Capítulo 4.

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Una tarde, en menos de cinco minutos, Hyun Jin y sus amigos crearon un plan que consistía en ir a un centro de juegos para perder el tiempo y después pasar por un restaurante de comida rápida. Sin duda no era lo más interesante que la ciudad ofrecía, pero eran sinceros en cuanto al hecho de que para ellos cualquier cosa era mejor que irse directamente a casa y hacer tarea.

Conversaban en la parada de autobuses y agregaban algunas ideas a lo que tenían planeado, pero el pelirrojo no decía mucho, ni siquiera les prestaba atención.

—Adelántense —pidió de repente, terminando de revisar los mensajes más recientes en su teléfono celular—. Esperaré a Seung Min por aquí y ambos los alcanzaremos más tarde. No les molesta que nos acompañe hoy, ¿cierto?

—¿Quién lo diría? Ese niño en serio te hace tener un lado más... suave —comentó el chico de cabello azul grisáceo, aunque en realidad no parecía sorprendido.

—No sé de qué hablas.

—¿Está pasando algo entre ustedes? —Preguntó después el rubio mientras acomodaba sus audífonos alrededor de su cuello y volteaba a ver al más alto con curiosidad—. Digo, Chan hyung empezó a tener cambios así poco antes de pedirle a Jeong In que fuera su novio... y ya llevan varios meses saliendo. De hecho, también vendrá con nosotros.

Hyun Jin respondió con una mirada que expresaba desagrado y se quedó sentado en la banca instalada en la parada de autobuses, decidido a esperar la llegada de su amigo de la infancia. Los comentarios y preguntas de los otros chicos lo habían hecho sentir levemente incómodo.

Soltó un suspiro de alivio cuando le hicieron caso y se fueron. Sin embargo, cuando Seung Min llegó varios minutos después, lo volvió a invadir la desagradable sensación de que no podía estar del todo tranquilo.

Subieron al autobús indicado y se sentaron en la parte posterior del vehículo. El camino hacia el centro de juegos estaba siendo silencioso hasta que a Seung Min se le ocurrió "arruinarlo", según el pelirrojo.

—Oye, Jinie, sé que esto es muy repentino. Tal vez no te enteraste, pero la próxima semana el planetario tendrá una exhibición muy interesante dedicada sólo a la luna —sonrió débilmente—. El punto es que... ¡Me encantaría que fuéramos juntos! —Exclamó a la vez que dejaba que su emoción se asomara un poco en su tono de voz—. Dijimos que cuando pudiéramos ir a cualquier lugar, entonces iríamos primero a la luna y que veríamos algunas estrellas... ¿Lo recuerdas?

—¿En serio dijimos esa tontería?

Hyun Jin no se daba cuenta, pero sus palabras lastimaban al contrario mucho más de lo que podía llegar a imaginar. Había sucedido lo mismo cuando hablaron acerca de por qué lo de escribir cartas quedó enterrado en el pasado.

El más bajo mordió su labio inferior y se encogió un poco en su sitio. No volvió a abrir la boca para nada durante el resto del camino y, aunque sentía un nudo en la garganta, se negaba a llorar en frente del otro chico y a expresar en voz alta que por poco le ganaba el deseo de regresar a su casa.

Logró distraerse un poco en el centro de juegos, en especial gracias a las ocurrencias que abandonaban la boca del compañero rubio de Hyun Jin de vez en cuando, pero aceptar la realidad de cómo era su amigo de la infancia después de que pasaran tantos años seguía siendo complicado. Temía estar equivocado y que fuera una pérdida de tiempo el esperar a que volviera el Hyun Jinie que él recordaba.

—¿Qué le pasa al niñito que te dice "Jinie"? —Preguntó Chang Bin antes de lanzar la última pelota que le quedaba de su partida de Iceball—. Se ve raro —agregó mientras señalaba hacia donde estaba Seung Min, quien veía otros juegos con poco interés.

—Nada. Se aferró a otra estupidez del pasado —dijo Hyun Jin sin siquiera voltear a ver al peliazul—. A veces es tan fastidioso y tengo que detenerlo aunque se ponga triste.

