OO8. contacto.

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Cuando era tan solo una niña de seis años tuvieron que explicarme por qué mamá no podía acompañarnos a las salidas en familia, por qué mi hermano y yo no teníamos la misma madre, la razón por la cual no vivía con papá, el motivo de que el hombre q...

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Cuando era tan solo una niña de seis años tuvieron que explicarme por qué mamá no podía acompañarnos a las salidas en familia, por qué mi hermano y yo no teníamos la misma madre, la razón por la cual no vivía con papá, el motivo de que el hombre que ayudó a traerme a la vida apenas pasaba tiempo conmigo, por qué él dormía bajo el techo de una familia que no éramos mi mamá y yo. Y fue jodidamente difícil hacerle entender ese tipo de cosas a una testaruda Rosé de seis años con mejillas y manos rellenitas.

Yo me rehusaba a que mamá no pudiese acompañarme al cine cuando mi padre y la señora Park me invitaban, me rehusaba a que papá no me diera las buenas noches y a Chan sí. Así que por eso mismo, siempre intentaba con mucho esfuerzo hacer que las cosas cambiaran. Le decía a mamá que ese día mi padre había dicho que podía acompañarnos a almorzar y ella, tan educada como siempre había sido, se aparecía para almorzar con todos nosotros. Enseguida la señora Park hacía que se marchara, yo hacía un berrinche y lloraba, les pedía que dejaran que se quedara. Al final sólo recibía regaños por parte de mi padre, por haber mentido de esa manera. Mamá era paciente conmigo y siempre entendía por qué hacía este tipo de cosas, así que jamás se enojaba conmigo. De entre tantas personas en el mundo, ella es alguien que vale la pena.

Papá no vale la pena. Porque todo este dolor que he guardado en mí, tan sólo para tener un padre en mi vida, no lo vale para mí. No vale la pena, porque él realmente no está aquí conmigo. No puedo sentirlo, no puedo sentir que le importe. Así que no vale la pena, y a veces sólo deseo jamás haberlo conocido.

Porque cuando dirigí mi mirada hacia Lisa, encontrándola ahí donde Chan la había dejado después de la aparente pelea, sentí que había un poco de mí en ella. Sentí que éramos demasiado parecidas para mi bien. Lo supe al ver la manera en la que se mantenía tendida en la arena, doblada, abrazando sus piernas contra un árbol y estremeciéndose a cada sollozo. Lalisa Manoban estaba en ese punto de quiebre donde ni siquiera entiendes cómo puedes llegar a sentirte tan insignificante y sin valor. Lo sabía porque yo misma había estado en ese oscuro lugar antes.

Caminé en su dirección intentando ser silenciosa, acercándome despacio y con cuidado. No lo logré. En el camino, pisé una rama, lo que me hizo trastabillar un poco y como resultado, también llamar la atención de Lisa.

Ambas nos asustamos por un instante, yo abrí mis ojos sorprendida cuando ella dio un pequeño salto en su lugar al captar el sonido de alguien acercándose.

Supe que su corazón latía igual de furioso, enloquecido y descontrolado que el mío, cuando alzó el rostro de sus piernas y levantó la mirada hacia mí, así encontrándose con la mía.

Sus ojos estaban rojos, su nariz también lo estaba. Habían claros rastros de lágrimas en sus mejillas, y lucía demasiado triste como para ser Lalisa Manoban. Pero, más allá de la tristeza, en toda su cara también se reflejaba un devastador temor.

―¿Rosie? —pronunció el nombre por el que mi mamá siempre me llamaba, y sus ojos brillaron. Sentí en su voz cierto alivio de verme que me reconstruyó el alma.

If i was a rose. | chaelisaWhere stories live. Discover now