Prólogo

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-¡Levantate rubiecito! ¡Vas tarde a la universidad! ¡Llevo hablándote desde hace una hora!

Aquello fue un gran grito tan temprano en la mañana, y vino nada más ni nada menos que de el hermano mayor de Milo Antares; Kardia.

El menor ni había siquiera abierto los ojos cuando ya estaba parado quitándose la piyama a rayas azules.
Su hermano mayor le arrojó un pantalón y una camisa del ropero, tiró también medias y zapatos ya lustrados.
Salió murmurando en disgusto por la puerta hacia la cocina.
En cuanto abrió el refrigerador, se topó con un aire fresco que le puso la piel de gallina.
El refrigerador estaba lleno, había de todo pero..como lo perezoso que había amanecido el día de hoy no quiso preparar el desayuno. Entonces como una opción viable tomó unos cuantos billetes de su billetera y los dejó sobre la mesa.

-Milo, vas a salir de tu madriguera sí o no?! En la mesa te dejo dinero para que te compres algo de comer, no me jodas con que quieres un huevo frito o lo que sea, no estoy de humor, entiendes?!

-Entiendo hermano!

Desde la habitación salió Milo directamente al baño para lavarse, y cuando terminó agarró el dinero sobre la mesa, su maletín de lona y un pedazo de postre hecho con manzana. Todo lo hizo rápido, y Kardia cuando escuchó la puerta cerrarse se tiró en su cama boca abajo.

Murmuró.

-Mocoso, hoy es mi día libre y me haces levantar temprano, qué tremendas ganas de patearte el trasero.

El rubio masticaba su postre de manzana despacio, saboreando cada pedacito.
Aún iba arreglándose la ropa cuando se subió al auto y condujo velozmente a la U.

Bajó los vidrios, miró por el espejo retrovisor si su cabello no estaba hecho un desastre y asegurándose de que no habían policías patrullando, se metió en contramano.

Por poco y terminó chocando el auto de su hermano contra varios postes, pero gracias "al de arriba" aún permanecía ileso.

-Ya casi llego..uff

Con la fe en alto estacionó a dos cuadras de la universidad, corrió tan rápido que justo en la entrada de su respectivo curso hizo volar a alguien fuera de la acera de un empujón. Este último cayó como un sapo en todo el césped del jardín. Literalmente, varios alumnos se lanzaron a carcajadas.

Solo uno de todos ellos, de cabellos dorados gritó;

-¡Profesor Camus!

A Milo casi se le paró el corazón..

Y todos los demás pararon la risa en seco.

Ese profesor respetado, casi alabado por los demás maestros tenía las cejas fruncidas. Su cabello Rojo cubrió la mayor parte del rostro frío y cuando levantó la mirada, dijo cortante.

-Todo aquel que se atrevió a reírse, queda reprobado en mi materia. Y el culpable de este desastre, con el decano ahora mismo.

Ese maestro si dió miedo..

Nada más mirarlo y era sentir el viento frío alrededor.

¡Ay Milo! ¡¿Cómo decirte que debido a esto te van a dar como cajón que no cierra en un futuro?!

Me gusta mi profesor(Camilo)Where stories live. Discover now