5 Shot- I Fuck, Hard

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Me gustan las chicas peligrosas. Yo soy tranquila y prudente, conservadora y tradicional, y por eso nadie diría de mí que en el sexo me van ese tipo de prácticas.

Pero sí, así es, en el sexo nada es lo que parece y por eso me enamoré de Elizabeth, que es una chica dura, muy dura. Así que nos entendemos muy bien ella y yo.

Es aficionada a todo tipo de artefactos, al cuero y a darme fuerte, le gusta atarme y a mí me gusta que me ate y me folle de esa manera tan dura y brusca, me gusta sentirme completamente indefensa.

Le gusta atarme a la cama, al somier, con los brazos abiertos, o al cabecero, un poco incorporada; a veces le gusta atarme con las manos a la espalda, así es como más indefensa me siento y como siento también que mi cuerpo está más expuesto, y esa exposición me hace gozar.

A mi novia le gusta follarme con todo tipo de pollas que compra por Internet y siempre se queja de que aquí no haya clubs S/M
como en otros países; dice que, no hay siquiera locales de cuero para mujeres.

Es cierto que nos dejan entrar en algunos locales de chicos, pero no es lo mismo.

Elizabeth siempre anda frustrada porque no encuentra el ambiente que a ella le gustaría, aunque, en mi opinión, debería estar contenta y no quejarse tanto.

Debería estar contenta de haberme encontrado a mí: le digo que no es sencillo encontrar a alguien que te siga hasta donde quieras llegar, tan lejos como quieras, y que las chicas tan duras como ella no lo tienen nada fácil.

A Elizabeth le gusta mucho viajar y supongo que, cuando está por ahí, buscará esos lugares de los que habla y a los que yo nunca la he acompañado. Lo cierto es que, por lo que cuenta, creo que me daría miedo entrar en un lugar de ésos.

Me gusta el peligro, pero no sé si tanto; creo que me gusta el peligro siempre que pueda controlarlo. A Elizabeth, al fin y al cabo, ya la conozco, y le tengo cogido el aire, pero no estoy segura de que me gustara hacer algunas de las cosas que me cuenta que hace cuando sale al extranjero.

Quizá es que, después de todo, soy un poco conversadora, me gusta lo que conozco y puedo controlar.

Sin embargo, una vez, el verano pasado, el extranjero, con todos sus peligros, se me metió directamente en casa y tuve verdadero miedo, aunque me duró poco.

Una tarde sonó el teléfono: Era Elizabeth.

Hola, tengo un regalo para ti. Es una sorpresa. Estate aquí en media hora — Y simplemente colgó. —

«Aquí» era, claro, su casa, y el regalo, por la voz con la que lo dijo, supuse que sería un nuevo dildo de tamaño superior a lo normal para taladrarme como a ella le gusta...

— Y a mi también…— Pensé —

O cualquier tipo de juguete nuevo.

Así que salí hacia su casa contenta y en estado de máxima excitación. Sólo el oír la voz de Elizabeth me sube la temperatura, porque nunca sé qué va a hacerme, pero sé que, en todo caso, todo lo que me haga va a gustarme.

Me conoce muy bien y siempre me da lo que quiero.

Llegué a su casa y me abrió la puerta antes incluso de que tocara el timbre. Debía haber oído el ascensor.

«Pues sí que tiene ganas» — Pensé ansiosa—

Iba vestida como va siempre, con vaqueros y camiseta; los pezones se le transparentaban claramente por debajo de la camiseta, ya que nunca lleva sujetador; siempre va así a todas partes, todo el mundo la mira y a mí me encanta que la miren, porque pienso que, en realidad, es mía.

Relatos Lesbicos ~ ShotsWhere stories live. Discover now