Capítulo 32

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Jungkook


Llaman a la puerta, abro y Jimin se abalanza sobre mí. Lo hace entre exclamaciones y gritos que tardo en comprender por el volumen tan alto de su voz.

—¡Me lo han dado! ¡Me han dado el trabajo! —exclama. Se aparta, me da un beso y me mira orgulloso. Su sonrisa se me contagia y no puedo evitar sonreír yo también. Incluso el orgullo se me contagia, porque me siento orgulloso de él.

—Felicidades, nene. Sabía que lo conseguirías.

Entra en el piso, cierro la puerta tras de sí y nos dirigimos al salón. Por el camino no deja de parlotear, con las mejillas encendidas y los ojos llenos de un brillo especial. Si la pasión por algo pudiera definirse con una imagen sería con la imagen de ese brillo de ojos, no me cabe duda. No conozco a nadie que ame tanto algo como Jimin al periodismo.

—Entonces, ¿Cuándo tienes que empezar? —pregunto.

—Pues ese es el problema. —Se sienta en el sofá y abraza un cojín—. Quiere que empiece en cuanto antes, pero no sé hasta qué punto a Ho-seok le parecerá bien que lo haga.

—No recuerdo que hubiera ninguna cláusula de exclusividad. —Me rasco la barbilla, pensativo.

—No la hay, pero sí que debo tener disponibilidad total, y en el periodismo nunca se sabe. Tienes que estar donde esté la noticia sea la hora que sea.

—Aigo, no había caído en eso.

Le veo desinflarse como un globo. La verdad es que no me gusta nada la idea de que no pueda trabajar de lo que quiera por algo que le ate a mí. Además, ¿Qué sentido tiene ese contrato ahora? Si ya pasamos la mayoría del tiempo juntos. Seguimos aún el cronograma que nos marca Ho-seok con eventos, fiestas y citas como si estuviéramos fingiendo algo que, a estas alturas, es real.

—Nene, no te preocupes por eso. —Le toco el brazo con suavidad y él me mira—. No voy a dejar que algo así sea un problema para que puedas hacer realidad tu sueño.

—No es una decisión que te concierna solo a ti. —Sé que se refiere a mi padre. Al fin y al cabo, fue él quien amañó todo esto. Y sé que Jimin le tiene mucho respeto (como cualquier persona cuerda que se precie, si hay algo que mi padre infunda, es miedo).

—Yo me encargaré de todo. Si te parece bien mañana mismo llamaré a Ho-seok para reconsiderar opciones. ¿Te parece?

—¿Y qué le vas a contar?

Nos quedamos mirando a los ojos durante unos segundos. Sé lo que significa esa pregunta. Hace un mes que estamos acostándonos y que nos vemos de forma más o menos regular, pero no hemos hablado de lo nuestro. Joder, qué complicado es todo esto.

—Podría decirle que quiero romper el contrato porque hay un conflicto de intereses. —Jimin me mira sin comprender y decido ser claro—. Le diré la verdad. Que me estoy enamorando de ti. Que no quiero seguir con esta mentira cuando ya hace tiempo que dejó de ser mentira para convertirse en verdad.

Puedo ver el impacto de mis palabras en sus ojos. Si antes brillaban ahora relucen.

—¿Estás enamorado de mí?

—Loca e incondicionalmente.

—Pensaba que Jeon Jungkook no se enamoraba —bromea, aunque en sus ojos puedo leer la emoción que le han hecho sentir mis palabras.

—Yo también lo pensaba. Pero hay muchas cosas que pensaba antes de conocerte que ya no pienso. Como que, por ejemplo, nunca encontraría a una persona capaz de sacar la mejor versión de mí mismo. Me haces ser mejor persona, Jimin. Cuando estoy contigo ya no pienso en beber ni drogarme, quizás porque tú eres mejor que cualquiera de esas drogas. De todas, tú eres mi adicción favorita.

Jimin no dice nada. Me mira sin hablar y por un momento eso me asusta. ¿Y si me he tirado de cabeza en la piscina sin comprobar antes si dentro había agua? Pero no puede ser. Me niego a creer que sea así, porque si hay algo que Jimin me ha demostrado a lo largo de estas últimas semanas es que vibra en mí misma sintonía.

—Yo... no sé qué decir.

