despacho sin dejar de contonear las caderas.

-Amber.

-¿Sí?

-Olvidas esto. –Alcé la carpeta roja que había traído para que firmara antes de distraernos con otras cosas.

-¡Uy, sí! –La cogió riendo antes de salir definitivamente sin mirar atrás.

¿Qué sí tenía por costumbre tener sexo inesperado en los lindes de mi despacho había preguntado?

Pues la respuesta era simple y llanamente incorrecta.

Nunca me hubiera atrevido a hacer tal cosa, pero hoy había llegado a mi límite de paciencia con mi hermano.

Vale que fuera el mandamás de todo esto, pero llevaba unos días insoportable con todo el mundo.

Esta mañana, sin ir más lejos, se había atrevido incluso a gritarme que a lo mejor no había sido buena idea tenerme en su empresa. ¿Pero de qué iba?

El teléfono que hacía de intercomunicador con la secretaria de Dominique sonó sacándome de mis pensamientos.

-¿Abogado Reened?

-¿Sí, Bella?

-La señorita Jennings está aquí...

-Ah, sí, déjala pasar.

-Por supuesto, enseguida. –Suspiré echándo la cabeza hacia atrás a la espera de que Giulia me iluminara con su presencia.

Con tantas cosas que tenía en la cabeza y lo que había estado haciendo hacía un rato con Amber, se me había olvidado que Giulia iba a venir.

Su llamada de esta mañana me había sorprendido un poco, ella no tenía porqué pedir permiso para venir a verme, era casi parte de mi familia ya.

-¡Giulia, hola! –Me levanté a darle un cálido abrazo cuando entró a mi despacho. –¿Cómo estás?

-Viviendo. –Respondió sentándose en una de las sillas que habían frente al escritorio mientras que yo fruncía el ceño.

-¿Y puedo saber a qué se debe esa contestación? –Fui a sentarme en mi asiento antes de fijarme en que aún seguía manteniendo las gafas de sol con las que había llegado. –Y tus gafas de sol, por cierto...

Sin abrir la boca para contestar, se quitó las gafas antes de echarse el pelo hacia atrás haciendo que me llamara la atención una marca morada que tenía bajo el ojo izquierdo.

-¿Qué te pasó? ¿Estás bien?

-Ya te dije que de momento, sigo viva.

-¿Alguien te golpeó?

Corazones SolitariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora