Capítulo 5.

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El viaje de regreso a Seúl le pareció largo e insoportable porque sus únicas opciones eran hablar con su padre o hundirse en sus pensamientos. No terminaba de procesar que Seung Min le había escrito tantas cartas, incluso cuando él ya no se molestaba en tomar algo de tiempo para conseguirle una simple postal.

La corta conversación que tuvo con el pelinegro golpeaba su mente como un eco que no tenía pensado dejarlo en paz.

¿Por qué dejaste de escribirme cartas? Yo... estuve esperándolas por mucho tiempo.

Daba igual, ¿no? Habían pasado años, pero mi vida seguía aunque tú no estuvieras cerca.

—Seung Min... —Pensó en voz alta.

—¿Hm? ¿Dijiste algo?

—Ah... —Volteó a ver a su padre—. No, nada.

—Ir a Daejeon sí que me trajo varios recuerdos, ¿a ti no, hijo?

El pelirrojo desvió la mirada. No tenía muchas ganas de contestar, pero aun así lo hizo con la esperanza de que el diálogo fuera suficiente para distraerlo del dolor en su pecho.

—Sí...

Estaba siendo sincero. Volver a estar en esa ciudad también lo hizo recordar varias cosas: lo molesto que se sentía por encontrarse lejos de Seung Min, las noches en las que lloraba hasta quedarse dormido porque lo echaba de menos, lo mucho que deseaba verlo de nuevo y vivir otra aventura de esas que imaginaban... ¿Cuándo dejó de ser ese chico que sólo quería reencontrarse con su mejor amigo?

—Aceleraré un poco —la voz de su padre volvió a traerlo a la realidad—. Dijeron que hoy lloverá muchísimo en Séul, debemos tratar de llegar temprano.

Cuando se detuvieron en frente de su casa, Hyun Jin no escuchó el agradecimiento del señor Hwang, simplemente tomó la caja llena de cartas y se la llevó con él hasta su habitación. Varias gotas de agua comenzaban a golpear su ventana y los truenos a la distancia anunciaban que no caería una lluvia leve, pero el pelirrojo no hizo más que sentarse a ver todos los sobres que por fin habían llegado a sus manos. Primero se aseguró de que estuvieran en orden cronológico, mas después ni siquiera tuvo el valor de tomar uno y abrirlo.

Mientras intentaba decidirse por actuar, su teléfono celular hizo un sonido que lo sacó de sus pensamientos. Revisó de inmediato aquel aparato, encontrándose con un mensaje nuevo por parte de Chang Bin, mismo que decía que debido a la tormenta sería mejor cancelar su reunión de esa noche. En sus palabras, el frío sería imposible de soportar y solamente un loco se animaría a salir.

—¿Qué día es hoy? —Se preguntó en un susurro a la vez que abría el calendario—. Ah... Hoy... No, Bin hyung tiene razón, nadie saldría... —Agregó con un suspiro antes de mirar un par de relámpagos por su ventana—. ¿Verdad?

Lo que comenzó como inofensivas gotitas cayendo del cielo pronto pasó a ser una lluvia intensa. Seung Min esperaba cerca de la entrada del planetario, pidiéndole al insistente guardia que lo dejara ahí un poco más, pues mantenía en alto la esperanza de que su amigo llegaría. Y si estaba equivocándose... Bueno, de las pocas personas que se encontraban en ese lugar, la mayoría estaba usándolo como un mero refugio, seguramente tendrían que alargar las fechas de la exhibición sobre la luna y entonces tendría otra oportunidad de convencer a Hyun Jin de ir con él.

Tosió un par de veces, ignorando al guardia que ya sólo lo veía con lástima, como si quisiera acercarse a él y asegurarle que su amigo no iba a llegar. Estaba empapado y de un momento al siguiente se sentía con un cansancio excesivo que lo hacía perder toda su fuerza, ya con sólo moverse un poco se sentía mareado y con las piernas frágiles.

—Hyun... Jin... —Llamó al pelirrojo.

No podía decir si la fiebre estaba haciéndolo alucinar o si el chico al que tanto esperaba sí estaba ahí, acercándose a él, corriendo bajo la lluvia como si en esos momentos nada importara más que finalmente encontrarse.

—¡Seung Min! ¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?! —Lo escuchó gritar—. ¡¿Estás loco?!