—No tienes por qué decir nada. Si no compartes lo que siento... —Antes de que pueda terminar de hablar, Jimin me pone una mano en la boca para indicarme que me calle.

—Jungkook, no sé que decir porque cuando se trata de sentimientos siempre me cuesta encontrar las palabras. No estoy acostumbrado a exteriorizar lo que siento. Nadie me ha enseñado nunca a hacerlo. Pero voy a intentarlo. —Coge aire y se abre a mí, en canal, dejándome ver todo lo que lleva dentro—: Jungkook yo también estoy enamorado de ti. Y me aterra estarlo, porque cuando estás conmigo me elevas hasta las nubes y me siento capaz de todo. Contigo vuelo y no necesito nada más en este mundo para sentirme pleno. Quizás no eres el tipo de hombre del que esperaba enamorarme, pero supongo que de eso va el amor, de enamorarse de quién menos te lo esperas cuándo menos te lo esperas. Y tengo miedo, claro, porque volar es muy bonito, pero cuando necesitas a otro para volar corres el riesgo de que un día desaparezca y te quedes sin alas. —Niego con la cabeza y le acaricio el rostro.

—No voy a desaparecer, lo prometo.

—No prometas nada que no estés seguro de poder cumplir.

—Jimin. —Levanto su barbilla para que me mire a los ojos—. Te quiero. — Lo digo sin pensar, dejándome ir por completo.

—Yo también te quiero. —Mirándolo a los ojos, me levanto y lo cojo entre mis brazos para llevarlo hasta la cama. Necesito poseerlo ahora, en este mismo momento. Necesito que gima y se estremezca entre mis brazos.

Lo dejo sobre las sábanas y me tiendo sobre él con cuidado de no aplastarlo. Lo beso y lo hago con dulzura, dejando que mi lengua dibuje espirales dentro de su boca. Acaricio su cuerpo con mimo, y con un poco de avaricia, lo confieso. Me gusta sentir como gime y se remueve entre mis brazos. Me deshago de la ropa que lleva hasta dejarlo en ropa interior y entonces empiezo a subir la intensidad de mis besos y caricias.

—¿Cómo quieres que te lo haga? —pregunto a su oído. Él tiembla y abre los ojos. Me mira con los suyos anegados de placer.

—A cuatro patas, para sentirte más adentro.

Me gusta cuando me pide este tipo de cosas con naturalidad. A otras personas les daría vergüenza hablar de su propio placer, pero en estas semanas Jimin se ha desatado. Hay tanta complicidad entre los dos que ningún tema es tabú.

Me aparto un poco dándole espacio y Jimin se pone a cuatro patas. Su trasero redondo y perfecto se eleva ante mí y no necesito más para que mi polla se endurezca al instante. Me pongo tras él y le como el culo. No hay otra manera de describir lo que estoy haciendo. Estoy devorándolo con mi lengua y a veces uso mis dientes para morder sus glúteos. Quiero prepararlo lo más rápido posible porque ya no me aguanto las ganas de poseerlo, introduzco mis dedos de a uno hasta que sean tres y se que esta listo para mi.

Agarro un condón de la mesita de noche, me lo pongo, rodeo sus glúteos con las manos y lo penetro. Jimin suelta un jadeo y empiezo a embestirlo una vez tras otra de forma rítmica. Le cojo del pelo y de los hombros, como a él le gusta, y tiro de él para que gire la cara y me mire. Nos besamos con pasión mientras lo penetro una vez tras otra, sin pausa. Me gusta sentir como su entrada me recibe húmeda y preparada a cada nueva estocada.

Aumento el ritmo cuando noto que está cerca. Suelto su cabellera, le cojo de las caderas con las dos manos e intensifico las embestidas. Su espalda está perlada por el sudor, y nuestros cuerpos resbalan siguiendo los movimientos.

—Venga, nene, córrete conmigo.

Nada más decir esto siento los espasmos de las paredes anales de su agujero sobre mi miembro con la llegada de un orgasmo, algo que me hace perder el control y correrme a mi también. Aprieto los puños, cierro los ojos y sigo moviéndome hasta que me vacío por completo.

Desde luego, el sexo con él es de otro nivel...



Espero hayan disfrutado este capítulo... el drama ya casi toca a la puerta ♥ 

Un millonario descaradoWhere stories live. Discover now