Spanish Winners

22 3 0
                                    

Mi obsesión por tenerte by Luna_creciente

Deslicé mis pies por las ramas lo más rápido posible, había atravesado tantas veces el bosque que podía describirlo como si de la palma de mi mano se tratara el viejo árbol caído, la laguna ensangrentada y por supuesto el río que lo atravesaba por completo.

Por primera vez había conseguido la confianza de mi señor, me había encomendado la más importante de las tareas, entregar una carta.

Me removía la curiosidad por saber que era tan valioso como para citar a la única persona despierta a altas horas de la noche, tal vez era una proclama de guerra o incluso podría ser un anuncio para un baile.

Caminaba tan distraída que no me di cuenta cuando choqué con alguien.

—¡Maldición! —gruñó.

Yo me quedé paralizada observando como el pequeño duende se removía, acababa de destrozar su casa.

—¡Maldita niña deberás pagar por esto! —gritó a la vez que una vena resaltaba en su cuello.

—Lo siento señor, no tengo dinero —respondí avergonzada.

—¿Qué tienes ahí? —preguntó señalándome.

—Es una carta —afirmé—, pero no puedo dársela.

—Unas hojas tan caras como esas me permitirían reconstruir mi casa —pensó en voz alta—. Debes dármela, de lo contrario moriré de frío.

Un sentimiento de pena me invadió, le había jurado a mi lord que entregaría aquel pedazo de papel, quería cumplirlo, no soportaba la idea de imaginar su espléndida mirada sobre mi cuerpo con decepción, no soportaría que su melódica voz me gritara. Ese duende no lo causaría.

Así que sin siquiera preguntarle que podía hacer eché a correr de nuevo al bosque.

La sensación de culpa me invadió apenas había recorrido unos metros y regresé a buscarlo, pero él ya no estaba.

Sin más remedio continué mi camino, tenía llegar antes del anochecer al palacio de La Reina, eran órdenes estrictas.

El silencio del bosque y el ruido de los animales se camuflaba con el sonido del viento al mecer las hojas. Nada parecía fuera de lo normal hasta que un chiflido me congeló la sangre.

—Nunca antes había visto un sello como ese —dijo una pequeña hada refiriéndose al sello de mi carta—. ¿De dónde es?

—Es de palacio, señora —contesté intentando no ser descortés.

—Esa cera podría iluminar a mi familia por meses —dijo, yo me fijé en su diminuto tamaño.

Y simplemente ignoré su comentario y continué mi camino, no permitiría que ni un solo pedazo faltase de aquella carta, era mi oportunidad.

El camino colina arriba hasta el castillo se hizo cada vez más tedioso, las gotas de sudor nublaban mi vista aunque el sol amenazaba con desaparecer en poco tiempo.

Cuando pensaba que casi se habían agotado mis fuerzas encontré en el hueco de un tronco un poco de agua y me acerqué a beber.

—¿Vienes a ver a la Reina? —preguntó una pequeña niña.

Había estado sentada ahí todo el tiempo, pero mi vista nublada por el sol me había impedido detectar su presencia.

Yo realicé un leve movimiento de cabeza asistiendo.

Ella continuó con la cabeza gacha y grandes lágrimas salieron de sus ojos.

—¿Sucede algo? —pregunté más por curiosidad que por pena.

Saint Vals 2022 AnthologyWhere stories live. Discover now