—Hyun Jin...

—¡¿Cuál es tu problema?! ¡Yo nunca dije que vendría contigo a ver la luna o lo que sea!

—Sí lo hiciste... —Dio un paso hacia delante con dificultad—. Hyun Jin... Dijiste que sería el primer lugar al que iríamos juntos...

—¿Cuántas veces tengo que decírtelo? No éramos más que unos niños pequeños en ese entonces, Seung Min. Ya deja de decir tonterías y de hacer estas cosas tan estúpidas —frunció el ceño y se detuvo en su lugar, importándole poco si se mojaba más—. Las cosas cambian. ¿Acaso no te das cuenta de que puedes hacerte daño si te aferras a todos esos recuerdos? ¿Cómo se te ocurre esperar bajo una tormenta? —Le preguntó—. Ya es suficiente, ¡nos vamos de aquí ahora mismo! —Gritó—. Ven.

—¡No! —Contestó mientras un par de lágrimas resbalaban por sus mejillas, mezclándose con la lluvia—. Si estás aquí, eso quiere decir que tú también me sigues viendo como un amigo, que no querías dejarme solo... ¿No es así? ¿De qué otra manera podrías saber que estaría en este lugar?

—Seung Min...

—Dame una señal, Hyun Jin —suplicó con la voz rota—. Si es verdad que ya no eres el chico al que conocí, lo entenderé y te dejaré en paz... Te lo prometo... —Sollozó—. Pero si no estoy equivocado, sólo necesito una señal...

Entonces, Hyun Jin agachó la mirada por unos segundos. Metió la mano al bolsillo de su pantalón y sacó el llaverito de cachorro que Seung Min le había dado el día de su mudanza. Claramente le urgía una visita a la lavandería y tenía un hilito suelto o dos, pero fuera de eso, se encontraba bien. Seung Min no tardó en reconocerlo y sentir más lágrimas acumulándose en sus ojos, los cuales ahora brillaban levemente. No necesitó nada más en ese instante.

Se acercó a Hyun Jin y permitió que éste lo rodeara con ambos brazos. Se sentía tan débil, pero a la vez tan aliviado, dejando caer prácticamente todo su peso contra el pecho del más alto.

—Nunca te olvidé, Seung Min —le susurró al oído—. Ni a ti ni a nuestras aventuras —acarició su espalda suavemente con la mano que no sostenía a PuppyM—. Sé que te hice daño y lo lamento. Muchas cosas cambiaron cuando yo... estúpidamente dejé de escribirte —aceptó la culpa—. Me alejé de ti y jamás debí haberlo hecho. Lo siento.

—Pero estás aquí ahora... Estamos aquí... —Apoyó su frente sobre el hombro ajeno—. Seguimos siendo Hyun Jin y Seung Min... —Dijo con la poca energía que le quedaba—. Por las estrellas.

—Por las estrellas —repitió el pelirrojo antes de abrazar a Seung Min con un poco más de fuerza.

El pelinegro logró sonreír levemente al escuchar esas palabras, pero cayó inconsciente un parpadeo después y fue sólo gracias a Hyun Jin que su cuerpo no alcanzó el suelo.

Cuando volvió a abrir los ojos, seguía lloviendo, pero él ya no estaba mojándose. Incluso su ropa había sido reemplazada por prendas secas, cálidas y cómodas. Lo único húmedo que sentía era por un pañuelo doblado encima de su frente. La cama en la que descansaba no era la suya, pero voltear a un lado y alcanzar a reconocer a Hyun Jin sentado en el suelo le dio de inmediato la respuesta a la primera pregunta que se había hecho en su mente.

El pelirrojo también estaba usando ropa seca y ya no tenía puestos sus lentes de contacto. Se veía un tanto triste en su propio mundo mientras movía distraídamente los sobres que sostenía entre sus manos, como si todavía no supiera qué hacer con ellos.

—¿M-mis cartas...? —La voz de Seung Min era un hilo, por lo que el más alto no alcanzó a escucharlo.

Continuará.

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Hello.

Queda un capítulo (tal vez dos) y ya, se termina el fanfic. 😳

Espero que esta actualización haya sido de su agrado. 😊 Muchísimas gracias por leer, votar y comentar, significa mucho para mí. ❤️

Dame una señal, Hyun Jin [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora