𝐌𝐄𝐌𝐎𝐑𝐈𝐄𝐒┃𝐦𝐚𝐳𝐞 𝐫𝐮𝐧𝐧𝐞𝐫

Capítulo 27

EL CIELO SE CAE

—El fin ha comenzado.

Amelia se despertó asustada, durante toda la noche tuvo pesadillas, aunque lo ultimo quizás no fue un sueño del todo pues una voz le hablaba y pudo jurar que se sentía real.

Espabiló cuando se vio rodeada por una débil luz sin vida.

«Quizás es muy temprano aún» pensó tallando su ojo de forma distraía, aún con rastros del sueño. Mira por la ventana, ni un rayo de luz se asoma por los cristales, confundida se levanta de la cama y va hacia la ventana, lo que ve la deja sin aliento; el cielo no era más que una losa gris opaca.

Amelia abre la ventana de golpe sin creer lo que sus ojos veía, no había un cielo azul, ni negro, ni estrellas, mucho menos el color púrpura de un nuevo amanecer, en cambio el cielo, cada centímetro de el, era un gris pizarra, incoloro y muerto.

Amelia talla sus ojos con brusquedad y mira al cielo una vez más esperando que quizás y todo fuese producto de su adormilado cerebro, pero el cielo seguía igual, gris, sin nubes, sin crepúsculo, sin los primeros rayos de sol. Simplemente gris.

El sol había desaparecido.

Amelia se apresura a salir de la Finca, corre por las escaleras apresurada, sin luz del sol no sabía que tanto había dormido, Amelia no tenía idea de que hora era. Encontró a la mayoría de los habitantes de pie parados en la entrada de la Caja, apuntando al cielo muerto todos hablaban a la vez.

«El fin ha comenzado» Amelia recordó la voz de su sueño y lo que le dijo, era demasiada coincidencia.

Hecho un vistazo a través de la multitud, Amelia vio a Thomas correr hacia donde todos estaban, luciendo tan confundido como los demás habitantes, pero Amelia noto que además de confundido el chico se veía curioso. Amelia sentía un mal presentimiento, aunque no se sentía en pánico como los demás, mucho menos asustada, quizás no reacciono como una persona normal lo haría, pero pensó que los habitantes estaba exagerando, se veían como pollitos asustadizos.

Amelia razonó, el sol obviamente no había desaparecido, eso era imposible en todos los sentidos. Aunque eso era lo que parecía; no se veía ni rastro de la furiosa bola de fuego, ni de las sombras de la mañana, pero Amelia era lo suficientemente racional e inteligente para creerse tal cosa.

«No, tiene que haber una explicación lógica» piensa sin apartar la mirada del cielo «Nosotros no hemos visto el sol desde un principio, un sol no puede desaparecer simplemente así como así, el hecho de que no pudiésemos verla desde un principio no significa que no estuviera ahí. Nuestro cielo debió ser ⎯y todavía lo era⎯ fabricado, artificial, en pocas palabras, el sol que había brillado en ese lugar durante dos años, proporcionando calor y vida a todo, no era un sol en lo absoluto, de alguna forma debió ser falso. Todo en ese lugar debía serlo» pensó Amelia, era la única explicación razonable que le daba su mente, y podía además aceptar, aunque no estaba segura de ello.