—No pediste mi opinión, pero parece que él en verdad te quiere —comentó el chico de doble nacionalidad—. Pobrecito.

—¡Cállate, Chan hyung! ¡Cállense todos! —Bufó el pelirrojo.

No se atrevía a mirar a Seung Min. Sabía que encontraría tristeza en su mirada, así como sabía que el único culpable de llenarlo con ese sentimiento sería él.

Unos cuantos días más tarde, las cosas cambiaron de manera inesperada. El señor Hwang le pidió un favor a su hijo y éste no pudo decir que no.

—Ya que no tienes clases, quiero que me acompañes a la primera casa que tuvimos en Daejeon. El dueño me llamó para decirme que una familia empezará a vivir ahí muy pronto, pero dejamos algunas cosas, así que es nuestro deber ir a sacarlas.

—¿Nos tardaremos mucho?

—Lo dudo. Si trabajamos en equipo, será algo rápido —aseguró.

Su semana había sido fastidiosa. Tan pronto como subió al automóvil de su padre, Hyun Jin notó que el mayor tenía intenciones de conversar, por lo que se puso sus audífonos y subió el volumen de la música que se reproducía en su teléfono celular. El mensaje no podía ser más claro: ¡No tengo ganas de hablar!

La familia Hwang tuvo dos casas en Daejeon, las cuales estaban separadas por nada más que cuatro calles. La razón por la que vivieron poco tiempo en uno de esos lugares nunca le quedó clara, sólo escuchó que hubo un pequeño problema con el dueño, pero en ese entonces Hyun Jin era lo suficientemente joven como para no entender mucho más que eso. No le preguntó a sus padres la gran cosa porque su segunda vivienda fue más grande y cómoda.

De cierta manera era muy extraño volver a la primera casa que tuvo en aquella ciudad. Esperaba que su padre tuviera razón y que no tardaran tanto.

El dueño de la casa los recibió y abrió la puerta para ellos, llevándolos después hasta la pequeña habitación en la cual había dejado todo acomodado en varias cajas.

—Guardé absolutamente todo lo que encontré —explicó—. También me hice cargo de ordenar su correspondencia, había demasiados sobres amontonados cuando llegó la familia interesada en esta casa. La puerta incluso estaba atascada —volteó a ver al joven pelirrojo—. ¿Tú eres Hwang Hyun Jin?

El chico asintió.

—Sí. ¿Por qué?

—La mayoría de las cartas que recogí eran para ti —contestó con simpleza.

—¿Eh?

El hombre señaló una caja de cartón llena de sobres y le dijo que podía tomarse su tiempo para revisar todo, pues nadie más iría a la casa durante ese día. Entre confundido y aterrado, Hyun Jin ni siquiera tuvo voz para soltar un agradecimiento, sólo se acercó a aquella caja y se sentó a un lado de ésta, observándola mientras de alguna forma suplicaba al mismo tiempo por dos cosas: que las cartas fueran de parte de Seung Min y que no lo fueran.

—Increíble —habló el señor Hwang, caminando hacia otras cajas que había por ahí para ver qué tenían adentro—. ¿De dónde salieron tantas cartas? ¿Siguieron llegando incluso cuando nos fuimos a la otra casa?

Con las manos temblando levemente, Hyun Jin agarró uno de los sobres más recientes y por fin leyó el nombre "Kim Seung Min" en la parte de los datos del remitente.

—Yo... Yo nunca le dije que dejé de vivir aquí —susurró—. La última vez que le escribí fue cuando le hice una tarjeta por su décimo cuarto cumpleaños... Pero según el sello que está aquí, teníamos dieciocho años cuando él escribió esto...

¡No podía ser!

A pesar de no darle respuestas, Seung Min le había escrito durante otros cuatro años... y Hyun Jin no supo ni cómo empezar a describir lo que sintió en su interior en ese momento.

Continuará.

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Espero que estén muy bien, lobitos hermosos. ¡Gracias por su apoyo!

Dame una señal, Hyun Jin [HyunMin]Where stories live. Discover now